Mostrando entradas con la etiqueta ABEJAS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ABEJAS. Mostrar todas las entradas

miércoles, 8 de mayo de 2019

EL ASESINO SILENCIOSO

Hace unos días, la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES son sus siglas en inglés), organismo dependiente de la ONU, que agrupa a 132 países, se reunió en París para analizar el estado de los ecosistemas mundiales y su biodiversidad, y sus conclusiones no pueden ser más claras, a la vez que preocupantes.
Se calcula que existen unas 30 millones de especies animales y vegetales distintas en el mundo. De todas ellas, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cifra en un millón las que se encuentran en peligro de extinción y en 17.000 las amenazadas. Para el 2020 la diversidad de especies se puede haber reducido en un 33%. Además, muchas de esas especies habrán desaparecido sin que ni siquiera hayan sido descubiertas por la ciencia.
Especialmente alarmante es la desaparición de los insectos, y de entre ellos, las abejas, responsables de la polinización de las plantas, muchas de ellas comestibles, por lo que se pone en riesgo la alimentación de la especie humana en las próximas décadas. Un ejemplo cercano en nuestras ciudades es la escasez de gorriones; se calcula que 30 millones de ejemplares han desaparecido en los últimos 10 años en España, debido principalmente al uso masivo de insecticidas tóxicos, como el glifosato que se usa en nuestros parques y jardines, el aumento de la contaminación del aire, los niveles de ruido y la reducción de espacios donde construir nidos.
Algunos expertos hablan ya de la 'sexta extinción', habiendo ocurrido las cinco últimas en el periodo que va desde hace 440 y 65 millones de años, la última de las cuales hizo desaparecer a los dinosaurios. Esta sexta extinción tiene un solo responsable, el ser humano y nuestro modo de vida.
La directora del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU, Cristiana Pașca Palmer, se refiere a este problema como "el asesino silencioso", porque, a diferencia del cambio climático, cuyos efectos percibimos día a día (récords de temperatura, inundaciones, sequías, desertificación, …) la pérdida de biodiversidad, es decir, de la variedad de especies, su diversidad genética y sus hábitats, no es advertida por nosotros, ya que estamos cada vez más alejados de la naturaleza.
Las causas de este descenso brutal en la biodiversidad son conocidas. En primer lugar, la pérdida de hábitats, por la transformación de los paisajes naturales y el cambio en los usos del suelo para su aprovechamiento económico, principalmente por la agricultura y la construcción. En la Región de Murcia, esto se ha puesto de manifiesto con el aumento de los regadíos de forma exponencial, a menudo de forma ilegal, como se ha visto recientemente con la denuncia de la CHS, que ha descubierto más de 3.600 has. de superficie ilegal de regadíos, aunque los colectivos ecologistas cifran en cerca de 20.000 las hectáreas roturadas de ese modo.
La introducción de especies invasoras es otra causa de la pérdida de biodiversidad, ya que desplazan a las especies autóctonas. En Europa, una de cada tres especies está en peligro crítico de extinción por esta amenaza. En nuestra región, especies acuáticas exóticas como el cangrejo azul, la gambusia, la babosa negra, el cangrejo rojo, el mejillón cebra o el galápago de Florida (surgido de individuos domésticos provenientes de tiendas de animales) amenazan a las especies del río Segura y el Mar Menor, además de otras como el mosquito tigre, especialmente molesto, o el arrui, competidor de la cabra montés, modifican la diversidad en montes y riberas.
Otra actividad humana que amenaza a la biodiversidad es la caza. La introducción de especies cinegéticas en el medio procedentes de granjas, la muerte de aves rapaces protegidas por disparos, la acumulación de plomo venenoso en los campos provenientes de perdigones o la colocación ilegal de cebos envenenados en los cotos de caza son algunas de las causas que producen la pérdida de biodiversidad. La contaminación en sus diversas vertientes (atmosférica, acuática, lumínica y acústica) también contribuye a este mal, junto al cambio climático, ya que el aumento de la temperatura media de los mares y el planeta en general trae como consecuencia el desplazamiento de las especies a latitudes donde antes no estaban presentes, sustituyendo a las especies autóctonas y modificando los ecosistemas.
Ahora que la juventud en el mundo está movilizada por el clima, es el momento idóneo para que la sociedad también se haga eco de la denuncia del colectivo científico que, desde París, nos alerta de esta gran amenaza que es la pérdida de biodiversidad, el segundo problema más importante a nivel global tras el cambio climático.
Artículo aparecido ayer en eldiario.es:

jueves, 26 de enero de 2017

LOS TRANSGÉNICOS Y AGROQUÍMICOS EN ENTREDICHO

Recientemente he visto un documental muy recomendable, Semillas transgénicas, los pueblos fumigados, realizado por el argentino Cristian Weidmann y el murciano Vicente Cerdán. Este documental nos relata la lucha de una región, las Malvinas Argentinas, en Córdoba, contra la construcción de una planta de procesado de semillas transgénicas, la que iba a ser la más grande de América Latina. Esta zona, rodeada de plantaciones de soja transgénica, sufre altísimas tasas de cáncer y malformaciones en recién nacidos, debido a la utilización masiva, por parte de la multinacional Monsanto, de agroquímicos como el glisofato, principal componente del herbicida denominado Roundup. La lucha de estas familias afectadas por los efectos letales de los herbicidas dio su fruto, al conseguir paralizar la construcción de la planta.
“España es el único país de la UE donde se cultivan transgénicos a una escala importante”
Este episodio, que podría pensarse que es de ámbito local y circunscrito a un país concreto, Argentina, debe hacernos reflexionar sobre el alcance de estas multinacionales, la presencia de los cultivos transgénicos en nuestro país, así como sobre el uso de herbicidas y pesticidas que conllevan efectos perjudiciales para nuestra salud. España es el único país de la UE donde se cultivan transgénicos a una escala importante; el propio Ministerio de Agricultura estima en más de 130.000 las hectáreas dedicadas en nuestro país al cultivo de maíz MON810 (la propia denominación de esta variedad de maíz denota el origen de las semillas, Monsanto), siendo Aragón, Cataluña y Extremadura las tres CCAA donde más se cultiva esta planta, sumando las tres casi la mitad de la producción de maíz trangénico en España. En la Región de Murcia, en 2014 había unas 15 hectáreas destinadas al cultivo de maíz genéticamente modificado. Sin embargo, en países de nuestro entorno como Francia está prohibido su cultivo.
En cuanto al uso del herbicida con glisofato, utilizado para matar las “malas hierbas” en parques y jardines de nuestras ciudades, más de 150 municipios españoles, entre ellos Totana y Santomera, se han declarado libres de este herbicida. El glisofato es uno de los productos fitosanitarios más cancerígenos que existen, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, organismo dependiente de la OMS, pero, a pesar de ello, organizaciones como la Unión de Pequeños Agricultores de la Región de Murcia rechazaron el pasado mes de abril que este herbicida sea eliminado del mercado. En contrapartida, se acaba de presentar a la Comisión Europea una iniciativa ciudadana para que se prohiba el glifosato en la UE. Para ello, serán necesarias un millón de firmas de, al menos, siete países a favor de su propuesta para obligar a Bruselas a reaccionar en un plazo de tres meses tras la entrega de las firmas. La UE prorrogó el uso de este herbicida en Europa hasta el año 2018, ante la falta de consenso sobre su toxicidad.
“Un efecto colateral del uso de fitosanitarios es la desaparición de abejas y otros insectos polinizadores, envenenados por estos productos”
El uso de semillas transgénicas reduce la biodiversidad y las variedades de plantas tradicionales, afectando a la soberanía alimentaria por obligar al sector agrícola a comprar una y otra vez semillas patentadas, en lugar de obtener sus propias semillas a partir de sus cosechas; desde el punto de vista de la salud, está comprobado que los alimentos transgénicos provocan la aparición de nuevas alergias y, según ciertos estudios, pueden afectar a la fertilidad. Además, estas plantas modificadas genéticamente son cada vez más resistentes a antibióticos y plaguicidas, por lo que se usan en ellos cada vez más cantidad de productos químicos que afectan a la salud. Un efecto colateral del uso de productos fitosanitarios es la desaparición de abejas y otros insectos polinizadores, envenenados por estos productos, lo que supondrá un grave problema para la dispersión del polen de forma natural en un futuro próximo.
Sería deseable que los cultivos de variedades transgénicas desaparecieran de nuestros campos, así como ir eliminando paulatinamente el glisofato y otras sustancias fitosanitarias en cultivos, parques y jardines, declarando la mayor parte del territorio libre de este tipo de productos, por el riesgo para la salud pública que suponen. Las autoridades sanitarias de nuestro país deberían pensar más en la salud de la ciudadanía que en mantener un sistema que sólo favorece a unas pocas multinacionales.
Artículo publicado hoy en La Crónica del Pajarito: