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viernes, 6 de diciembre de 2024

UNA TRAGEDIA PREVISTA POR LA CIENCIA


De nuevo la Naturaleza ha mostrado su cara más destructiva, con la catástrofe de las lluvias torrenciales que han provocado decenas de fallecidos y desaparecidos, así como daños materiales inmensos, sobre todo en la Comunidad Valenciana, situación que es cada vez más frecuente y cuyas consecuencias son cada vez más trágicas. No hay año en que no se repitan estas tragedias, con víctimas mortales e incalculables daños materiales. Según los expertos, varias son las razones de esta sucesión de fenómenos extremos, pero la más clara es la emergencia climática. Podríamos repetir lo que se viene advirtiendo desde hace décadas, que año tras año se baten récords de temperaturas, tanto en la superficie del planeta como en el mar Mediterráneo, datos que, una vez más, se cumplirán este año 2024. Así, en julio de este año se alcanzó el récord de temperatura media planetaria desde que existen registros, con 17,16 ºC, y en el mar Mediterráneo se llegó a más de 28ºC. También se podría hablar de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), circunstancia que, lejos de disminuir, va en aumento, según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial, habiéndose incrementado más de un 11% en la última década. Todas estas situaciones provocadas principalmente por la acción del ser humano con nuestras actividades económicas tienen su consecuencia en estos fenómenos extremos y catastróficos.

Pero nuestra sociedad prefiere ignorarlas. El pasado día 24 de octubre se celebró el Día Internacional del Cambio Climático. Ese día, en la Asamblea de Madrid se presentó una iniciativa legislativa por parte de la oposición para luchar contra este problema, pero la alianza negacionista entre PP y Vox la echó para atrás. En la Región de Murcia, poco hay legislado más allá de que las empresas lleguen un acuerdo “voluntario” para alcanzar la neutralidad climática, mientras nuestras ciudades siguen estando contaminadas, con un transporte público penoso y con los atascos como situación habitual en las calles. 

Pero lo más grave de todo esto es el negacionismo al que la ultraderecha se ha abonado desde el comienzo, al culpar de las inundaciones a la “destrucción de presas”, cuando en realidad esas obras se refieren a azudes en pequeños ríos que rompían la dinámica fluvial, afectando además a la fauna, que no servían para retener agua, y cuyo objetivo era recuperar y renaturalizar esos ríos, y en ningún caso se trataba de macropresas, en un ejercicio de ignorancia y mala fe, teniendo en cuenta, además, que esas pequeñas presas obsoletas se encuentran sobre todo en las cuencas del norte de España, no en el Levante. Esa actitud les lleva incluso a negar la propia existencia del cambio climático, fenómeno del que ya se habla hasta en los medios generalistas, cuando hace pocos años se obviaba. Para los negacionistas, el aumento de las temperaturas “es algo natural”, o bien se trata de “una conspiración del globalismo internacional para acabar con nuestro modo de vida”. También argumentan que las DANA “siempre han existido”, pero la verdad es que nunca antes se producían con tanta intensidad y, sobre todo, con tanta frecuencia. 

Sin embargo, no se vislumbra que las instituciones, tanto a nivel estatal, como autonómico y municipal, traten de aplicar las medidas que se sabe que son efectivas para frenar el cambio climático, algo que será más difícil, si no imposible, de conseguir si no se ponen los medios adecuados. La teoría es conocida: acabar con nuestra dependencia de los combustibles fósiles, aumentar la eficiencia energética, culminar la transición a las energías renovables, potenciar el transporte público, practicar una agricultura y ganadería sostenibles, reducir el consumo desaforado, entre otros. Pero en la práctica, los gobiernos van demasiado lentos en aplicar estas medidas, presionados por los “lobbies” de las energías fósiles, del automóvil y de la industria pesada.

Es el momento de entender lo que la Naturaleza nos avisa de un modo cruel. La Ciencia ya nos ha advertido de forma reiterada de las consecuencias de esta carrera desenfrenada, pero seguimos ignorando sus llamadas. ¿Hasta cuándo? 

Artículo publicado en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/tragedia-prevista-ciencia_132_11782784.html

lunes, 2 de octubre de 2023

INUNDACIONES ¿EVITABLES?


Archivo | Los efectos de la gota fría de 2019 en Los Alcázares. EFE

Esta semana se cumple un año desde las inundaciones en Javalí Viejo, con la desgracia de un fallecimiento y cuantiosos daños materiales en casas y enseres. Pero no es la primera vez que esto ha ocurrido en la Región de Murcia. La localidad costera de Los Alcázares se inunda cada cierto tiempo, seis veces entre los años 2000 y 2020, cada vez que una Depresión Aislada a Niveles Altos, fenómeno más conocido como DANA, azota la Región. La ciudad de Murcia, la huerta, Molina de Segura, la vega del Guadalentín, el campo de Cartagena, muchas son las zonas de la Región en las que se declara la alerta naranja o roja cada vez que se avecina una tormenta, circunstancia que ocurre de una forma cada vez más frecuente.

Varias son las razones de las consecuencias a menudo catastróficas de estos fenómenos. Por un lado, la tendencia, acentuada en este siglo con el boom inmobiliario, de construir en zonas inundables, es decir, en zonas muchas veces secas pero que en algún momento de los registros históricos los niveles del agua han alcanzado determinadas cotas. Normalmente estas zonas se sitúan junto a ramblas. Se calcula que, en España, más de un millón de viviendas están construidas en zonas inundables, lo que constituye el 4,3% del total, muchas de ellas en áreas costeras, donde la densidad de población es muy alta, sobre todo en los periodos estivales. Curiosamente, Murcia es la ciudad española con más viviendas construidas en estas zonas, más de 60.000, casi el 30% del total, una cifra disparatada. En el conjunto de la región, esta cifra alcanza el 17%, muy por encima de la media nacional. La zona del Mar Menor, como la ciudad de Murcia, también está afectada por inundaciones periódicas, por su conexión con el campo de Cartagena y las ramblas asociadas (sobre todo la rambla del Albujón), al igual que la zona de Lorca y otras.

Según los expertos, otra causa de la acentuación de los daños debidos a las inundaciones es el crecimiento de la agricultura intensiva, con la falta de conservación de los suelos naturales, que provocan el aumento de la escorrentía y de la velocidad del flujo del agua, multiplicando los efectos devastadores de las lluvias intensas. Esto se asocia a la pérdida de la vegetación natural que existía dentro de los paisajes agrarios tradicionales, que frenaban el flujo del agua. A esto se suma la mayor impermeabilización de los suelos merced al desarrollo urbanístico y la construcción de viales y autovías, a menudo de forma desordenada, que impide el drenaje natural y que constituyen barreras artificiales a la salida del agua.

Paradójicamente, las instituciones locales y autonómicas sólo plantean como solución la construcción de infraestructuras y obras hidráulicas para paliar los efectos de las inundaciones, pero a menudo estas obras lo único que hacen es crear una falsa sensación de seguridad que anima a seguir construyendo en zonas inundables, además de que hay que poner en duda la eficacia de tales obras. Se les ha hurtado a los ríos y ramblas su espacio natural, con diques, edificaciones en sus riberas y demás construcciones que, llegado el caso de grandes precipitaciones, no hacen sino reclamar su espacio perdido.

Por último, pero no menos importante, el cambio climático juega un papel nada despreciable en esto, ya que se han disparado los episodios de tormentas y DANA, fenómenos que antes se circunscribían al final del verano, con las famosas 'gotas frías', pero que, debido al calentamiento del Mediterráneo, se producen más a menudo y con efectos más dañinos.

¿Qué plantean los expertos para reducir los daños de las inundaciones? En primer lugar, respetar las zonas inundables, mediante la aprobación de planes urbanísticos que prohíban construcciones en estas áreas, adaptándose a la Cartografía de Zonas Inundables realizada por el MITECO, llegando incluso a la eliminación de viviendas e infraestructuras en zonas de alto riesgo. En segundo lugar, devolver a ríos, ramblas y cauces su espacio natural, con la renaturalización de sus riberas. Otras medidas son recuperar la vegetación natural en los espacios agrarios, en linderos y límites de las parcelas, a la vez que se recuperan las redes de drenaje, respetando sus trazados originales, e implantar Sistemas de Drenaje Urbano Sostenible, con suelos filtrantes, jardines inundables y estanques, preferibles a los tanques de tormentas, muy caros y con poca capacidad de acumulación de agua.

La adaptación a los ciclos naturales y a las condiciones que nos impone la Naturaleza en su conjunto es la mejor manera de evitar los daños, agravados por la emergencia climática, que las inundaciones provocan cada año con enormes pérdidas económicas y, lo que es peor, con víctimas personales.

Articulo publicado en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/inundaciones-evitables_132_10553404.html