miércoles, 21 de diciembre de 2022

OTRA CUMBRE MÁS

EFE/ Julio César Rivas

Se acaba de celebrar en Montreal la llamada COP15, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad Biológica, entre los días 7 y 19 de diciembre, una cita bianual que se celebra desde 1994, cuyo objetivo es implementar medidas desde los gobiernos del mundo para conservar la biodiversidad y evitar la destrucción de los ecosistemas. El objetivo que se ha marcado esta cumbre es conseguir que el 30% de los espacios naturales terrestres y marítimos del planeta estén protegidos de aquí a 2030 (actualmente sólo lo está el 17% de los ecosistemas terrestres y el 8% de los marinos) y desbloquear 30 mil millones de dólares anuales para ayudar a los países en vías de desarrollo a esta conservación, aunque éstos aducen que necesitarán unos 100 mil millones al año. En este sentido, España supera con creces este objetivo, ya que el 36,2% de su superficie está protegida, frente al 26% de la media europea.

En 2020 se cumplió el límite de las llamadas Metas de Aichi, un conjunto de 20 objetivos encaminados a mejorar la biodiversidad en sus diferentes vertientes, pesquerías, reducción de la pérdida de hábitats, reducción de la contaminación, reducción del consumo desaforado, mantenimiento de la diversidad genética, aumento de la superficie protegida, etc., que se definieron en 2010 en la COP10 de Nagoya (Japón). Sin embargo, y como era de esperar, ninguna de estas metas se ha cumplido. En esta COP15 se pretende renovar este compromiso para el periodo 2020-2030 con estos objetivos más que ambiciosos.

Organizaciones conservacionistas asistentes a esta cumbre, como WWF y Greenpeace, ya han calificado de “cifras vacías, con protecciones previstas sobre el papel pero nada más”, los acuerdos alcanzados. Se calcula que el 75% de los ecosistemas están alterados por la actividad humana y más de un millón de especies están en peligro de extinción. Un estudio de la Universidad de Cambridge ha llegado a la conclusión que en 2100 el 23% de los ecosistemas del planeta se habrán degenerado tanto que habrán desaparecido. Según WWF, el 69% de las especies de fauna salvaje han desaparecido desde 1970, algunas de las cuales ni siquiera han sido descubiertas por el ser humano. Especialmente grave es el riesgo de desaparición del multitud de especies de insectos, muchos de ellos polinizadores, de los que depende la producción agrícola mundial. El 76% de la producción alimentaria en Europa depende de la polinización realizada por las diferentes especies de abejas.

Con estos mimbres, y tal y como ocurre con las cumbres por el clima, la última de las cuales se celebró recientemente en Egipto, asistimos una y otra vez a los buenos propósitos, pero sin compromisos firmes, como lo demuestra el hecho de que ningún jefe de Estado de la UE haya asistido a esta cumbre, que muchos lideres mundiales se hayan limitado a publicar algún tweet sobre el tema, y que EE.UU. (junto con el Vaticano) ni siquiera ha ratificado el Convenio sobre la Diversidad Biológica de 1992, firmado por 196 países.

En septiembre de 1962 se publicó “La primavera silenciosa”, de Rachel Carson, el primer libro divulgativo sobre el impacto ambiental de la actividad humana y de concienciación ecologista. En 1992 se celebró la Cumbre de Río, primera vez que la ONU se plantea reunir a los países miembros para debatir y llegar a un acuerdo en materia de protección de la naturaleza. Sesenta y treinta años después, respectivamente, de los hitos citados, la ONU sigue debatiendo en el vacío sobre qué medidas deben tomarse para frenar la pérdida de biodiversidad y la destrucción de los hábitats. Tras 15 cumbres sobre este asunto, el planeta continúa su degradación. ¿Cuántas cumbres más serán necesarias para revertir la situación?

Artículo que publicado en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/cumbre_132_9809711.html

domingo, 4 de diciembre de 2022

OTRA OPORTUNIDAD PERDIDA

Foto: Sedat Suna


Se cierra la COP27 celebrada en Egipto con un nuevo fracaso, aunque mitigado en parte por la aprobación de un fondo destinado a financiar los daños climáticos que ya sufren los países más vulnerables a los efectos del calentamiento global, pero sin especificar la cuantía de esos fondos ni el modo en que se distribuirían entre los países vulnerables. Tampoco se ha llegado a un acuerdo en materia de biodiversidad. El próximo mes de diciembre, en Montreal, se celebrará la Cumbre de la ONU sobre Diversidad Biológica, pero las organizaciones conservacionistas son pesimistas en cuanto a que los países presentes en esa cumbre acuerden proteger los ecosistemas de una manera eficiente.

Desde la COP21 de París de 2015, en la que se alcanzaron los mayores acuerdos en cuanto a la necesidad de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5ºC con respecto a la época preindustrial, las sucesivas cumbres del clima no han servido prácticamente para nada. Marrakech, Bonn, Katowice, Madrid y Glasgow han sido las sedes de las sucesivas cumbres hasta la fecha, pero los acuerdos alcanzados no han servido para frenar el calentamiento global ni la emergencia climática. Los fenómenos extremos, incendios, sequías prolongadas, lluvias torrenciales, se siguen sucediendo en diversos puntos del planeta, ahora en lugares donde antes no eran frecuentes.

El aumento de la temperatura de los mares, otro indicador del cambio climático, alcanza niveles de récord. Los océanos son el motor del mundo, el termostato que mantiene estable dentro de unos límites el margen de temperaturas globales. Este ascenso de la temperatura de los océanos produce consecuencias, en primer lugar, en la supervivencia de los organismos marinos, como la muerte de los corales y la baja reproducción del krill, base de la cadena alimenticia. Además, sumado al deshielo de los glaciares e icebergs, provoca el aumento del nivel del mar. De media, el nivel del mar ha subido 23 centímetros desde 1880, y casi la mitad de este aumento ha sido en los últimos 25 años, amenazando las costas de multitud de países, empezando por las islas del Pacífico. Otros efectos deletéreos del aumento de la temperatura de los mares es la multiplicación de la frecuencia de tormentas, huracanes y ciclones, causando daños materiales y humanos de costes cada vez mayores.

La realidad de la crisis climática pasa al lado de los burócratas que se reúnen año tras año en estas cumbres, llenas de buenas intenciones, pero sin abordar en serio las medidas que deben ser necesarias para mitigar los efectos de esta emergencia, tal y como han denunciado personalidades como el Secretario General de la ONU, António Guterres o la propia ministra española de Transición Ecológica, Teresa Ribera. La ausencia de algunos de los principales países contaminantes, como China, India o Rusia da una idea del fiasco que supone esta cumbre, además de que más de 600 representantes de determinados países están directamente relacionados con la industria del petróleo y el gas, que es como poner a los lobos al cuidado del rebaño de ovejas.

Los otros grandes acuerdos que se deberían haber alcanzado, como son las medidas para mitigar el cambio climático, reducir las emisiones y acelerar la transición a las renovables, han sido un completo fracaso, siendo calificadas de “tomadura de pelo” por las principales organizaciones ecologistas. Los países se darán cita el año que viene en Dubai para volver a escenificar el paripé de las buenas palabras, pero sin una intención decidida de afrontar este problema, las grandes empresas seguirán ocupadas esquilmando los recursos y escupiendo gases de efecto invernadero, mientras las poblaciones más vulnerables en un planeta en el que hemos alcanzado los 8.000 millones de habitantes sufrirán aún más las consecuencias. Pero el primer mundo ya lo estamos sufriendo, y parece que hasta que no llegue a las puertas de los más ricos, los gobiernos no moverán un dedo para buscar soluciones. Seguiremos insistiendo.

Artículo publicado en eldiario.es el 23 de noviembre:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/oportunidad-perdida_132_9734615.html

domingo, 23 de octubre de 2022

LA MOVILIDAD, UN ASUNTO PENDIENTE

Enciendes la televisión y, a ciertas horas del día, atendiendo a lo que los publicistas llaman target, el público diana, te ves inundado por la publicidad de coches tipo SUV (siglas de Sports Utility Vehicle, vehículo utilitario deportivo), todos con el mismo aspecto y eléctricos o híbridos. Las marcas de coches se han lanzado a la desesperada a la venta de este tipo de vehículos, para un público de nivel adquisitivo medio-alto (su precio no baja de los 30.000 euros), con capacidad de cargar los coches en enchufes privados. Coinciden estos lanzamientos con una crisis energética que no se vivía desde los años 70 y con las previsiones de escasez de petróleo de aquí a 2040. La AIE (Agencia Internacional de la Energía) ya preveía en 2019, antes de la pandemia y de la invasión de Ucrania por parte de Putin, la escasez de petróleo para 2025, mientras que un informe del think tank francés Shift Project anuncia la disminución del 20 por ciento en el aprovisionamiento de petróleo en Europa de aquí a 2030.

Es un hecho que la oferta de petróleo, tanto convencional (petróleo crudo y gas natural) como no convencional, es decir, el que se extrae de arenas bituminosas y del petróleo pesado, está disminuyendo. El pico del petróleo convencional se alcanzó entre 2005 y 2008, la extracción del no convencional es muy caro y poco rentable, y el calentamiento global debido a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) va en aumento de año en año. La UE pretende que, en 2035, se prohíba la venta de coches con motor de combustión. Es por ello que se contempla a los vehículos híbridos y 100 por ciento eléctricos como la solución a la crisis energética, ya que el 50 por ciento del consumo de petróleo proviene del tráfico rodado. Pero, ¿es así realmente?

Los vehículos eléctricos no son neutros en cuanto a la emisión de GEI. Los SUV, más grandes y menos eficientes en combustible que otros automóviles, también aumentan la demanda de electricidad para cargar vehículos y también la demanda de materias primas como litio, níquel y cobalto. La batería de un SUV necesita un 20 por ciento más de carga que un vehículo más pequeño para recorrer la misma distancia. A pesar de que la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente asegura que existe suficiente litio y níquel para que en 2023 se fabriquen hasta 14 millones de vehículos eléctricos, lo cierto es que entre los productores de automóviles eléctricos, prácticamente todos, existe una gran preocupación por la escasez de esas materias primas. 

Los principales extractores de litio en el mundo son Australia, Chile y China, seguidos de Argentina y Brasil, siendo Argentina, Bolivia y Chile los mayores reservorios de este metal raro. En cuanto al níquel, son Indonesia y Filipinas los principales extractores. En China, en la actualidad, el 10 por ciento de su tierra cultivable está contaminada por metales pesados y el 80 por ciento de sus aguas subterráneas no son aptas para el consumo. Según algunos estudios, la demanda de estas materias primas se duplicará cada 15 años, aproximadamente, según un informe de Amigos de la Tierra, la extracción de litio perjudica inevitablemente al suelo, provoca la contaminación del aire, y pone en peligro el acceso al agua a las poblaciones locales. Esto es evidente en Sudamérica, pero puede ser una realidad en nuestro país, con el proyecto de construcción de minas de litio en Extremadura, con el beneplácito de la Junta y la contestación del grupo ecologista Salvemos la Montaña, que critica el alto grado de “incertidumbre” que rodea al proyecto.

¿Cómo se puede luchar contra la escasez de materias primas y combustibles fósiles, hacer frente al cambio climático y, a la vez, solucionar el problema de la movilidad? Por un lado, se propone potenciar el reciclaje de las baterías de los vehículos eléctricos, así como fomentar la investigación de materias primas para baterías más abundantes, menos tóxicas y de más fácil acceso, como el hierro y el silicio. Pero la verdadera revolución sería cambiar el paradigma de la movilidad. Teniendo en cuenta que, para el año 2050, un 88 por ciento de las personas de nuestro país vivirán en núcleos urbanos, se debería imponer el uso de vehículos compartidos (Car-sharing), el alquiler de vehículos eléctricos, para ser usados de forma esporádica, desterrando la idea generalizada de tener coches en propiedad, el uso del transporte público, tanto en ciudad como en distancias largas, sustituyendo el avión por el tren, el fomento de la bicicleta o el más 'revolucionario' y sencillo, caminar. 

Las décadas que vienen nos indicarán el rumbo a tomar, si no es por voluntad propia, por la fuerza de los acontecimientos. Lo que está claro es que debemos frenar nuestra carrera hacia el muro del colapso, y la movilidad es uno de los aspectos a solucionar a corto y medio plazo.

Artículo publicado hoy en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/movilidad-asunto-pendiente_132_9647289.html

lunes, 12 de septiembre de 2022

¿CRISIS? ¿QUÉ CRISIS?

En 1975, el grupo británico Supertramp publicó un álbum titulado “Crisis What Crisis?”, con una portada en la que aparece un turista que se tuesta al sol junto a una sombrilla, ajeno a una serie de chimeneas que escupen humo y chabolas miserables que se vislumbran a su espalda. Aunque este disco surgió tras la crisis del petróleo de 1973, es perfectamente aplicable a la situación actual, con la crisis climática y la desigualdad social que se acentúa año tras año.

En nuestro país hay una serie de partidos políticos y grandes empresas que actúan como el turista de esta mítica portada, como si el calentamiento global, la situación de pobreza de un sector de la población o la invasión de Ucrania por parte de Putin no existieran. Sin hablar de la ultraderecha, que son negacionistas por sistema, contradiciendo todos los informes científicos y demostrando una ignorancia supina, la derecha española hace tiempo que ha decidido ir en la dirección contraria a lo que la situación aconseja, a pesar del cambio de líder de la oposición, cuya supuesta “moderación” se ha visto rebatida por la realidad de sus declaraciones.

Así, frente a la necesidad de potenciar las energías renovables, el PP apuesta por la energía nuclear y las plantas de carbón, aunque está demostrado que la energía nuclear no es neutra en cuanto a las emisiones de CO2, que la construcción de nuevas plantas exigiría de 10 a 15 años de construcción e inversiones multimillonarias, que se dependería del suministro de uranio, un tercio del cual proviene de Rusia, además de que la situación de sequía y elevación de la temperatura de los ríos dificulta su función como refrigerante de los reactores. Pero sin duda una de las razones más poderosas para rechazar su uso es que, incluso triplicando la capacidad nuclear mundial, únicamente daría lugar a un 6% de reducción de las emisiones de carbono, según la Agencia Internacional de la Energía. 

Ajenos a la situación precaria a la que se enfrentan millones de españoles, el PP ha votado sistemáticamente en contra de todas las medidas que puedan aliviar esa circunstancia, como el aumento del SMI, la reforma laboral que ha permitido el aumento de la contratación indefinida, los ERTE, las ayudas a las familias o la gratuidad en el transporte público, entre otras medidas anticrisis. A pesar de presentarse como “defensores de España”, lo cierto es que no defienden los intereses de la mayoría de los españoles, sino solamente el del 5% más rico.

¿Y qué decir de las grandes empresas? Tanto los bancos como las empresas energéticas, aunque defienden legítimamente los intereses de sus accionistas, olvidan que en 2011 se rescató con 60.000 millones de euros de todos y todas a los bancos, esos mismos bancos que, en 2021, en esta situación de crisis, consiguieron unos beneficios de 20.000 millones, el mayor beneficio en la última década. También las grandes energéticas españolas han aumentado sus beneficios; las energéticas del Ibex 35 cuadriplicaron su beneficio en 2021 con respecto al año anterior y este año han mejorado las cifras en los seis primeros meses con respecto al mismo periodo de 2021. Además, en España, el número de millonarios se incrementó el año pasado en un 4,4%, hasta alcanzar las 246.500 personas. Son 10.400 más que en 2020, que vieron incrementada su riqueza en un 5,3%.

Mientras la mayoría de la población sufre la subida de los precios, la inflación, la precariedad, y somos testigos directos de las consecuencias de la emergencia climática, con olas de calor, incendios, granizadas violentas, inundaciones, hay un pequeño sector privilegiado que se pregunta “¿Crisis? ¿Qué crisis?”, como aquel consejero madrileño que no veía pobres por las calles o la estrella del fútbol francés y su entrenador que se reían ante la sugerencia de usar el tren en vez de los jets privados. Lo peor es la ceguera de la derecha política española y su postura de defender esos privilegios. 

La crisis ecológica, económica y social por la que atravesamos requiere de decisiones valientes y de un cambio de paradigma si no queremos estrellarnos contra el muro del colapso de aquí a unas pocas décadas, y esas decisiones se deberán tomar a pesar de la actitud negacionista de ese pequeño sector privilegiado. 

Artículo aparecido en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/crisis-crisis_132_9304736.html

UNAS MEDIDAS NECESARIAS

Las medidas para paliar la crisis energética que ha aprobado el gobierno ha desencadenado toda una serie de respuestas hiperbólicas y bulos por parte de la derecha, y no digamos de la ultraderecha, que directamente niega la existencia del cambio climático. Desde protestas porque, según ellos, si se apagan los escaparates aumentará la inseguridad ciudadana, especialmente para las mujeres, o que si se cierran las puertas de los comercios si se tiene conectado el aire acondicionado o la calefacción en invierno disminuirán las ventas, hasta plantes como el de la presidenta de la Comunidad de Madrid quien, a los pocos minutos de que el gobierno anunciara estas medidas, ya sacó un tuit en el que rechazaba aplicarlas porque provocaría “oscuridad, pobreza y tristeza”, llegando su consejero de Educación y portavoz del gobierno madrileño, Enrique Ossorio (el mismo que no ve pobres en la calle) a llamar a la desobediencia alentando a los comercios a apagar sus escaparates sólo durante 10 segundos, con lo que, según, él, no se incumpliría la ley. 


El paroxismo a estas protestas se alcanza cuando tanto el gobierno de Madrid como sus imitadores, los gobiernos de López Miras, Mañueco y Moreno Bonilla han anunciado recursos al TC para frenar la aplicación de estas medidas o, al menos, que sus servicios jurídicos buscarían opciones para evitar aplicarlo. Feijóo, como buen gallego, no aclara si el PP nacional recurrirá o no, en el más puro estilo Rajoy.


Además de ser falsas, como la mayoría de los desastres anunciados por la derecha cuando este gobierno aprueba medidas, ya sea la reforma laboral, ya sean las medidas anti-Covid o los ERTE, estas decisiones van en la linea de lo que se hace en toda Europa, espoleadas por la guerra de Ucrania y la más que probable recesión de este otoño por el corte en el suministro de gas por parte de Rusia a los países europeos, Alemania a la cabeza, advertida por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Van der Layen, perteneciente al Partido Popular Europeo, por cierto. La oposición, como siempre, obvia que esta decisión no es algo que el gobierno haya tomado de forma aislada, sino que se siguen las consignas de Europa para hacer frente a esta emergencia energética.


Si en España hay quien se queja de estas medidas, en el resto de Europa irán mucho más allá. Así, en Alemania se va a cortar el agua caliente en oficinas, colegios y gimnasios a partir de mediados de septiembre, se cerrarán las piscinas climatizadas y se reducirá el alumbrado público al 70% de su potencia a partir de las 11 de la noche, se apagará el alumbrado de los monumentos, además de limitarse la temperatura de la calefacción a 17ºC en invierno. En Francia, además de anunciar la potenciación de las energías renovables el pasado 27 de julio, mediante la aprobación de leyes que acelerarán la puesta en marcha de plantas solares y de plantas eólicas “offshore”, se ha aprobado el apagado de la publicidad luminosa entre la 01.00 h y las 06.00 h, el cierre de las puertas de los comercios climatizados bajo multas de 750 €, y se baraja la reducción de la velocidad máxima a 110 km/h en autopistas y a 80 km/h en carreteras convencionales este otoño. Irlanda, Italia, Países Bajos, Grecia, etc., todos los países de la UE han aprobado este tipo de medidas.


La situación de posible recesión a partir de este otoño por el corte en el suministro de gas ruso puede constituir un ensayo general ante la situación de escasez de recursos naturales que, según nos dicen los científicos, nos espera de aquí a unas pocas décadas. El pico del petróleo (momento en que se alcanzó el máximo de producción de petróleo convencional) ocurrió en 2005. El pico del gas se alcanzará en algún momento entre 2020 y 2030. A partir de ahora, y sin tener en cuenta la guerra de Ucrania, ya se prevé un descenso en la disponibilidad de esas materias primas, además de otras como metales raros (litio, níquel, grafito, manganeso y cobalto, entre otros) necesarios para las tecnologías más avanzadas, que nos deben hacer cambiar de hábitos a la ciudadanía y de políticas energéticas, de movilidad y de producción a la mayoría de los países, empezando por los países occidentales. 


Ya va siendo hora de que determinados partidos políticos dejen de usar estos temas de extrema gravedad para hacer una oposición sin un ápice de sentido de estado, a base de ocurrencias, y empiecen a pensar en una situación que nos afectará a toda la ciudadanía de un modo directo en unos pocos meses y que, seguramente, les tocará gestionar en un futuro cercano.


Artículo aparecido en el diario.es:


https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/medidas-necesarias_132_9229838.html

domingo, 17 de julio de 2022

EUROPA SE QUEMA

El incendio de Monfragüe. Paco Castañares
Asistimos angustiados a las noticias de los incendios que asolan nuestro país. Al mayor incendio forestal acaecido en España en décadas, que afectó a la sierra de la Culebra, en Zamora, con más de 30.000 has. quemadas, cuyas consecuencias aún se están sufriendo, y que ha provocado la creación de la asociación 'La Culebra no se calla', que reivindica la asunción de responsabilidades políticas al mayor desastre ambiental de la zona, se suceden incendios en media España. Solo en nuestro país se han detectado ya más de una cuarentena de fuegos en las últimas 24 horas, que afectan a varias Comunidades Autónomas, siendo los que afectan a Las Hurdes y Málaga los más preocupantes, con el Parque Nacional de Monfragüe en peligro.

Según los satélites del Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea 'Copernicus', los incendios forestales en España ya han arrasado cuatro veces más de la superficie media que se había quemado a comienzos de julio entre 2006 y 2021. Pero los medios de comunicación españoles solo se centran en lo que ocurre en nuestro país. En el resto de Europa la situación no es mejor. Se estima que la superficie quemada este verano en el continente se multiplica por tres respecto a la media de los últimos 15 años. Desde Portugal hasta Turquía, miles de incendios están convirtiendo las masas forestales europeas en cenizas. Hasta el 2 de julio de este año, se habían quemado 250.000 has. en Europa, cuando la media de superficie quemada en el continente en el periodo 2006-2021 es de 350.000, infiriendo a partir de esos datos que se superará con creces esa cifra al final de año. Los datos nos dicen también que la media de incendios anuales en Europa es de unos 1.000, pero solo hasta julio ya se habían superado los 1.500 incendios.

Todos los medios de comunicación hablan de la ola de calor como la causa de estos incendios, pero pocos citan, o lo hacen de pasada, al cambio climático como causante último de esta ola de incendios. Un estudio internacional publicado en 'Scientific Reports' y liderado por el profesor Jofre Carnicer, de la Universidad de Barcelona, revela “un cambio histórico sin precedentes” en el régimen de incendios del continente europeo. En este estudio se especifica que el cambio más intenso se produce en el área del Mediterráneo, una zona se calienta un 20% más rápido que la media mundial, aunque otras zonas de Europa son sensibles al aumento de la frecuencia y virulencia de los incendios. Según las proyecciones de este estudio, si la temperatura sube 2 ºC, habría 20 días más de riesgo de incendio extremo para 2100. En cambio, con un calentamiento de 4 ºC serían 40 días de riesgo por incendios forestales extremos.

Pero este investigador nos da las pistas para evitar el aumento de la intensidad y frecuencia de los incendios. Por un lado y, tal y como repite hasta la saciedad la comunidad científica, reducir las emisiones de CO2 de manera drástica y transformativa en las próximas dos décadas (2030-2040) para conseguir un menor riesgo de incendios en el futuro en Europa. Por otro lado, se trata de implementar mecanismos para soportar y amoldarse a cambios ya irreversibles producidos por el cambio climático, que pasan por aplicar “estrategias adaptadas localmente de gestión forestal y de conservación de los mosaicos agroforestales, relacionadas con usos sostenibles de la madera y nuevas cadenas de valor (materiales de construcción ecológicos), promoción de ganadería extensiva, y promoción de iniciativas en este tipo de actividades multiagente a nivel local y regional”.

Una vez más, tenemos dos caminos a elegir. El primero, y más destructivo, es no hacer nada, continuar con nuestro modelo productivo y estilo de vida, y lamentarnos año tras año por las pérdidas económicas debidas a los incendios. El segundo camino implica la transformación de la economía hacia un modelo sostenible, es decir, que tenga en cuenta los límites biofísicos del planeta, un modelo resiliente, que sea capaz de sobreponerse sin muchas dificultades a las alteraciones, y un modelo justo, que no cargue sobre los hombros del sector de la sociedad más vulnerable los errores del sistema. ¿Cuál elegiremos? Se admiten apuestas. 

Articulo publicado hoy en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/europa-quema_132_9177038.html?fbclid=IwAR2aVXF_GRl2U5X1zhgl9O9Ey58u0tT7Ff53GjzKOkFajWBKct8Lt-8QgyM

lunes, 4 de julio de 2022

PASOS ADELANTE HACIA LA RECUPERACIÓN DEL MAR MENOR

Se ha dado un gran paso adelante en la protección y recuperación del Mar Menor con dos iniciativas que emanan de la ciudadanía y que han sido canalizadas a través de algunos grupos políticos del Congreso de los Diputados. Por un lado, está en proceso la ley que dotará de personalidad jurídica al Mar Menor, después del esfuerzo inmenso de las miles de personas encabezadas por la profesora Teresa Vicente que, de forma desinteresada, hemos solicitado las firmas necesarias para que, a través de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), se eleve al Congreso la tramitación de dicha ley.

A lo largo de 2021 se superó con creces el mínimo exigible de 500.000 firmas para que la propuesta de ley sea debatida en el Congreso, llegándose a las 640.000. Está previsto que en las próximas semanas se inicien las ponencias que den forma a esta ley, después de que en el mes de abril pasado el Congreso tomara en consideración esta ILP, con los votos a favor de todos los grupos salvo Vox, aunque no hay que olvidar que el PP dio un giro copernicano a su postura, ya que inicialmente estuvo en contra de la ILP y de que se concediese una prórroga al grupo promotor para conseguir las firmas necesarias, cambiando de parecer tras las encuestas del CEMOP que evidenciaban que la situación del Mar Menor era la segunda preocupación de la sociedad murciana y que la postura negacionista del gobierno regional le restaba votos.

El otro gran paso es la aprobación por parte del Congreso de la próxima apertura de la Oficina Técnica del Mar Menor, a propuesta del grupo Más País-Verdes Equo. Este organismo, adscrito al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, tendrá entre sus fines “la coordinación e integración de las distintas actuaciones de las administraciones públicas con responsabilidades técnicas, administrativas y de gestión sobre el Mar Menor” y estará dirigido por Inmaculada Ramírez Santigosa, funcionaria de la CARM que fue “acosada”, según los sindicatos, cuando era subdirectora general de Medio Ambiente, y posteriormente cesada de su cargo. Con esta oficina se espera dar respuesta a la emergencia ecológica por la que atraviesa la albufera, con la participación de la sociedad civil, además de los técnicos, los municipios ribereños y los especialistas en la materia.

Pero estas dos buenas noticias para el Mar Menor pueden verse empañadas por la sempiterna actitud de las derechas de la Región de Murcia. A la inacción del gobierno regional, echando balones fuera, al tiempo que exige que sea el gobierno central quien solucione lo que el PP no ha sido capaz de remediar en 26 años, y negándose a emprender acciones en origen, es decir, no haciendo nada para impedir el vertido de nitratos, fosfatos y pesticidas provenientes de la agricultura intensiva del Campo de Cartagena, causante del 85% de la contaminación del Mar Menor, a pesar de que forma parte de sus atribuciones todo relativo a la agricultura, ganadería y medio ambiente, se suma la delirante iniciativa de Vox de llevar a los tribunales la ILP, tachándola de “ataque a la Constitución y a la libertad”, de “totalitaria” y de “experimento comunista”, amenazando con “abolir las leyes liberticidas” y “cerrar los chiringuitos” si tuvieran la oportunidad de gobernar.

Por acción u omisión, las derechas regionales son, además de las causantes del estado actual de la laguna, los principales obstáculos para que, en un futuro más o menos cercano, podamos recuperar el Mar Menor, si no tal y como lo conocieron nuestros abuelos, al menos en un estado similar. La historia se encargará de juzgar los acontecimientos que, desde hace décadas, han provocado el estado actual del Mar Menor, a pesar de que la mayoría de la sociedad murciana demanda una solución, como se puso de manifiesto tras los tres colapsos de la laguna, en 2016, 2019 y 2021. 

La futura ley que dotará de personalidad jurídica al Mar Menor y la apertura de la Oficina Técnica son la esperanza para que, por fin, nos encaminemos hacia la solución definitiva a la degradación de la laguna, con la colaboración entre la comunidad científica, las diferentes administraciones y la sociedad civil. Esperemos que así sea.

Articulo que me publica hoy eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/pasos-adelante-recuperacion-mar-menor_132_9140859.html?fbclid=IwAR0kdP6LtcRM2wQhal-c82A9QBvEHhRQzBvUzG-o8cZ5kfJTB0-IZ5Ia1Jw

domingo, 22 de mayo de 2022

NEGACIONISTAS CLIMÁTICOS

EFE/ Rafa Alcaide
A la hora de escribir este texto, estamos inmersos en la primera gran ola de calor del año, en fechas más tempranas que nunca. Si hace unos pocos años sufríamos estas altas temperaturas a partir del mes de junio, a las puertas del verano, en esta ocasión es en pleno mes de mayo, en primavera, cuando se están alcanzando cotas impensables en esta época del año, superando los 40ºC en muchas regiones de España, 15ºC por encima de lo que es habitual, acompañadas por la calima que viene del Sáhara. En los medios de comunicación se habla de este fenómeno, pero casi ninguno lo relaciona con ese enemigo invisible que nos acecha, el cambio climático. Seguimos refiriéndonos a este hecho como algo puntual, anormal para esta época del año, pero sin relacionarlo con su origen.

El planeta nos está dando señales inequívocas del calentamiento que sufre. Ya en junio de 2020 se alcanzaron los 38ºC en el Círculo Polar Artico, siendo hasta la fecha el valor de temperatura más alto registrado en la región ártica, seguida por los 49,6ºC de junio de 2021 en la Columbia Británica (Canadá), arrasada por los incendios y, en la actualidad, los 50ºC de ciertas regiones de India y Pakistán. En nuestro país se ha constatado que más de la mitad de los glaciares de los Pirineos han desaparecido y solo quedan 20 en “delicado estado de equilibrio”, según el Observatorio Pirenaico de Cambio Climático (OPCC). Los datos nos indican que la temperatura media anual durante el período 1959-2020 en los Pirineos ha aumentado 1,6ºC, siendo el año 2020 el más cálido de los últimos 62 años.

Esta semana se ha publicado el Informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), según el cual cuatro indicadores clave del cambio climático (concentraciones de gases de efecto invernadero, subida del nivel del mar, contenido calorífico de los océanos y acidificación de los océanos) registraron valores sin precedentes en 2021, y en el que se confirma que los últimos siete años han sido los más cálidos de los que se tiene constancia, acercándonos peligrosamente al límite del exceso en 1,5ºC sobre los niveles pre-industriales fijados por el Acuerdo de París de 2015, a partir de los cuales las consecuencias sobre el clima son impredecibles.

A pesar de estos datos demoledores, aún hay sectores, los más ultraconservadores de la sociedad que, desgraciadamente, van teniendo más presencia en las instituciones, que se declaran negacionistas del cambio climático, llegando a afirmar “que se caliente un poquito más el planeta, evitará muertes por frío”, en un ejercicio de ignorancia sin complejos que dan vergüenza ajena. Un informe reciente de la Fundación Conama (Comisión Nacional del Medio Ambiente), titulado El camino hacia una nueva cultura de la gobernanza del agua, ante el hecho comprobado de que este año es el segundo invierno más seco de toda la serie histórica, reclama una gobernanza que fomente la gestión sostenible de este recurso vital y escaso para el ser humano, sobre todo a través de la reducción de la demanda.

Sin embargo, en la Región de Murcia, así como en el Oriente andaluz y el Levante alicantino seguimos anclados en el siglo XX, obviando el fenómeno del cambio climático y exigiendo agua de donde sea y como sea para mantener una agricultura intensiva y contaminante, a pesar de las advertencias de la comunidad científica. La reciente manifestación en Alicante de agricultores, políticos y empresarios de la derecha contra la decisión de aumentar el caudal ecológico del Tajo no es sino la demostración de que hay sectores que le dan la espalda a una evidencia, la necesidad de variar el modelo agrícola, por la simple supervivencia de este sector primario. Lejos de ello, continúan con su huida hacia adelante, sin calibrar las consecuencias de sus demandas, empezando por la destrucción del Mar Menor, víctima propiciatoria de la codicia de unos pocos, situación que ha empujado a otros sectores económicos que viven de la laguna, la pesca y el turismo, a rebelarse ante la inacción de la Comunidad Autónoma, a raíz de la aparición de miles de peces muertos, que presagian una muerte masiva como en 2021.

El negacionismo climático sólo puede agravar la situación, sobre todo si, como prevén las encuestas, los negacionistas aumentan sus cotas de poder. Aún estamos a tiempo de evitarlo.

Artículo que me publica hoy eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/negacionistas-climaticos_132_9011931.html?fbclid=IwAR14yOAIM8Nh1BcYopWWQj9GPtP8kwXUNoHSjdbNTBVB5vUhYq22L5jDgv0

martes, 3 de mayo de 2022

RECUPEREMOS LA HUERTA

 

Al igual que el Mar Menor, la huerta de Murcia se muere. La que en otro tiempo fue llamada la huerta de Europa languidece poco a poco, víctima de múltiples atentados ambientales y al patrimonio histórico, unos más visibles que otros. Solo de vez en cuando encontramos bancales perfectamente acondicionados y en uso agrícola. Construcciones faraónicas de dudoso gusto, algunas ilegales, pueblan los bancales junto a casas semi-ruinosas y abandonadas; toneladas de basura, latas, botellas de plástico, bolsas y envoltorios de todo tipo, se acumulan en los bordes de los caminos, acequias y carriles, hasta el punto de constituir lo que se ha llamado la 'basuraleza', residuos que se dejan en la naturaleza, afeando y contaminando la huerta; acequias entubadas; edificios históricos (molinos, torres, casas señoriales), muchos de ellos catalogados como Bienes de Interés Cultural (BIC), abandonados a su suerte; talas indiscriminadas de árboles centenarios; carreteras y autovías que atraviesan la huerta sin ningún miramiento, arrasando bancales y dividiendo el territorio; quemas de rastrojos; urbanizaciones que, al calor de la burbuja inmobiliaria de hace 15 años, se multiplican en los arrabales de las pedanías de Murcia; cientos de gigantescos paneles publicitarios que jalonan las vías de comunicación, formando una barrera visual al paisaje de huerta.

Los diferentes equipos de gobierno del Ayuntamiento que se han sucedido en la Glorieta no han dudado en citar a la huerta de Murcia cuando se trata de promocionar el turismo, además de anunciar a bombo y platillo sucesivos planes de recuperación que nunca llegan a efecto, que no van más allá de señalizar algunos carriles de la huerta con señales de tráfico destinadas a las bicicletas, planes que se sacan a colación sobre todo en periodo electoral, como un aspecto de cita obligada en los programas electorales, pero que, a la hora de la verdad, se quedan en el cajón. Eso sin hablar de que, en las fiestas de Primavera, se llega al paroxismo de la exaltación huertana, para volver al ostracismo pasadas las celebraciones festivas.

Precisamente en esas fechas tuve la oportunidad de viajar a Lanzarote, la isla más oriental del archipiélago canario, y hubo algo que me llamó la atención. En la zona rural, las pequeñas poblaciones cuidan muy bien su entorno, no se ve basura, las casas están perfectamente integradas en el paisaje, por no haber no hay ni vallas que rodean a las casas ni, por supuesto, vallas publicitarias que afean el paisaje. No es casualidad que Lanzarote fuera designada como Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1993. Ver, sin embargo, cómo la huerta ha perdido las características que la hicieron única es algo que lleva a un estado compartido entre la indignación y la pena al pensar en el contraste entre lo que podría ser y lo que décadas de desidia y desatención por parte de las administraciones han permitido que sea.

Afortunadamente, contamos con diversas organizaciones que luchan día a día para conservar y hacer respetar la huerta murciana, asociaciones vecinales, grupos ecologistas o Huermur, Asociación para la Conservación del Patrimonio de la Huerta de Murcia, que llevan años denunciando los atentados perpetrados contra el patrimonio cultural, ambiental y etnológico de la huerta de Murcia.

Esperemos que el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Murcia atienda las reivindicaciones de los diferentes colectivos de defensa de la huerta, y que hagan efectivas medidas para recuperar y conservar este patrimonio que, hasta ahora, ha sido muy maltratado por las instituciones.

Artículo publicado el 30 de abril en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/recuperemos-huerta_132_8956174.html

sábado, 26 de marzo de 2022

LEVANTEMOS EL PIE DEL ACELERADOR

Foto: ACN


En 2019, una serie francesa de una plataforma digital nos describía cómo podría ser el mundo si éste colapsara por la escasez de combustibles fósiles, base de nuestra sociedad capitalista. Acaparamiento de productos de primera necesidad, colas interminables para hacerse con el preciado líquido refinado del petróleo, robos de comida, violencia generalizada… Aunque esta serie distópica se produjo antes de 2020, algo de eso se vio durante los primeros momentos de la pandemia, con la desaparición de los rollos de papel higiénico de las estanterías de las grandes superficies y, ahora, con el alza de los precios de los productos básicos, tres cuartos de lo mismo con el aceite de girasol y de oliva y otros productos.

La situación del sector del transporte y de los sectores dependientes de que los productos se distribuyan por carretera y las consecuencias de los paros de otros sectores como el pesquero, son el anticipo de lo que nos espera de aquí a unas pocas décadas debido a la crisis energética: altos precios de los combustibles fósiles, desabastecimiento de los comercios, paralización de las actividades económicas dependientes de los derivados del petróleo, la agricultura intensiva usuaria de fertilizantes sintéticos y, por supuesto, el paro obligatorio de los medios de transporte por carretera.

En España, el 95% de la distribución de productos se realiza por carretera, frente solo al 2% que se lleva a cabo por ferrocarril. Este tráfico incesante de camiones por los más de 15.000 kilómetros de carreteras de todo tipo, la mayor red viaria de Europa, por delante de Alemania (12.000 km), Francia (11.600 km), por citar a dos países con mayor superficie que nuestro país, hace que el sector del transporte suponga el 25% de las emisiones totales de Gases de Efecto Invernadero de España. Si a eso se suma que se exporta, también por carretera, un alto porcentaje de productos a terceros países, se comprueba que el transporte por carretera es altamente dependiente de la importación de combustibles fósiles y muy sensible a los avatares del mercado energético.

La guerra de Ucrania ha puesto sobre la mesa la posibilidad real de que lo que hace tres años no era sino una hipótesis a largo plazo, aunque advertida por la comunidad científica y las organizaciones sociales y políticas verdes desde hace décadas: el colapso energético. Los especialistas indican que no se puede achacar únicamente a la invasión rusa el alza de los precios de la gasolina. Así, Antonio Turiel, doctor en Física Teórica, experto en oceanografía e investigador del CSIC, asegura que ya desde semanas antes de la guerra los precios del petróleo estaban subiendo, y que la producción de petróleo caerá entre un 20% y un 50% de aquí a 2025, lo que supondrá un aumento de su precio en los mercados. Se sabe que desde 2008 hemos alcanzado el pico del petróleo, es decir, el punto a partir del cual es más caro extraer este recurso del subsuelo, siendo, además, de peor calidad. La deseable alternativa de las energías renovables choca, por su parte, con la escasez de materias primas para su construcción, como el silicio para las placas solares, el litio para las baterías eléctricas o el acero para los aerogeneradores.

¿Cuál es la solución a este problema, entonces? Muchos pensadores y pensadoras han aportado su grano de arena para poner freno a nuestra carrera hacia el colapso. Los principales modos de hacer frente a la escasez energética que nos espera son de tipo decrecentista y pasan, de una manera lógica, por la reducción en el consumo de energía, la disminución en las tasas de consumo y de viajes largos innecesarios. También se hace necesario el cambio en los paradigmas de consumo, disminuyendo drásticamente la deslocalización económica, es decir, el traslado de la producción a terceros países, necesitando de transporte, a menudo transoceánico, para sustituirlo por la relocalización, producción y consumo local. Y, sobre todo, empezar a diseñar el mundo del futuro, haciendo desaparecer paulatinamente las actividades económicas que demandan grandes cantidades de energía e irlas sustituyendo por otras más sostenibles ambientalmente y resilientes, es decir, capaces de sobreponerse a las dificultades de una manera eficaz. Todo ello desde una perspectiva de género, con un enfoque ecofeminista, cambiando el papel que la sociedad actual reserva a las mujeres, siendo éstas protagonistas del cambio de paradigma.

Será un cambio difícil, ya que implica modificar nuestro esquema mental, pero sólo así seremos capaces de superar la crisis energética que sufrimos desde 2008, levantando el pie del acelerador del vehículo, nuestro modo de vida, que nos lleva hacia el muro del colapso. 

Artículo publicado hoy en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/levantemos-pie-acelerador_132_8862477.html?fbclid=IwAR0NXibEGM4VoQTYcNQNXi2wlFXYDv5rbaov8GxNPMcjt4V1ZxulEmxjCSs

lunes, 7 de marzo de 2022

HACIA LA INDEPENDENCIA ENERGÉTICA

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha puesto en evidencia, una vez más, la alta dependencia de la UE del gas ruso. Si la Europa de los 27 es el principal importador de gas del mundo (el consumo anual ronda los 500.000 millones de metros cúbicos), el 45 por ciento de ese gas proviene de las reservas rusas. A su vez, el 85 por ciento de las exportaciones de gas de Rusia van a parar a los países de la UE. Mientras que Alemania depende en gran medida del combustible ruso, ya que la mitad del gas y del petróleo que consume proviene del gigante euroasiático, en España, sin embargo, sólo el 8'6 por ciento del gas que consumimos proviene de Rusia. El resto lo hace de Argelia -23 por ciento-, Estados Unidos -21'3 por ciento- y Omán o Egipto -11'9 por ciento-.                                    

Esta situación ha empujado a la UE, a través de la AIE (Agencia Internacional de la Energía), a plantearse una serie de medidas para disminuir la dependencia europea del gas ruso. Éstas se han traducido en 10 medidas, que van desde algunas a tomar por los estados, como no firmar ningún nuevo contrato de suministro de gas natural con Rusia, sustituyéndolo por otros países como Estados Unidos, Azerbaiyán, Catar y Argelia, acelerar el despliegue de nuevos proyectos eólicos y solares, a la vez que se potencie la generación de electricidad mediante la bioenergía y la nuclear o aplicar impuestos a corto plazo por los beneficios imprevistos de las eléctricas, hasta otras medidas aplicables por las instituciones locales, como acelerar las mejoras de eficiencia energética en los edificios y en la industria, así como diversificar y descarbonizar las fuentes de generación de electricidad. Por último, se prevén recomendaciones a la ciudadanía, como pedir a los consumidores el cambio de calderas de gas por bombas de calor y que reduzcan en un grado centígrado el termostato de sus calefacciones. Con todo ello, se propone un ahorro en un 30 por ciento de las importaciones de gas natural proveniente de Rusia.

De estas medidas, la más criticable es la consideración de la energía nuclear y el gas natural como energías “verdes” para hacer frente a la crisis energética, previendo potenciarlos facilitando la concesión de subvenciones europeas destinadas a las energías renovables,. Las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) por la combustión del gas y la no despreciable cantidad de las mismas por el uso de la energía nuclear (principalmente por la extracción, tratamiento y transporte del principal combustible nuclear, el uranio enriquecido), hacen que la consideración de estas fuentes de energía “sucia” como “verde” parezca una broma de mal gusto.

La reducción del consumo de energía debe ser otro aspecto a tener en cuenta. La UE tiene previsto, para ello, una serie de medidas, aprobadas el pasado mes de julio, dentro del programa “Cumplir con el Pacto Verde”, consistentes en reducir el consumo de energía primaria (es decir, todas las fuentes de energía naturales en su forma original e inalterada) en un 39 por ciento de aquí al 2030. Esto supone la obligación de los Estados miembros de lograr ahorros anuales de energía en el consumo final del orden del 1'5 por ciento. ¿Seremos capaces de ello? Veremos.

Pero un asunto que debe ser resuelto de forma inmediata es la modificación del sistema de subasta de la energía, aquella por la cual los consumidores pagamos la energía al precio de la fuente más cara, que es precisamente el gas natural, lo que encarece desmesuradamente el precio de lo que pagamos en la factura, inflada de forma artificial, y que sólo beneficia a las grandes compañías eléctricas.

Es preciso ir disminuyendo nuestras dependencia de los combustibles fósiles, acelerando la implementación del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, que define los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, de penetración de energías renovables y de eficiencia energética en nuestro país, así como poner en marcha la Hoja de Ruta del Autoconsumo, presentada en diciembre de 2021. La crisis energética que arrastramos desde hace meses, agravada de forma dramática por la invasión de Ucrania, puede y debe ser la motivación para emprender de una vez por todas la ansiada transición ecológica de la economía, para disminuir nuestra dependencia energética de terceros países al tiempo que se lucha contra ese enemigo que, debido a la grave situación bélica que estamos viviendo, ha pasado a un segundo plano, el cambio climático. 

Articulo publicado hoy en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/independencia-energetica_132_8806757.html

viernes, 25 de febrero de 2022

DEPORTE CONTRA DERECHOS HUMANOS

Este 2022 se caracteriza por la celebración de varios eventos deportivos de resonancia mundial en países donde los Derechos Humanos se vulneran diariamente. Nada más comenzar el año tuvo lugar el rally Dakar, 15 días de travesía por los desiertos de Arabia Saudí, donde decenas de equipos de motos, coches y camiones disputaron esta carrera, con la participación de 81 pilotos y copilotos españoles, siendo éstos protagonistas de todos los medios de comunicación en ese periodo. También en el mes de enero se disputó la Supercopa de España en el país alauita, desplazando a ese país una competición genuinamente española, no solo para este año, sino que está previsto que se celebre hasta el próximo 2024, barajándose alargarlo seis años más.

Actualmente, y hasta el día 20 de febrero, se están celebrando los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín donde, además de realizarse las competiciones de esquí en pistas artificiales, con el uso de 200 millones de litros de agua para generar la nieve a través de 350 cañones y 51 bombas de alta presión, en medio de un paisaje pelado, por la falta de nieve natural, consecuencia del cambio climático, las competiciones de los diferentes deportes se llevarán a cabo sin público, con el argumento del mantenimiento de la seguridad sanitaria por la Covid-19. Pero a nadie se le escapa que el gobierno chino no pasa por su mejor momento desde el punto de vista diplomático por la represión a la minoría musulmana uigur de la región de Xinjiang y las detenciones masivas de miembros de esa etnia en los 'campos de reeducación', así como la situación en Hong Kong, con la represión de las protestas a través de detenciones, cierres de medios, encarcelamientos de disidentes y exilios, además del silenciamiento de cualquier movimiento político opositor.

La otra gran cita deportiva internacional que se va a celebrar en este año 2022 es el Mundial de Fútbol en Qatar, entre los meses de noviembre y diciembre, para evitar las temperaturas extremas de más de 50ºC del verano, elección no exenta de polémica, con casos de corrupción incluidos y el reino de Qatar metido en los negocios futbolísticos españoles en 2010, año de la designación de país árabe como sede del Mundial.

Mientras que los medios de comunicación de nuestro país se limitan a glosar las virtudes físicas de los deportistas españoles que han participado o participarán en estos eventos y a barajar las posibilidades de ganar tal o cual competición, casi todos ellos pasan por alto la vulneración de los Derechos Humanos en los países citados, en un ejercicio de cinismo. Así, todo el mundo conoce la situación de las mujeres en los países de la península arábiga, discriminadas por las leyes y los jueces, y donde la homosexualidad se castiga con penas de cárcel y el adulterio conlleva incluso penas de flagelación, tal y como ha denunciado Amnistía Internacional. Además, es sabido el abuso laboral en Qatar a los migrantes que han trabajado en la construcción del estadio de fútbol, con meses sin cobrar, situaciones de racismo por parte de la clase social dominante y una tasa de siniestralidad brutal, con más de 10.000 trabajadores fallecidos durante las obras, según la organización Fundación Internacional para la Democracia.

Y es que cuando lo que domina en el deporte es el mercantilismo, la consecución de éxitos deportivos patrios y la obtención de beneficios económicos, se deja en segundo plano el respeto de los Derechos Humanos, olvidando que el deporte es transmisor de valores sociales supuestamente elevados, como el respeto a los demás y la cooperación. Sin embargo, con la mercantilización del deporte, sobre todo cuando se trata de la alta competición, priman el individualismo y la competitividad, aspectos propios del capitalismo en el que estamos inmersos, además de cierto componente “patriotero”.

Es responsabilidad de los medios de comunicación el ser conscientes de la situación de los países en los que se vulneran los Derechos Humanos y no hacer seguidismo ciego a lo que las grandes empresas del ámbito deportivo deciden, ya que influyen en la sociedad, sobre todo al sector más joven, que pueden llegar a desarrollar una insensibilidad hacia esas situaciones, dificultando un cambio real.

Artículo publicado el 9 de febrero en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/deporte-derechos-humanos_132_8728945.html


miércoles, 5 de enero de 2022

¿NUCLEARES? NO, GRACIAS

El año 2022 que acabamos de inaugurar se inicia con una noticia que sería más bien propia del día 28 de diciembre: La Comisión Europea reconoce la energía nuclear como verde al menos hasta 2045, y el gas hasta 2030, como un medio para descarbonizar la producción energética y cumplir el objetivo de reducir a cero las emisiones en 2050, fijado en el Pacto Verde de la UE. El alto precio de la energía que está sufriendo Europa este otoño es una de las razones que han empujado a la Comisión Europea a tomar esta polémica decisión. 

Esta propuesta ha entusiasmado a los defensores de la energía nuclear. Uno de los principales defensores de tan disparatada postura es el francés Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior, nada extraño, teniendo en cuenta que Francia cuenta con 58 centrales nucleares, el segundo país del mundo en número de ellas, sólo por detrás de EE.UU., que proveen el 75% de la energía total del país galo. 

Tampoco es casualidad que Francia apoye esta decisión, justo después de que la compañía eléctrica EDF, propietaria de muchas de estas centrales, que está participada en un 84% por el estado francés, se desplomara un 15% en la Bolsa de París, al tener que cerrarse preventivamente uno de sus reactores al detectarse una fisura en unas tuberías, y que el presidente Macron anunciara en noviembre pasado la construcción de nuevos reactores. 

La ventaja que se le atribuye a la energía nuclear de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se ve parcialmente desmentida por la realidad, ya que su uso no garantiza una menor tasa de emisiones. A pesar de que Francia basa su generación de electricidad en la energía nuclear, la cantidad de CO2 emitida a la atmósfera supera a países como España, que sólo cuenta con 7 reactores. Así, en 2020, Francia emitió 280.000 toneladas de CO2 frente a las 215.000 toneladas de España, a pesar de que le energía nuclear sólo representa el 20% del total en nuestro país, por debajo, eso sí, de Alemania (636.000 T.), Reino Unido (314.000 T.) o Italia (300.000 T.). 

El cambio de rumbo de la Comisión Europea en relación a la consideración de la energía nuclear como “energía verde” parece olvidar, por un lado, los riesgo intrínsecos a esta fuente de energía, con los desastres de Chernobyl en 1986 y Fukushima en 2011 en el recuerdo, además de la necesaria gestión de los residuos nucleares, peligrosas sustancias que mantienen su letal radiactividad durante milenios. Por otro lado, parece una broma de mal gusto calificar de “verde” una fuente de energía que fue, precisamente, el detonante del movimiento ecologista en Europa, con el lema “Nucleares, no gracias” que coreaban los pioneros ecologistas alemanes en los 70, y que fue el germen de los partidos políticos verdes en Alemania, Francia o España, en los años 80. También hay que recordar que el movimiento ecologista en la Región de Murcia tuvo su origen en el rechazo a la construcción de una central nuclear en Cabo Cope a comienzos de los años 70. 

Si lo que se pretende es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, por ende, luchar contra el cambio climático, se debería incidir en otros aspectos, como señalan muchos expertos: la protección de la biodiversidad y la conservación de la naturaleza; la transformación de la movilidad hacia un modelo que potencie el transporte colectivo frente al privado, especialmente el tren; el diseño urbanístico que reduzca la necesidad de desplazamientos; el cese de la deforestación y el aumento de la restauración ambiental, con la reforestación como acción principal; la potenciación de la energía solar y eólica, con el autoconsumo como prioridad frente a las grandes centrales que depredan el territorio; la modificación del sistema de subasta de la energía, de tal modo que no se pague el total a precio de la fuente de energía más cara, el gas, entre otras medidas. 

La calificación de “energía verde” para la energía nuclear y el gas va en contra del sentido común, solo beneficia a las grandes empresas propietarias de las centrales, y es el modo de que nada cambie en nuestro estilo de vida, posponiendo el problema unos 20 años para que sea la siguiente generación la que aborde el problema en serio.

Articulo publicado el 3 de enero de 2022 en eldiario.es: