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lunes, 20 de febrero de 2023

EL VALOR DE LOS RÍOS

Foto: CHS

A pesar de faltar aún casi 100 días para las elecciones autonómicas y municipales, los partidos políticos ya están inmersos en la campaña electoral, con intervenciones en mítines y declaraciones públicas que se irán acentuando a medida que nos aproximemos al 28 de mayo.

Entre ellos está el PP de la Región de Murcia, con López Miras a la cabeza, cuyo discurso se limita al único tema que le da votos, el tema del agua, con el tono victimista al que nos tiene acostumbrados, calificando de “ataque a los murcianos” el recorte del trasvase Tajo-Segura, a pesar de la disminución de los caudales prevista en los próximos años debida al cambio climático. Pero los datos catastróficos que definen la situación de la Región son obviados por el Gobierno regional, conscientes de que no pueden (o no quieren) ofrecer soluciones que mejoren la vida de los murcianos y murcianas y que su sola mención le restaría votos.

Así, nuestra Región lidera el ranking en abandono escolar temprano, junto a Andalucía. Somos la comunidad con la tasa de mujeres víctimas de violencia de género más alta del país, con 28,5 denunciantes de maltrato por cada 10.000 murcianas. La tasa de pobreza alcanza el 34%, sólo superados por Andalucía y Extremadura. El 40,6% de la infancia de la Región de Murcia está en riesgo de pobreza y exclusión, el tercer porcentaje más alto por comunidades autónomas junto a Extremadura, solo inferior al de Canarias (47,4%) y Andalucía (43%), según la Plataforma de Infancia. La Región de Murcia lidera el consumo de psicofármacos, casi un 50% más que la media nacional. Y así podríamos seguir…

Sin embargo, el Gobierno regional solamente se refiere al tema del agua, con una insistencia tal que ha convencido a mucha gente de que es la solución a todos los problemas de la Región de Murcia, siendo este asunto una de las principales preocupaciones de los encuestados, según la última encuesta del CEMOP, que incluso titula 'El agua en el punto de mira' el barómetro de invierno 2023. Para el 14,8% de los encuestados el agua es el principal problema de la región, por encima de la subida de precios (6,7%), la sanidad (6,6%) o la situación del Mar Menor (4,4%). Es curioso que, en el otoño de 2021, el Mar Menor era la máxima preocupación para el 22,5% de los murcianos y murcianas, mientras que el agua sólo preocupaba al 3,3%.

Por su parte, la ultraderecha, la versión acentuada del PP, y posible socio de los populares en un hipotético gobierno, afirmó en el reciente mitin celebrado en Murcia que el agua debe llegar “como sea, con trasvases, embalses e interconexión entre cuencas”. Tanto el PP como Vox vuelven a caer en el mismo error, el de considerar a los ríos como meras tuberías, y a los ecosistemas fluviales como sistemas al servicio de las empresas, aunque ello suponga su muerte, tal y como está sucediendo con el Mar Menor.

Mientras que el Gobierno regional insiste en ignorar la situación de los ríos españoles, agravada por el paulatino aumento de la temperatura media del planeta, otras organizaciones luchan por recuperar los espacios fluviales, como el Centro Ibérico de Restauración Fluvial (CIREF) cuyo fin es el de revertir la actual tendencia de degradación a la que se están viendo sometidos estos ecosistemas. denunciando el actual modelo de gestión del agua que pone en el «mercado» la práctica totalidad de los caudales que circulan por los ríos, desecando sus cauces y generando graves daños en los ecosistemas. Además, desde la UE se ha realizado el proyecto AMBER (Adaptive Management of Barriers in European Rivers), un catálogo de las barreras artificiales (presas, azudes, embalses, canales) que segmentan los ríos europeos, afectando a la biodiversidad y al correcto funcionamiento de los ecosistemas fluviales. Complementando esta iniciativa, se han creado los llamados #Dambusters (caza-presas), colectivo que pretende eliminar, en conjunción con las Confederaciones Hidrográficas, esas barreras, para acercar lo más posible los ríos a su estado inicial.

El Gobierno regional va en dirección opuesta a las directrices de la Unión Europea, marcadas por la Directiva Marco Europea del Agua, cuyos objetivos son la protección y mejora de las masas de agua superficiales y subterráneas y de sus ecosistemas asociados, la reducción progresiva de la contaminación, el garantizar el suministro suficiente de agua superficial o subterránea en buen estado y el paliar los efectos de sequías e inundaciones. Concebir los ríos como simples tuberías sin vida destinados a miles de hectáreas de regadío es hipotecar nuestro futuro y atentar contra el bien común que constituyen los ecosistemas fluviales.

Artículo publicado hoy en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/rios_132_9966982.html


jueves, 26 de enero de 2023

UNA HUIDA HACIA DELANTE

El pasado 11 de enero se llevó a cabo una manifestación en Madrid, convocada por los regantes del Levante, para protestar por la subida del caudal ecológico del Tajo que, según ellos, perjudicará a su actividad económica, la agricultura intensiva, al suponer una merma en los caudales del trasvase Tajo-Segura. A esta convocatoria, a la que asistieron 12.000 personas, según la organización, y 4.000, según la policía local, en la sempiterna guerra de cifras a la que asistimos cada vez que se realiza una manifestación, acudieron políticos de uno y otro signo, desde el alcalde socialista de Murcia, Jose Antonio Serrano, la consellera de Agricultura y Transición Ecológica de la Comunidad Valenciana, Isaura Navarro y el diputado de Compromís Joan Baldoví, hasta el jefe de filas de la ultraderecha, Abascal, pasando por el presidente de la CARM, López Miras, más preocupados todos ellos en no perder los votos que están en juego en las próximas elecciones de mayo que en afrontar con seriedad el problema del agua al que nos enfrentamos y que afecta ya al modelo económico imperante.

Precisamente, de lo que se trata es de tener una visión a medio y largo plazo de las condiciones hídricas que tendremos en los próximos años, y que gran parte del espectro político parece ignorar, aunque esto varía según el territorio del que se trate, pues el discurso es diferente si el partido en cuestión, ya sea el PSOE o el PP, tiene su ámbito de actuación en la cuenca cedente o la cuenca receptora del agua. Sólo hay que comprobar lo que Núñez Feijóo declaró a comienzos del mes de noviembre pasado en Castilla-La Mancha, admitiendo que la cuenca cedente, la del Tajo, tiene “que tener prioridades para el agua” y que hay que “disminuir los consumos de agua allá donde reciben agua de otras cuencas”, en clara alusión a la cuenca del Segura, mientras que López Miras exige que no se recorte el trasvase.

Pero lo que unos y otros no tienen en cuenta es la situación de emergencia climática a la que nos enfrentamos, que ningún plan ni ley consigue paliar ni frenar. Así, un informe de la AEMET advierte de que en 2022 se recogieron un 16% menos de precipitaciones que el año anterior, siendo el sexto más seco desde el año 1961, además de que este otoño ha sido el tercero menos lluvioso del siglo XXI, hablándose de riesgo de una sequía de larga duración, por lo que no parece que las condiciones hidrológicas vayan a mejorar en los años sucesivos, sino todo lo contrario.

Ya en 2003, en la época del proyecto de trasvase del Ebro a través del Plan Hidrológico Nacional (PHN) del gobierno de Aznar, expertos de EE.UU., México e Israel rechazaron en el Parlamento Europeo la viabilidad del PHN español, advirtiendo de que la política trasvasista ha fracasado en los países donde se llevaron a cabo. Toda una serie de estudios científicos y tesis doctorales coinciden en que un trasvase como el del Ebro sería difícilmente aceptable hoy día, desde el punto de vista científico, ambiental y económico. En cuanto al trasvase Tajo-Segura, los estudios certifican que la evaporación media anual del Tajo es muy superior a la precipitación media anual. Por tanto, las aportaciones o escorrentías que se producen con estas precipitaciones también son reducidas, todo ello agravado por el cambio climático. Lo del caudal ecológico, a diferencia de lo que afirma López Miras, no es una “decisión politica”, sino una exigencia de la Ley de Aguas de 2001, cuyo artículo 59 afirma que “se aplicará también a los caudales medioambientales la regla sobre supremacía del uso para abastecimiento de poblaciones”, sobre otros usos como el agrario o industrial, además del propio mantenimiento del ecosistema.

Tal vez se conseguiría la supervivencia del campo, si en vez de atender a las exigencias del 'lobby' agroindustrial e ignorar las advertencias del colectivo científico, el gobierno regional -presente o futuro- se anticipara a la situación de emergencia climática y la más que previsible escasez de agua diseñando un modelo económico adaptado a esa situación a medio plazo y evitando la sobreexplotación que ponga en peligro los ecosistemas asociados y permita la atención sostenible de los usos mediante una transición ecológica y justa de la agricultura. Sin embargo, la clase política regional, además de acusar de ser 'antimurciano' a todo aquel o aquella que ponga en duda la viabilidad de los trasvases, está empeñada en su huida hacia adelante, en una visión cortoplacista, reeditando el famoso eslogan de 'Agua para todos', y dejando para las generaciones futuras la resolución del problema. 

Articulo publicado en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/huida-delante_132_9868168.html

sábado, 19 de diciembre de 2020

EL MERCADO DEL AGUA




Lo que se temía desde hace años ha llegado: después de especular con el precio de los alimentos, ahora le ha llegado el turno al agua como “mercancía” que cotiza en bolsa, en la Bolsa de Wall Street, concretamente, aunque lo que se nos dice es que lo que cotizan son los derechos de uso del agua en el futuro, no el agua en sí. Nos aseguran que así se controlarán los precios en épocas de sequía, evitando que se disparen. Algo de lo que me permito dudar.

Sin conocer de cerca los intríngulis de las inversiones bursátiles, esta incorporación del agua a los mercados puede significar que los derechos de uso del líquido elemento se paguen al mejor postor, que suelen ser grandes empresas y fondos de inversión dedicadas a la agricultura o al embotellado de agua para su posterior comercialización. Si analizamos lo ocurrido con la especulación con productos alimenticios a partir de 2008, podemos comprobar cómo ésta dio lugar al acaparamiento de tierras, influyendo en los precios de esas tierras y dando como resultado el aumento de los precios de los propios alimentos básicos.

Con respecto al agua, puede ocurrir lo mismo. Ya se están dando casos de privatización de manantiales, como con la multinacional suiza Nestlé en diversos países, incluida EE.UU. España tampoco escapa a la privatización, ya que es el 95% de los manantiales de agua mineral del territorio español está en manos de empresas privadas, siendo el cuarto país europeo en volumen de agua embotellada, llegando a los 5.392 millones de litros en 2015.

En un panorama en el que el cambio climático, lejos de remitir, se va agravando, los mercados se han fijado en este bien de primera necesidad como es el agua para especular y sacar beneficio económico a corto y medio plazo, temiendo los detractores de esta situación que esto dispare los precios del agua, y que estos precios se vean controlados por los dos gigantes económicos, EE.UU. y China, sumiendo al resto de la humanidad en la dependencia de los precios fijados por unos pocos. A pesar de que la ONU declaró en 2010 el acceso al agua como un derecho primordial, ya sabemos que, a menudo, estas declaraciones no pasan de ser brindis al sol, como lo estamos viendo ahora con la situación del Sahara Occidental, en la cual, a pesar de las múltiples resoluciones de la ONU a favor de la libre determinación de este territorio en los últimos 40 años, basta una declaración de Trump apoyando la posición marroquí al respecto para que todo quede en papel mojado.

Hace ya décadas que los expertos hablan de la “guerra del agua”, pudiendo llegar, según algunos, a desencadenarse una Tercera Guerra Mundial provocada por la dificultad cada vez mayor al acceso a este bien, agravado por el cambio climático. Ya ha habido en la historia conflictos bélicos cuyo origen o uno de los factores implicados está en el acceso al agua: la guerra eterna entre Israel y Palestina, la guerra de Siria, el conflicto por las aguas del Tigris y el Eufrates entre Irak, Turquía y Siria, o entre los países limítrofes de la cuenca del río Zambeze, son algunos ejemplos. Se calcula que 2.600 millones de personas (el 40% de la población mundial) carecen de redes de saneamiento adecuadas, y millones de personas deben andar durante más de 6 horas diarias para acceder a fuentes de agua potable.

Según la ONU, en 2050 el consumo de agua aumentará un 44% para satisfacer las demandas industriales y de la población. Además, según el PNUD, el coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos de la unidad familiar, pero la realidad es que los países pobres pagan hasta 50 veces más por un litro de agua que sus vecinos más ricos, debido a que tienen que comprar el agua a vendedores privados. Hasta el papa Francisco advirtió en 2017 de la necesidad de garantizar el acceso universal y seguro al agua, advirtiendo del peligro de los conflictos debidos a su escasez.

La cotización en los mercados de futuros de los derechos de uso del agua parece un pequeño paso que no han merecido mucho espacio en los medios de comunicación, pero es un peldaño más en el control por parte de las grandes multinacionales de lo que consumimos, de lo que producimos y, en definitiva, de nuestro futuro.

Artículo publicado el 16 de diciembre en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/mercado-agua_132_6507391.html


lunes, 18 de marzo de 2019

¿EL FIN DE LOS TRASVASES?

Hace unos días, el Tribunal Supremo (TS) anuló varios artículos del Plan Hidrológico del Tajo, por considerar que ese plan no especifica los caudales ecológicos del río a su paso por Aranjuez, Toledo y Talavera de la Reina. Aunque, como era de esperar, esta sentencia ha levantado las iras de un sector de la sociedad murciana, alicantina y almeriense, tal vez hay que recordar que el caudal ecológico es, según la IPH (Instrucción de Planificación Hidrológica) aquel caudal "que contribuye a alcanzar el buen estado o buen potencial ecológico en los ríos o en las aguas de transición y mantiene, como mínimo, la vida piscícola que de manera natural habitaría o pudiera habitar en el río, así como su vegetación de ribera".

La sentencia del Tribunal Supremo que anula parte del Plan Hidrológico del Tajo le da la razón a los postulados de los ecologistas, en el sentido de que, en un contexto de cambio climático en el que nos encontramos, es del todo insostenible que se siga confiando en la política de trasvases para atender a las demandas de agua del Sureste y el Levante español, sobre todo cuando estas demandas no son para consumo de boca, sino para mantener el modelo intensivo de agricultura y el turismo de masas.
Sabido es que el trasvase extrae de la cabecera del Tajo prácticamente la mitad del agua que lleva el río en año y medio, y que tres cuartas partes de ese agua se utiliza para regadío. El cambio climático ha provocado que la cabecera reciba un 30% menos de agua en los últimos 10 años. Un estudio publicado en 2003 por la ONG ambientalista WWF ('Trasvase Tajo-Segura: Lecciones del pasado') recogió el impacto que supuso la construcción de esta obra faraónica y los impactos del uso continuado de la misma.
Así, en la cuenca donante se cita el efecto barrera para la fauna debido a los embalses y conducciones asociadas al trasvase, la reducción de caudales circulantes en el río Tajo durante todo el año, pero muy en particular en verano, el empeoramiento crítico de la calidad de las aguas del Tajo, el paso de especies piscícolas de unas cuencas a otras y la alteración de la dinámica fluvial que afecta tanto a parámetros físicos como a químicos.
Pero también afecta a la cuenca receptora, la del Segura, al producirse un incremento exponencial de las demandas de agua para agricultura y turismo, con las consabidas consecuencias fatales para el Mar Menor. Además, el trasvase también produce impactos socioeconómicos, como los desequilibrios territoriales, con el despoblamiento y envejecimiento de la población de los pueblos de la cuenca donante, largamente denunciados por los colectivos locales contrarios al trasvase.
El presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, en un alarde de simplismo y populismo, se pregunta "si en España hay agua, una reserva hídrica suficiente, ¿cuál es el problema para que todos los españoles tengamos el agua que necesitamos?". El problema de base es que, en España, el 80% del agua se utiliza para riego, los acuíferos subterráneos están sobreexplotados y la superficie de cultivos dedicados al regadío superan los 3,7 millones de hectáreas, un 22% del área cultivada total, porcentaje que se eleva al 45% en la Región de Murcia.
La superficie de regadío en nuestro país ha aumentado en más de 700.000 hectáreas desde 1986 a la actualidad, al tiempo que el fenómeno de la desertificación se ha agravado en este periodo. Según un informe del propio Ministerio de Medio Ambiente (ahora de Transición Ecológica) publicado en 2016, el 80% del suelo de nuestro país está en riesgo de desertificarse, es decir, de perder la cubierta vegetal que prevenga la erosión, sobre todo en la Región de Murcia y Almería.
Frente a esto, la solución pasa por abandonar la política de trasvases y adaptarnos a la situación de aridez y escasez de agua, con el desarrollo de técnicas cada vez más avanzadas en la depuración de aguas residuales y desalación de agua de mar, con disminución progresiva de sus costes, mediante el uso de energías renovables.
El sueño iniciado en la Segunda República, construido durante el franquismo y puesto en funcionamiento en plena Transición parece tocar a su fin. Seguir pensando en los ríos como meros canales de riego, y en las cuencas como inmensas bolsas de agua que pueden trasvasarse de un lado a otro con vasos comunicantes, es reducir la función de nuestro ecosistemas fluviales a simples sistemas puestos al servicio del ser humano, sin importar las consecuencias ecológicas que ello conlleva, cuyos principales damnificados seremos nosotros mismos.
Artículo que me publica hoy eldiario.es:


martes, 4 de septiembre de 2018

EL REVERSO DE LAS EXPLOTACIONES AGRÍCOLAS

La agricultura de la Región de Murcia se ha lanzado a la vorágine de la exportación. Si hasta ahora era la UE, EEUU y los países árabes los receptores de los productos agrícolas murcianos, el nuevo objetivo es el mercado asiático. Lechugas, endibias, escarolas, cítricos, coles, coliflores, melones, uva… viajarán miles de kilómetros para surtir los mercados de China, Japón, Corea del Sur y otros países del lejano Oriente. Aunque esto supone una inyección de dinero a las empresas agrícolas de la región, esta política comercial pone en evidencia una tendencia que se produce en todo el planeta y que es fruto de la globalización capitalista: el auge de los llamados “alimentos kilométricos”, que conllevan costes ecológicos y sociales considerables.
“La industrialización de la agricultura, gran demandante de agua y necesitada de un uso masivo de fertilizantes y pesticidas de origen artificial… tiene como efecto directo la contaminación de los acuíferos y, en la Región, el deterioro del Mar Menor”
Se calcula que cerca del 70% de los alimentos consumidos en un país determinado provienen de un país extranjero, y que esos alimentos viajan, de promedio, casi 4.000 kilómetros desde el lugar de producción hasta el supermercado donde se consumen. Varias son las consecuencias de este trasiego de productos alimenticios de un lugar a otro. Desde el punto de vista ecológico, la emisión de gases de efecto invernadero debido al transporte de esos productos, agravando el cambio climático, es la principal consecuencia. La industrialización de la agricultura, gran demandante de agua y necesitada de un uso masivo de fertilizantes y pesticidas de origen artificial, usados para hacer frente a la demanda de productos agrícolas, tiene como efecto directo, como es sabido, la contaminación de los acuíferos y, en la Región de Murcia, el deterioro del Mar Menor, afectando al ecosistema más singular de nuestra región, además de afectar a nuestra salud. La homogeneización de los productos agropecuarios es otro efecto de la globalización alimentaria. Las dietas en diferentes partes del mundo se van pareciendo cada vez más, y los consumidores de los países importadores adquieren hábitos alimentarios alejados de sus tradiciones, empobreciendo su acervo cultural y atentando a su soberanía alimentaria, haciendo que aumente la dependencia a los alimentos importados.
Desde el punto de vista social, el movimiento de productos alimenticios de un lugar a otro supone, por un lado, la precarización del trabajo en los países exportadores, ya que, en nombre de la competitividad, los contratos eventuales con salarios bajos, principalmente a trabajadores inmigrantes, son la norma para conseguir que las empresas productoras consigan beneficios a corto plazo. En los países receptores de los productos alimenticios se verifica un aumento del precio de los alimentos básicos, debiendo las familias destinar un mayor porcentaje de su salario a la adquisición de esos alimentos, muchos de ellos de importación.
Para contrarrestar esta problemática, las organizaciones no gubernamentales nos aconsejan consumir los llamados alimentos “kilómetro cero” o de proximidad, es decir, los productos cultivados localmente, a menos de 100 kilómetros de distancia con respecto al consumidor y de temporada, es decir, lo que se ha hecho toda la vida. Este tipo de productos involucran a pequeños agricultores locales, lo que fomenta la economía de cercanía. Las ventajas son obvias: la ausencia de transporte de larga distancia y la no utilización de envoltorios de plástico disminuye la emisión de CO2; se reduce el desperdicio de alimentos debido a las deficiencias en el transporte y almacenamiento y los descartes innecesarios; seremos conscientes de los ciclos de las frutas y verduras si consumimos preferentemente productos de temporada. Como consumidores se puede hacer de un modo muy sencillo. Basta con leer las etiquetas y comprobar los lugares de origen de los productos.
Si desde las instituciones se potenciara la agricultura de cercanía, fomentando los mercados de productores locales, la agroecología, los productos de cercanía, de alta calidad, tal vez nos replantearíamos nuestros hábitos de consumo. Pero parece que la Consejería apuesta más por la industria alimenticia, cuyas consecuencias se han analizado más arriba, actividad que contribuye al cambio climático y al atentado de la soberanía alimentaria en los países receptores, siguiendo la lógica capitalista del modo de producción.
Artículo aparecido en La Crónica del Pajarito:

martes, 10 de julio de 2018

LA DESERTIFICACIÓN, UN RETO GLOBAL

Acaba de salir a la luz el último 'Atlas Mundial de la Desertificación', un informe realizado por la Comisión Europea, con el patrocinio de la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (CNULD), en el que se pone de manifiesto que la degradación de las tierras y la pérdida de suelo fértil ha aumentado desde la publicación del último estudio, hace ya 20 años. La primera edición de este estudio se realizó en 1992, en vísperas de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, y en 1998 apareció el siguiente informe. Según la ONU, la desertificación es la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas.
“En la Región de Murcia, la desertificación afecta a más del 50% del territorio, puesta de manifiesto por la erosión del suelo, acelerada por los incendios y la agricultura intensiva”
Los datos que se extraen de este último atlas no invitan al optimismo. Según éste, más del 75% de la superficie terrestre está ya degradada, pudiendo llegarse al 90% de aquí al 2050, lo que acarrearía un descenso del 10% en la productividad de los suelos, la pérdida de la mitad de las cosechas y, consecuentemente, el desplazamiento de 700 millones de personas, sobre todo en la India, China y Africa subsahariana. El cambio climático es el factor más importante que agrava la situación, acelerado por la deforestación salvaje en muchas áreas del planeta y la expansión de las actividades agrícolas.
El atlas presenta una visión de conjunto de las causas de esa desertificación, así como datos concretos que pueden servir para identificar los procesos biofísicos y socio-económicos que llevan a los usos insostenibles de los suelos. Así, el aumento de la población mundial (10.000 millones de habitantes en 2050), las migraciones a las áreas urbanas, el aumento de la superficie cultivada, la pérdida de bosques, que conllevan la disminución de la biodiversidad, debido sobre todo a los monocultivos como la palma o la soja, situaciones que están agravadas por la deslocalización y la globalización, así como la creciente demanda de agua para atender la producción agrícola e industrial, son algunos de los factores que aceleran los procesos de desertificación a nivel mundial, según este informe.
En la UE, la desertificación afecta al 8% del territorio europeo, sobre todo en el sur, este y centro del continente, alcanzando a 14 millones de hectáreas. Nuestro país es uno de los más afectados, y el sureste español, especialmente. Un equipo de investigación de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), instituto del CSIC, en Almería, liderado por el investigador Gabriel del Barrio, ha contribuido con dos estudios de caso en la Península Ibérica y en el Magreb, desarrollando una metodología específica para valorar y monitorizar el estado de madurez de los ecosistemas terrestres. En el caso de la Región de Murcia, la desertificación afecta a más del 50% del territorio, puesta de manifiesto por la erosión del suelo, acelerada por los incendios y la agricultura intensiva.
Si la degradación de los suelos es un problema global, sus efectos son locales y las soluciones deben ser de ámbito local, también. Así, limitar la expansión de las actividades agrícolas, sustituyendo grandes latifundios por pequeños productores, más eficientes en el uso de los recursos; adoptar buenas prácticas agrícolas (aterrazamiento, evitar roturaciones en pendientes elevadas, agroecología, etc.); adoptar dietas con mayor presencia de vegetales, reducir el consumo de proteína animal y, en todo caso, que ésta provenga de producción ecológica, y evitar el despilfarro de comida (en España se tiran 9 millones de toneladas de comida al año, 135 kilos por persona) son algunas de las medidas propuestas por la Comisión Europea que pueden contribuir a la solución de este grave problema que es la desertificación. Pongámonos manos a la obra.
Artículo aparecido hoy en La Crónica del Pajarito:

lunes, 28 de mayo de 2018

EL MEDIO AMBIENTE, REHÉN DEL GOBIERNO

El Gobierno de la Región de Murcia está promoviendo dos medidas que suponen un golpe al concepto de sostenibiidad como criterio principal para la toma decisiones políticas que tienen que ver con el medio ambiente. Por un lado, el viernes pasado, en el transcurso del Foro 'La Verdad'- Banco Sabadell, el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, anunció la tramitación de una Ley de Simplificación Administrativa para agilizar las evaluaciones y autorizaciones ambientales, con el objetivo, según él, de “apoyar a las empresas a ganar nuevos mercados, que allanen el camino para que puedan crecer y competir a escala global (…) desbloqueando aquellos expedientes que frenan la creación de puestos de trabajo y de riqueza”, usando el típico lenguaje que tan querido es por el neoliberalismo. Esta ley se ha redactado con el único apoyo de la patronal empresarial, verdaderos beneficiarios de unas medidas que facilitarían el desarrollo de proyectos empresariales que afectan al medio ambiente.
“La Ley de Simplificación Administrativa es el medio que tiene el Gobierno regional de allanar el camino para que las empresas que necesiten del preceptivo estudio de impacto ambiental estén libres de trabas legales y puedan actuar, en la práctica, sin impedimentos”
Para un cierto sector empresarial de nuestra región, el medio ambiente no es más que un obstáculo para sus fines, que no es otro que la obtención del máximo beneficio a costa del interés general. Se vio en el pasado, con los fallidos proyectos urbanísticos de Marina de Cope o el ahora investigado proyecto “Novo Carthago” (en el que están pendientes de procesamiento los exconsejeros Cerdá, Marqués y Bascuñana), y se comprueba con el proyectado macropuerto de El Gorguel: si se les dejara cancha libre, los espacios naturales serían pasto de cualquier proyecto faraónico que se les ocurriera, sin importar las consecuencias ambientales. La Ley de Simplificación Administrativa no es más que el medio que tiene el Gobierno regional de allanar el camino para que miles de empresas que pretenden realizar su actividad empresarial y necesiten del preceptivo estudio de impacto ambiental estén libres de trabas legales y puedan actuar, en la práctica, sin impedimentos.
La otra noticia que supone un jarro de agua fría a la sostenibilidad es la inminente firma del Pacto por el Agua entre PP, PSOE y Cs, acuerdo que incluye los calificados por López Miras como los “imprescindibles” trasvases, además de la desalación. Del PP y de Ciudadanos nos esperábamos esa postura, ya que para ellos eso del cambio climático y la escasez del agua es una falacia creada por sus enemigos para atacar al Gobierno. Pero que el PSOE se preste a esta maniobra viene a decirnos que todo vale para ganar votos, aunque sea contradiciendo a la presidenta de su propio partido, la exministra Narbona quien, en una reciente entrevista, abogaba de forma acertada por un cambio de actitud para dejar atrás “la política de la oferta” por una “mejor demanda de los recursos”, denunciando que la política del PP en materia de agua está basada en infraestructuras y trasvases, apelando a las recomendaciones de la Comisión Europea para mejorar la gestión de los recursos hídricos, al tiempo que propone realizar una auditoría en España “para conocer cuánta agua se utiliza, quién la paga y por cuánto”. Sabido es que la política trasvasista es un error, ya que actúa sobre un recurso, el agua, que, en un contexto de cambio climático como el que sufrimos, será cada vez más escaso.
Esa premura por aprobar estas dos medidas por parte del Gobierno de López Miras, una de ellas con la connivencia de los socialistas murcianos, está relacionada con el calendario de la presente legislatura. El posible triunfo de la moción de censura presentada en el Congreso por parte del PSOE como consecuencia de la reciente sentencia de la Gürtel podría trastocar los planes del PP en su política hidrológica, y la celebración de las elecciones autonómicas y municipales el año que viene les obliga a mover ficha para dejar atadas estas decisiones que podrían condicionar a un posible futuro gobierno de signo contrario al actual.
De nuevo el medio ambiente es rehén de las decisiones políticas del PP, y bien harían algunas formaciones políticas en pensar menos en términos de obtención de réditos electorales y más en el interés general, teniendo en cuenta la opinión de la comunidad científica.
Artículo publicado hoy en La Crónica del Pajarito:

jueves, 19 de abril de 2018

A VUELTAS CON LAS CRECIDAS DE LOS RIOS Y LOS TRASVASES

Una vez más, y tal y como ocurre cuando los ríos de las cuencas del norte de España van cargados de caudal, como consecuencia de las recientes lluvias y nevadas, en la Región de Murcia resurgen los comentarios acerca del “agua que el Ebro arroja al mar”, considerando los cauces de los ríos como simples tuberías que transportan agua de un sitio a otro, y obviando que las crecidas son una parte importante del ciclo fluvial. De nuevo hay que hacer pedagogía sobre las dinámicas de los ríos. Según la Fundación Nueva Cultura del Agua, las crecidas distribuyen y clasifican los sedimentos y ordenan la vegetación, y también lo limpian de especies invasoras y de poblaciones excesivas de determinadas especies, como las algas que han proliferado en los últimos años en tantos cauces.
“López Miras pasa por alto que la construcción de una obra faraónica del calibre del trasvase Ebro-Segura sería económica y ambientalmente insostenible”
Cuando el presidente López Miras se alarma porque “el río Ebro ha arrojado al mar en solo doce horas los hectómetros cúbicos de agua que necesitamos en la Región para todo un año”, pasa por alto que la construcción de una obra faraónica del calibre del trasvase Ebro-Segura sería económica y ambientalmente insostenible. Se estima que el coste real de esta obra superaría los 23.000 millones de euros, con una financiación parcial por parte de la UE. Sin embargo, la propia administración europea ya advirtió en 2014 que la planificación hidrológica española no cumple con varias de las exigencias de la Directiva Marco de Agua, sobre todo en lo concerniente a la construcción de las nuevas presas necesarias para este objetivo, así como a la justificación de los costes, normalmente indicados a la baja.
En nuestro país, tras estos episodios de crecidas catastróficas, se suele apelar a soluciones tecnológicas, con la construcción de motas, embalses y diques, además de sacar a relucir de nuevo la famosa “interconexión de cuencas”, contemplando esta posible situación de una manera a menudo simplista. Los especialistas advierten continuamente de las consecuencias ambientales y sociales de la realización de los grandes trasvases, debidas a la construcción de embalses y de conducciones. España ya cuenta con 1.225 grandes embalses, somos el quinto país del mundo con más infraestructuras de este tipo y el primero de la UE, y nuestros sistemas fluviales son de los más regulados del mundo. La interconexión de cuencas necesitaría aún de más infraestructuras.
La construcción de nuevos embalses supondría la desaparición de todo lo que queda dentro del vaso del embalse, incluido el desplazamiento forzoso de la población de la zona, y el impacto generado sobre el ecosistema fluvial, debido a la alteración importante en el régimen de caudales del río aguas abajo, con la pérdida de biodiversidad. Por su parte, la construcción de conducciones implicaría un efecto barrera para la fauna terrestre, impidiendo el tránsito natural de las especies de un lugar a otro; además, se produciría la introducción de especies alóctonas en las cuencas receptoras, produciendo desequilibrios ecológicos importantes.
La llegada de más agua de otras cuencas a la Región de Murcia, viendo los antecedentes, implicará un incremento insostenible en la demanda de los recursos hídricos, asociado al aumento de los regadíos y propiciará aún más la sobreproducción de productos agrícolas destinados a la exportación que únicamente favorecen a los grandes grupos empresariales, frente a los pequeños agricultores, sobre todo los que usan prácticas agroecológicas.
Por otro lado, las consecuencias catastróficas de las inundaciones son debidas, casi siempre, al hecho de haber ignorado el espacio modelado por las crecidas, habiendo permitido las distintas administraciones la construcción de bloques de viviendas, granjas, escuelas, polideportivos, industrias, garajes y todo tipo de infraestructuras en las zonas inundables de los ríos. Se calcula que en España hay más de 50.000 construcciones ilegales en el dominio público hidráulico, y que más de 700.000 españoles viven en zonas de riesgo de inundación.
Frente a esta situación, el sentido común nos dicta que, en un contexto de cambio climático, la manera de gestionar nuestros ríos de forma sostenible pasa por varias medidas, ampliamente repetidas por expertos ecólogos, partidos verdes y organizaciones ecologistas: aplicar una adecuada gestión de la demanda de agua, frente a la gestión de la oferta; respetar a los ríos, su función, su territorio y su dinámica; potenciar el uso de las desaladoras ya construidas, invirtiendo en investigación para la utilización de fuentes renovables de energía para la producción y distribución de agua desalada a un menor precio; y, sobre todo, es urgente un cambio en el modelo productivo agrícola, para salir de los procedimientos industriales, intensivos y contaminantes actuales.
Artículo publicado en La Crónica del Pajarito:

miércoles, 21 de febrero de 2018

ADAPTARNOS A LA ESCASEZ DE AGUA, LA ÚNICA SALIDA

El momento ha llegado. Tras años de advertencias por parte de científicos y organizaciones ambientalistas, la consecuencia más perjudicial y más temida para el ser humano debida al cambio climático está teniendo lugar en Africa Austral: la falta de agua potable para el consumo. El pasado 13 de febrero, las autoridades de la región de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, advirtieron que, para el próximo 11 de mayo, no saldrá una sola gota de agua de los grifos, debido a la sequía que padece la zona desde hace tres años, siendo éstos los más secos desde que se tienen registros, y 2017 el peor con tan solo 153,5 milímetros de lluvia acumulada. De aquí a entonces, los habitantes de la ciudad sudafricana tendrán limitado el acceso al agua potable a un total de 25 litros por persona y día, cantidad que se sobrepasa con una ducha de dos minutos y tirar una vez de la cadena.
“En Australia, Israel o Kuwait ya se están implementando soluciones como la desalinización movida por energía solar, la mejora en el reciclaje de las aguas residuales o la instalación de tanques de recogida de aguas pluviales en los edificios”
Son los primeros signos de un problema global que, según los expertos, pueden traer como consecuencia más extrema la “guerra del agua”. Según la ONU, 750 millones de personas en el planeta carecen de acceso al agua potable y casi dos millones fallecen cada año por razones relacionadas con este problema. Para 2030, la demanda de agua será un 40% mayor, por el aumento de población y su concentración en las ciudades, y en 2025 dos de cada tres personas en el planeta sufrirán restricciones en su suministro de agua. Muchos conflictos actuales, como la interminable guerra de Siria, tiene como parte de su origen una prolongada sequía que asoló el país entre 2007 y 2010, expulsando a cientos de miles de personas de las tierras y ciudades de Siria, donde fueron marginadas.
En Europa, nuestro país es en el que la sequía está siendo más severa. Desde que comenzó el año hidrológico, en España ha llovido un valor medio de 231 litros por metro cuadrado, un 28 por ciento menos que el valor medio normal. A pesar de las lluvias que han aliviado la situación en el norte del país, la reserva hidráulica española está ahora al 42,94% de su capacidad total, siendo especialmente grave en las cuencas del Guadalquivir (32,9%), del Tajo (37,61%), del Duero (37,90%) y, sobre todo, en la cuenca del Segura (16,2%). En Sudáfrica se estima que cuando los embalses que abastecen a la población lleguen al 13,5% de su capacidad se llegará al punto crítico del llamado “día cero” en el que el ejército se encargará de la distribución de agua potable en alguno de los 200 puntos habilitados para ello.
Sin llegar aún a ese extremo en otras zonas del mundo, es necesario empezar a anticiparse a esta situación que será cada vez más frecuente, aprendiendo de las experiencias desarrolladas en otros países, como Australia, Israel o Kuwait. Así, ya se están implementando soluciones como la desalinización movida por energía solar, la mejora en el reciclaje de las aguas residuales o la instalación de tanques de recogida de aguas pluviales en los edificios. En este sentido, es significativo que la Comisión Europea tiene abiertos contra España cinco procedimientos de infracción de la Ley de Aguas, al incumplirse los plazos para implementar la Directiva 91/271/CEE, sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas, y hay depuradoras urbanas señaladas por Europa que siguen sin estar ejecutadas o funcionando correctamente.
Pero lo más acuciante debe ser la reducción en el consumo de agua. Es sabido que el 80% del agua es usada en la agricultura y la ganadería. Ya hay experiencias que consiguen reducir considerablemente el uso de agua para los cultivos, como la realizada por la Facultad de Farmacia y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la Universidad de Sevilla, al desarrollar la técnica llamada de “riego deficitario controlado”, que consiste en reducir al máximo el riego en la fase de cultivo más resistente e ir incrementando el suministro de agua conforme comienza la fase de cultivo más sensible al estrés, consiguiendo un ahorro del 50% en agua de riego. Otras innovaciones son la aplicación de la “agricultura vertical”, que no requiere de suelo para la producción de alimentos y donde todos los recursos que se emplean –agua, fertilizantes, luz, energía– están controlados dentro de un sistema que favorece la recirculación el agua y se optimiza la energía empleada; o la permacultura, un sistema de producción agrícola basado en principios como la conservación del suelo o el bajo impacto ambiental de la producción, etc.
En definitiva, debemos adaptarnos, modificando el paradigma con el que nos hemos regido en las últimas décadas y aprendiendo de las experiencias y las investigaciones que nos brinda la ciencia. Sólo así estaremos preparados para el nuevo escenario que se nos presenta de escasez de agua.
Artículo aparecido hoy en La Crónica del Pajarito:

martes, 28 de noviembre de 2017

PALABRAS VANAS, RUIDO DE CAMPANAS

Fuente: CARM
Los grandes problemas que sufre la Región de Murcia, el paro, la pobreza, el estado del Mar Menor, el asunto del agua, el AVE y el soterramiento a su paso por Murcia, la contaminación atmosférica, entre otros, no encuentran con el PP la solución que merecemos, sino todo lo contrario. El partido que gobierna la región y el ayuntamiento de Murcia desde hace más de 20 años sólo ha actuado a golpe de declaraciones grandilocuentes y promesas largas veces incumplidas, si no directamente a base de mentiras que no se creen ni ellos.
“Las declaraciones falsarias y promesas de los gobiernos del PP llegan al paroxismo cuando se trata del medio ambiente”
Basta con repasar las hemerotecas para comprobar cómo los sucesivos presidentes regionales y sus consejeros, así como los alcaldes, han abusado de los anuncios estrella que no han llevado a ninguna parte. Así, en relación al desempleo en nuestra región, mientras el portavoz Víctor Martínez se jactaba en agosto pasado de ser la región donde “más baja el paro y más empleos se generan”, lo cierto es que, tanto en septiembre como en octubre, el desempleo aumentó en más de 3.000 personas, situándose en el 18,11% la tasa de paro en la Región de Murcia, casi dos puntos por encima de la tasa nacional. La pobreza se ha enquistado en un 28% de la población, limitándose el gobierno de López Miras a presentar a bombo y platillo, hace ya un mes, con la presencia del vicesecretario nacional de Política Social y Sectorial del PP, Javier Maroto, la llamada “ruta social”, sin medidas concretas sobre la mesa.
La serie de declaraciones falsarias y promesas lanzadas al aire por parte de los gobiernos del PP llega al paroxismo cuando se trata del medio ambiente. El Mar Menor sigue esperando la aplicación de medidas de urgencia anunciadas ya en 2016, a través de la anterior consejera de Medio Ambiente, Adela Martínez-Cachá, como la colocación de “filtros verdes”, así como la aprobación del Plan de Gestión Integral del Mar Menor, que debería haberse aprobado en 2012. En cuanto al problema de escasez hídrica, mientras López Miras asegura a los regantes que vendrá “el agua que nos merecemos”, nada se hace para cambiar el modelo agrícola imperante, ni para reducir las miles de hectáreas de regadío ilegal, al tiempo que se ha aprobado por parte del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente la construcción de una red de sondeos en el entorno del Mar Menor y del acuífero del campo de Cartagena, para la extracción de agua, situación que podría agravar el estado ya agónico de la laguna. A todo esto, se ha sabido que en Murcia se paga hasta 6,6 veces más cara el agua que en otras regiones.
“El objetivo del PP murciano es que el AVE llegue a Murcia de cualquier manera, aunque sea en superficie, en 2018, para presentarlo como un logro propio en las elecciones del año siguiente”
¿Y qué decir del soterramiento de las vías del AVE que no se sepa ya? Tanto el alcalde Ballesta como el presidente regional acumulan una gran cantidad de declaraciones sobre este tema, la inmensa mayoría de las cuales han sido dichas para salir del paso, siendo conscientes, creo yo, de que no se van a cumplir, habiendo colmado la paciencia de los vecinos y vecinas de las barriadas del sur de Murcia. De decir en mayo que estaría “siempre al lado de los vecinos y en la defensa de sus intereses”, Ballesta ha pasado a afirmar a comienzos de esta mes que “buscaría a otros interlocutores”, acusando además a la Plataforma Pro-Soterramiento de los actos vandálicos que se llevaron a cabo en fechas recientes. El objetivo del PP murciano es, claramente, que el AVE llegue a Murcia de cualquier manera, aunque sea en superficie, en 2018, para poder presentarlo como un logro propio de cara a las elecciones del año siguiente, aunque eso suponga ponerse en contra a cientos de miles de vecinos.
Por último, los picos de contaminación atmosférica que ha sufrido la ciudad de Murcia, agravados por la sequía y el cambio climático, son también el resultado de años de inacción por parte del consistorio. Se ha sabido que Murcia registra más del doble del valor límite diario de contaminación por ozono, con las consecuencias nefastas para el sistema respiratorio. Sin una política decidida en materia de movilidad sostenible, sin una apuesta clara por el fomento de la bicicleta, más allá del sistema de alquiler público, sin carriles bici suficientes que atraviesen el casco urbano y conecten con las pedanías, sin la mejora del transporte público urbano, y sólo con tímidas iniciativas en favor del vehículo eléctrico, como la promesa de la colocación de unos pocos puntos de recarga y la implantación del sistema Muving de alquiler de motos eléctricas, aún estamos lejos de conseguir revertir la situación.
Por el uso y el abuso, por parte de nuestros gobernantes, de anuncios, al final, se quedan en nada, se les podría decir aquello de “palabras vanas, ruido de campanas”.
Artículo aparecido hoy en La Crónica del Pajarito:

miércoles, 21 de junio de 2017

EL CAMBIO CLIMÁTICO NOS IMPONE SUS CONDICIONES

Recién entrados en el verano, algunos datos nos confirman que el cambio climático está aquí para quedarse. Las sucesivas olas de calor que asolan nuestro país, el comienzo de la temporada de incendios, inaugurada con el terrible incendio que ha sufrido Portugal, la falta de agua en el sureste para la agricultura, son signos que nos indican que, año tras año, las consecuencias del fenómeno ambiental de dimensión global por antonomasia son cada vez más graves, pero nuestros gobernantes aún no se han dado por enterados.
Según los expertos, las crecientes olas de calor que sufrimos son debidas a la cada vez menor diferencia de temperatura entre el Ecuador y el Polo Norte, por lo que son atraídos hacia Europa masas de aire del norte de África, aire seco y muy cálido. Nuestra región es la zona más sensible a estas olas de calor, asociadas a periodos prolongados de sequía y ausencia de precipitaciones. Está comprobado que el Ártico está cada vez más caliente. Sin ir más lejos, se ha recopilado la evolución de las temperaturas en el Ártico entre 1958 y 2016. En diciembre de 2016 se observó una anomalía en el Polo Norte, por el que esta región está 20ºC más caliente de lo que debería en esa época del año. La subida de las temperaturas por encima del punto de congelación hace que el hielo ártico se derrita, que se acelere la emisión del metano encerrado durante milenios en el permafrost, capa permanentemente helada, hasta ahora, gas que tiene un efecto invernadero 23 veces más elevado que el CO2, por lo que entramos en una espiral de aumento de emisiones, agravamiento del calentamiento global y mayor frecuencia de olas de calor.
“El modelo agrícola intensivo en nuestra región es demandante de cantidades ingentes de agua, y dependiente de un trasvase de una cuenca, la del Tajo, cada vez con mayor escasez de caudal”
En cuanto a la escasez de agua, asistimos día tras día a la falta de imaginación del sector agrícola, volviendo a a reclamar agua de donde sea y como sea, apoyados por el partido que gobierna en la Región de Murcia desde hace 22 años, que prometió, en un ejercicio de populismo irresponsable, que los agricultores murcianos tendrán agua “para siempre”, llegando a definirse nuestro flamante presidente como “trasvasista”, e ignorando, no sé si de forma premeditada, que la escasez de agua será algo con lo que tendremos que convivir a partir de ahora. El modelo agrícola intensivo que se practica en nuestra región, con productos que van destinados principalmente a la exportación, es demandante de cantidades ingentes de agua, y dependiente de un trasvase de agua de una cuenca, la del Tajo, que está cada vez en condiciones de mayor escasez de caudal. Los embalses de cabecera (Entrepeñas y Buendía), origen del trasvase Tajo-Segura, se sitúan en el 15% de su capacidad total y por debajo del umbral mínimo no trasvasable. Seguir reclamando agua de donde no hay es de una gran irresponsabilidad.
¿Y qué soluciones se barajan ante los problemas que sufrimos? Según los expertos, la prevención de los incendios forestales a medio y largo plazo pasa por la reactivación del mundo rural, mejor modo de garantizar la correcta conservación de los bosques, con la ganadería extensiva como método natural de limpieza de montes, con una política silvícola que apueste por especies arbóreas autóctonas, huyendo de las especies de crecimiento rápido, elegidas para su aprovechamiento económico, pero de gran capacidad combustible. En cuanto al problema del agua, según la Fundación Nueva Cultura del Agua, se impone un cambio de modelo productivo agrícola y turístico, con la gestión de la demanda como medio para adecuar las actividades económicas a la disponibilidad de agua, y no al revés, como se ha ido haciendo hasta ahora, al tiempo que se declare una moratoria para todos los proyectos planteados de consolidación y ampliación de regadíos, de acuerdo a lo establecido por la Directiva Marco del Agua.
De nuestra adaptación a las nuevas condiciones que nos impone el cambio climático dependerá nuestro desarrollo futuro, que tiene que ir unido indefectiblemente a la toma en consideración de los límites ambientales que nos pone la Naturaleza. Ir en contra de esas condiciones es condenarnos a que la situación se agrave en un futuro próximo, siendo cada vez más difícil la solución.
Artículo publicado hoy en La Crónica del Pajarito:

martes, 4 de abril de 2017

LA FALTA DE AGUA, SÍNTOMA DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Los últimos datos parece que confirman lo que ya se sabe. Los embalses españoles se encontraban al final del mes de marzo al 59,1% de su capacidad, a pesar de las últimas precipitaciones en casi toda la península, cantidades de agua muy inferiores a los valores normales en estas fechas, con 14 puntos porcentuales por debajo de la media de los últimos cinco años. Estos datos son debidos, sin duda, entre otras cosas, al cambio climático, a pesar de la negación del origen antrópico de la aceleración de este fenómeno por parte de algunos sectores, cuyos efectos se van a traducir en la conversión de nuestro país en general y de nuestra región en particular en una zona azotada por las sequías con cada vez mayor frecuencia.
Una de las zonas afectadas es la cabecera del Tajo, los embalses de Entrepeñas y Buendía que, actualmente, sólo almacenan menos del 18% de su capacidad total. A pesar de ello, desde las instituciones de la Región de Murcia, con el “investigado” Pedro Antonio Sánchez a la cabeza, secundado por el Sindicato Central de Regantes, celebraron el pasado 31 de marzo los 38 años de existencia del trasvase Tajo-Segura, reclamando la continuidad de esta obra faraónica que, en la época de su construcción, en los años setenta del siglo pasado, tal vez tenía su razón de ser, sobre todo porque se desconocía los efectos del cambio climático y las consecuencias de los grandes trasvases, pero que, en pleno siglo XXI, está demostrando estar condenada, en mi opinión, y en la de los principales grupos ecologistas, a una creciente inoperancia.
"Cuando, desde la Región de Murcia, se afirma alegremente que en el resto de España no falta agua, se ignora a sabiendas que los embalses españoles están cada vez más secos"
Cuando, desde la Región de Murcia, se reclama “solidaridad” con las regiones secas, se olvida que las regiones “cedentes” de agua están sufriendo también los efectos del cambio climático. Cuando se apela a los regadíos como fuente de crecimiento económico y riqueza, se olvida que este crecimiento ha dado como resultado efectos colaterales indeseables, como la degradación tal vez irreversible del Mar Menor, así como el impulso de un tipo de agricultura intensiva basada en pesticidas y fertilizantes derivados del petróleo que, además de afectar a la salud, agrava las emisiones de CO2. Cuando se afirma alegremente que “en el resto de España no falta agua”, se ignora a sabiendas que los embalses españoles están cada vez más secos. Cuando se continúa reclamando desde el recién creado Círculo por el Agua, que agrupa a los regantes de Murcia, Alicante y Almería, más agua para estas provincias, se obvia que la falta de este elemento marcará el devenir del presente siglo, hablándose incluso de una futura “guerra del agua”.


Lo que está claro es que la tendencia de los últimos años nos hace pensar que el problema de la falta de agua no sólo está lejos de solucionarse, sino que aún puede agravarse. El aumento, año tras año, de la temperatura media del planeta afecta al funcionamiento general del clima, produciéndose un menor régimen pluviométrico en determinadas regiones, como la nuestra; por otro lado, la alternancia de periodos de sequía con inundaciones puede provocar la contaminación del agua, según un reciente estudio publicado en la Universidad de Kansas.
Desde la Ecología Política venimos reclamando desde hace años que se articulen medidas para luchar contra el cambio climático, pero no parece que los gobiernos sigan este consejo. Cuanto antes nos adaptemos a la nueva situación de escasez de agua, menos traumática será la transición ecológica de la economía, es decir, el paso de una economía basada en los combustibles fósiles, generadora de emisiones de CO2 y agravante del cambio climático, a una economía basada en las energías renovables, el consumo responsable y el empleo verde, que tenga en cuenta los límites biofísicos del planeta.
Artículo publicado hoy en La Crónica del Pajarito:

lunes, 20 de marzo de 2017

LOS RÍOS COMO SUJETOS DE DERECHO

Una noticia ha pasado desapercibida entre la avalancha de corrupciones políticas (en las que la Región de Murcia ha sido una de las tristes protagonistas), elecciones en países europeos (como en Holanda donde, por cierto, los verdes han experimentado una subida espectacular) o la última pifia del presidente Trump. Resulta que, por primera vez en el mundo, un río neozelandés, el Whanganui, ha sido reconocido como sujeto de derecho, al serle otorgada la personalidad jurídica. Es decir que, a partir de ahora, podrá ser representado en un juicio, podrá denunciar a través de representantes legales a todas aquellas personas o empresas que pretendan atentar contra él; y este río (el tercero en longitud del archipiélago) será reconocido como un ente completo, desde su nacimiento hasta su desembocadura, afluentes incluidos. Esto está relacionado además con el hecho de que los maoríes, los indígenas de Nueva Zelanda, llevaban 160 años pidiendo el reconocimiento del río como una entidad viva.
“Frente a la consideración del río como un ser vivo íntegro por los maoríes, el ser humano occidental le niega esa condición, reclamando “agua de donde sobra a donde falta” y considerando que los ríos “tiran el agua al mar”, entre otras lindezas”
Qué diferente al tratamiento que han recibido y reciben en España los ríos. Se les fragmenta con multitud de embalses, rompiendo sus características ecológicas como un continuo, se trasvasa agua de una cuenca a otra sin ningún miramiento, causando multitud de impactos, desde el paisajístico, con la construcción de enormes muros de hormigón, hasta la modificación del proceso natural de erosión y transporte de sedimentos, el régimen de caudales y la calidad del agua, la obstaculización del movimiento natural de la flora y la fauna autóctonas y el aceleramiento de la adaptación de especies exóticas. Cada comunidad autónoma por la que discurren se cree con derechos adquiridos sobre la porción de río que les toca, entrando continuamente en conflicto con la región adyacente o el país vecino por el uso del agua. Pero lo más flagrante es el hecho de que, en nuestro país, se tiene una concepción materialista y economicista de los ríos, siendo tratados como meros recursos naturales, es decir, como fuentes de riqueza, al extraer agua de ellos como si de simples canales de riego se tratara, además de ser canalizados, desprovistos de su vegetación de ribera y ser objeto de vertidos contaminantes, entre otros.
La concepción que de los ríos tenemos en el mundo occidental en general, y en España en particular, está directamente asociada con el hecho de que nuestra especie, al menos en nuestro entorno más inmediato, se ha alejado de la naturaleza, perdiendo nuestra relación íntima con este tipo de ecosistemas. Frente a la consideración del río como un ser vivo íntegro por parte de los maoríes, el ser humano occidental le niega esa condición, reclamando “agua de donde sobra a donde falta” y considerando que los ríos “tiran el agua al mar”, entre otras lindezas.
"Ignorar a los ríos y zonas húmedas, o maltratarlos, puede acarrear consecuencias indeseables difíciles de calibrar"
A la apreciación de los ríos como sujetos de derecho se suma, últimamente, la consideración, por parte de algunos tribunales, de los grandes simios como “personas no humanas”, es decir, también merecedores de derechos y deberes, por ser seres inteligentes y sensibles que merecen un respeto, actitud que se ha perdido en la civilización moderna, pero no en pueblos milenarios como los indígenas amazónicos. Algo está cambiando, desde luego.
Estos hechos nos deben hacer reflexionar sobre cómo en Occidente, al contrario que en las culturas más antiguas, más conectadas con la naturaleza, no somos conscientes de los servicios que nos brindan los ecosistemas fluviales, como ser fuente de alimentos, de conocimientos científicos, de energías renovables, de fertilidad del suelo, de biodiversidad, etc., además del disfrute estético que nos ofrecen. Ignorar a los ríos y zonas húmedas, o maltratarlos, puede acarrear consecuencias indeseables difíciles de calibrar, cosa que culturas como la maorí entienden perfectamente, y de los que deberíamos aprender.
Artículo `publicado hoy en La Crónica del Pajarito: