domingo, 23 de octubre de 2022

LA MOVILIDAD, UN ASUNTO PENDIENTE

Enciendes la televisión y, a ciertas horas del día, atendiendo a lo que los publicistas llaman target, el público diana, te ves inundado por la publicidad de coches tipo SUV (siglas de Sports Utility Vehicle, vehículo utilitario deportivo), todos con el mismo aspecto y eléctricos o híbridos. Las marcas de coches se han lanzado a la desesperada a la venta de este tipo de vehículos, para un público de nivel adquisitivo medio-alto (su precio no baja de los 30.000 euros), con capacidad de cargar los coches en enchufes privados. Coinciden estos lanzamientos con una crisis energética que no se vivía desde los años 70 y con las previsiones de escasez de petróleo de aquí a 2040. La AIE (Agencia Internacional de la Energía) ya preveía en 2019, antes de la pandemia y de la invasión de Ucrania por parte de Putin, la escasez de petróleo para 2025, mientras que un informe del think tank francés Shift Project anuncia la disminución del 20 por ciento en el aprovisionamiento de petróleo en Europa de aquí a 2030.

Es un hecho que la oferta de petróleo, tanto convencional (petróleo crudo y gas natural) como no convencional, es decir, el que se extrae de arenas bituminosas y del petróleo pesado, está disminuyendo. El pico del petróleo convencional se alcanzó entre 2005 y 2008, la extracción del no convencional es muy caro y poco rentable, y el calentamiento global debido a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) va en aumento de año en año. La UE pretende que, en 2035, se prohíba la venta de coches con motor de combustión. Es por ello que se contempla a los vehículos híbridos y 100 por ciento eléctricos como la solución a la crisis energética, ya que el 50 por ciento del consumo de petróleo proviene del tráfico rodado. Pero, ¿es así realmente?

Los vehículos eléctricos no son neutros en cuanto a la emisión de GEI. Los SUV, más grandes y menos eficientes en combustible que otros automóviles, también aumentan la demanda de electricidad para cargar vehículos y también la demanda de materias primas como litio, níquel y cobalto. La batería de un SUV necesita un 20 por ciento más de carga que un vehículo más pequeño para recorrer la misma distancia. A pesar de que la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente asegura que existe suficiente litio y níquel para que en 2023 se fabriquen hasta 14 millones de vehículos eléctricos, lo cierto es que entre los productores de automóviles eléctricos, prácticamente todos, existe una gran preocupación por la escasez de esas materias primas. 

Los principales extractores de litio en el mundo son Australia, Chile y China, seguidos de Argentina y Brasil, siendo Argentina, Bolivia y Chile los mayores reservorios de este metal raro. En cuanto al níquel, son Indonesia y Filipinas los principales extractores. En China, en la actualidad, el 10 por ciento de su tierra cultivable está contaminada por metales pesados y el 80 por ciento de sus aguas subterráneas no son aptas para el consumo. Según algunos estudios, la demanda de estas materias primas se duplicará cada 15 años, aproximadamente, según un informe de Amigos de la Tierra, la extracción de litio perjudica inevitablemente al suelo, provoca la contaminación del aire, y pone en peligro el acceso al agua a las poblaciones locales. Esto es evidente en Sudamérica, pero puede ser una realidad en nuestro país, con el proyecto de construcción de minas de litio en Extremadura, con el beneplácito de la Junta y la contestación del grupo ecologista Salvemos la Montaña, que critica el alto grado de “incertidumbre” que rodea al proyecto.

¿Cómo se puede luchar contra la escasez de materias primas y combustibles fósiles, hacer frente al cambio climático y, a la vez, solucionar el problema de la movilidad? Por un lado, se propone potenciar el reciclaje de las baterías de los vehículos eléctricos, así como fomentar la investigación de materias primas para baterías más abundantes, menos tóxicas y de más fácil acceso, como el hierro y el silicio. Pero la verdadera revolución sería cambiar el paradigma de la movilidad. Teniendo en cuenta que, para el año 2050, un 88 por ciento de las personas de nuestro país vivirán en núcleos urbanos, se debería imponer el uso de vehículos compartidos (Car-sharing), el alquiler de vehículos eléctricos, para ser usados de forma esporádica, desterrando la idea generalizada de tener coches en propiedad, el uso del transporte público, tanto en ciudad como en distancias largas, sustituyendo el avión por el tren, el fomento de la bicicleta o el más 'revolucionario' y sencillo, caminar. 

Las décadas que vienen nos indicarán el rumbo a tomar, si no es por voluntad propia, por la fuerza de los acontecimientos. Lo que está claro es que debemos frenar nuestra carrera hacia el muro del colapso, y la movilidad es uno de los aspectos a solucionar a corto y medio plazo.

Artículo publicado hoy en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/movilidad-asunto-pendiente_132_9647289.html