miércoles, 27 de mayo de 2015

UNA CIUDAD PARA LAS PERSONAS


Recién acabadas las elecciones autonómicas y municipales, con la consecución de un cierto cambio en las instituciones, la pérdida de la mayoría absoluta del PP y de algunos ayuntamientos en los que gobernaba el Partido Popular, formación que nos ha traído, tras 20 años de gobierno, a un estado catastrófico en lo ambiental y social que no se recordaba en la historia de esta región (uso y abuso de los espacios naturales para el beneficio de unos pocos, niveles de pobreza insostenibles, proliferación de infraestructuras caras e innecesarias, degradación de la sanidad y la educación, etc.), es hora de ponerse a trabajar para conseguir la ciudad que queremos, parafraseando el título del famoso manifiesto. Entre los retos a los que se enfrentan las ayuntamientos en este nuevo ciclo está el que los núcleos urbanos estén pensados por y para las personas, a diferencia de lo que caracteriza a las ciudades en la actualidad.
¿Y qué significa este axioma? En primer lugar, una ciudad donde la transparencia sea evidente, donde sus cargos públicos rindan cuentas de forma periódica, y no sólo cada cuatro años, y donde los contratos públicos se hagan con luz y taquígrafos, pensando en el bien común. Una ciudad descentralizada, donde los barrios tengan el protagonismo que se merecen, donde la opinión de los vecinos y vecinas cuente, en la que se habiliten cauces de participación ciudadana eficaces.
En segundo lugar, una ciudad sostenible, caracterizada por ser compacta y diversa, no extensa y segregada, que sea espacio de encuentro, fuente de empleos verdes, favorecedora de la economía de proximidad, que ponga en valor su patrimonio cultural y natural. Abierta a su entorno, no encerrada en sí misma, donde la naturaleza se integre en sus calles, a través de huertos urbanos, jardines con plantas autóctonas, y las calles se integren en el entorno natural, huertas, acequias, playas, montes. Una ciudad que fomente la economía circular, aquella que se basa en las premisas de reducir el consumo, reciclar y reutilizar, frente a la economía lineal basada en producir, consumir y eliminar los residuos. Bancos de tiempo, trueque, mercados de segunda mano, consumo colaborativo, monedas sociales, deben ser aspectos habituales en una ciudad ecológicamente sostenible.
Una ciudad para las personas debe apostar por la cohesión social, reduciendo las desigualdades, garantizando el acceso a los servicios públicos (vivienda, agua, luz), haciendo de ella un espacio para la educación, reduciendo la exposición a agentes contaminantes. Debe ser un espacio donde lo peatonal sea la norma, donde las bicicletas dominen la calzada, donde el transporte público sea eficiente y asequible, y el transporte privado sea la excepción. En una ciudad sostenible, la búsqueda de la armonía y el buen vivir de sus habitantes debe ser lo prioritario, y no la consecución de intereses privados basados en la especulación urbanística que sólo benefician a unos pocos.
Estos son los retos a los que nos enfrentamos como ciudadanos, como habitantes de las ciudades, pues sólo con la participación del mayor número de personas posible, como integrantes de la sociedad civil, se harán realidad estos objetivos. Pongámonos manos a la obra.
Artículo aparecido hoy en La Crónica del Pajarito:

miércoles, 6 de mayo de 2015

CONSUME HASTA MORIR


Vuelven las declaraciones triunfalistas referidas al cambio de tendencia en el consumo de los españoles, con un aumento en la compra de ropa, coches y en la firma de hipotecas. Desde el Gobierno se apela a la compra masiva de bienes como única solución a la crisis, con la complicidad de los medios de comunicación oficiales, en un intento de animar a la gente a que se lance a la calle a quemar las tarjetas de crédito. Se recuerda con nostalgia las cifras de consumo de la década pasada, cuando se alcanzaron más de un 1.300.000 créditos hipotecarios en 2006, en el momento álgido de la burbuja inmobiliaria, mientras se lamentan de que las cifras de 2014 apenas superen las 200.000 hipotecas. La patronal del sector textil Acotex anuncia a bombo y platillo que las ventas han aumentado en un 4% en 2014, al tiempo que se espera que en España se vendan más de un millón de automóviles en 2015. La patronal de la construcción da por finiquitada la crisis por el repunte del sector del ladrillo, opinión compartida por el Banco de España, que pronostica la recuperación de ese sector en los próximos meses, al tiempo que se felicita por el aumento de los visados en obra nueva.
Pero ninguna de estas declaraciones de intenciones tiene en cuenta que nada será igual a la época de antes de la crisis, allá por 2005 y que, por tanto, no se pueden aplicar las mismas soluciones a los problemas que se han ido acentuando en esta década, aunque se quiera ignorar. Desde la entrada en vigor del Protocolo de Kyoto en 2005, las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) no han hecho más que aumentar (las emisiones de GEI han aumentado en un 45% desde 1990), la presión sobre los ecosistemas se hace intolerable, merced a la especulación sobre el territorio que ha sido moneda corriente en estos años, con la multiplicación de infraestructuras (autopistas, vías del AVE, aeropuertos) y urbanizaciones, sobre todo en la costa.
Las presiones de los lobbies en España (de la energía, del automóvil, de las empresas del IBEX-35) sobre los gobiernos, sumado a las de las instituciones financieras internacionales (BCE, FMI, Comisión Europea) impiden que se de una auténtica Transición Ecológica de la Economía, transformando y adaptando el modelo productivo a los retos del siglo XXI, el primero de los cuales es el cambio climático. Ese cambio pasa por la promoción de los llamados empleos verdes, que pueden crear hasta 20 millones de puestos de trabajo de calidad y sostenibles en Europa, dos millones de ellos en España, en sectores como las energías renovables, el agua, el control de la contaminación, el tratamiento de residuos, la agricultura ecológica, la gestión de espacios naturales, los servicios ambientales a las empresas o la educación ambiental, por citar unos cuantos.
Sin embargo, se continúa basando la supuesta recuperación en un modelo obsoleto, con puestos de trabajo de baja cualificación, temporales y precarios, al tiempo que se insta a la sociedad a “consumir hasta morir”, parafraseando el título del conocido documental, como única salida a la crisis. Se sigue con una visión miope y cortoplacista, sin previsión de futuro, un futuro que no pinta muy bien si no se varía el rumbo.

Artículo aparecido ayer en La Crónica del Pajarito:

http://www.lacronicadelpajarito.es/blog/federicogcharton/2015/05/consume-hasta-morir


jueves, 23 de abril de 2015

LA CARA OCULTA DE LAS MIGRACIONES AFRICANAS

Tras la tragedia acaecida estos días, con entre 700 y 900 personas fallecidas en el mar cuando intentaban llegar a las costas italianas desde Libia, llegan los análisis de las causas y las peticiones de una mayor cooperación internacional para acabar con este éxodo. Pero es significativo que, para el ministro de Asuntos Exteriores, Jose Manuel García-Margallo, la solución al “problema” pasa por “controlar la inmigración ilegal y el tráfico de seres humanos”, algo que “exige destinar más dinero a eso que llamamos Frontex, que es una institución comunitaria”. La UE en general reduce el asunto a una cuestión de mafias y de seguridad fronteriza, principalmente, y así nos lo transmiten los principales medios de comunicación.

Aunque las razones que motivan a las personas del continente africano a huir de sus países para buscar un futuro mejor son múltiples, desde la violación sistemática de los Derechos Humanos, a los conflictos armados, la crisis económica, la pobreza, el hambre, hasta la existencia de estados corruptos, me voy a detener en tres aspectos que no dependen de esos países, sino que son factores externos determinantes de la situación en África.

Simultáneamente a la noticia de la tragedia, nos enteramos de que Repsol ha descubierto un yacimiento de gas (y ya son tres) en Argelia, prospección que apunta a una producción de 175.000 metros cúbicos de gas al día y 90 barriles al día de gas condensado. Este es un ejemplo de cómo las compañías multinacionales, entre ellas las españolas, saquean los recursos naturales de los países africanos para su propio beneficio, privando a esos estados de los ingresos que pudieran mejorar el bienestar de sus poblaciones. Pesca ilegal, tala indiscriminada de árboles, comercio de especies, son otras caras del expolio de las riquezas naturales de Africa. Se calcula que este expolio por parte de Occidente le suponen al continente africano unas pérdidas de 44.000 millones de euros al año.

Por otro lado, organismos internacionales como el FMI o el Banco Mundial obligan a esos países a realizar privatizaciones, pasando esos bienes públicos a manos de transnacionales occidentales, en la mayoría de los casos. Esto, unido a la corrupción, lleva a la existencia de unas élites políticas cada vez ricas y una población cada vez más empobrecida.

El tercer fenómeno que ocurre de forma continua, aunque discreta, es el acaparamiento de tierras africanas por parte de países extranjeros, tanto europeos (Italia, Noruega, Alemania, Dinamarca, Reino Unido y Francia, principalmente) como asiáticos (sobre todo China), para destinarlas al cultivo de agrocombustibles, alimentos para esos países y extracción de recursos minerales, en una suerte de neocolonialismo.

Reducir el asunto de las migraciones africanas a un problema de mafias y tráfico de personas, aunque es algo real, es ignorar la influencia de la globalización y de la desaparición de las fronteras para los capitales financieros e inversiones mundiales. Es no querer ver el intento de imposición, por parte del FMI y del Banco Mundial, de las necesidades y pautas del mercado global en Africa, mientras se yerguen muros cada vez más altos para las personas más vulnerables de este sistema generador de desigualdades y conflictos, cuyas consecuencias vemos en las costas europeas.

Artículo aparecido hoy en La Crónica del Pajarito: