lunes, 12 de septiembre de 2022

¿CRISIS? ¿QUÉ CRISIS?

En 1975, el grupo británico Supertramp publicó un álbum titulado “Crisis What Crisis?”, con una portada en la que aparece un turista que se tuesta al sol junto a una sombrilla, ajeno a una serie de chimeneas que escupen humo y chabolas miserables que se vislumbran a su espalda. Aunque este disco surgió tras la crisis del petróleo de 1973, es perfectamente aplicable a la situación actual, con la crisis climática y la desigualdad social que se acentúa año tras año.

En nuestro país hay una serie de partidos políticos y grandes empresas que actúan como el turista de esta mítica portada, como si el calentamiento global, la situación de pobreza de un sector de la población o la invasión de Ucrania por parte de Putin no existieran. Sin hablar de la ultraderecha, que son negacionistas por sistema, contradiciendo todos los informes científicos y demostrando una ignorancia supina, la derecha española hace tiempo que ha decidido ir en la dirección contraria a lo que la situación aconseja, a pesar del cambio de líder de la oposición, cuya supuesta “moderación” se ha visto rebatida por la realidad de sus declaraciones.

Así, frente a la necesidad de potenciar las energías renovables, el PP apuesta por la energía nuclear y las plantas de carbón, aunque está demostrado que la energía nuclear no es neutra en cuanto a las emisiones de CO2, que la construcción de nuevas plantas exigiría de 10 a 15 años de construcción e inversiones multimillonarias, que se dependería del suministro de uranio, un tercio del cual proviene de Rusia, además de que la situación de sequía y elevación de la temperatura de los ríos dificulta su función como refrigerante de los reactores. Pero sin duda una de las razones más poderosas para rechazar su uso es que, incluso triplicando la capacidad nuclear mundial, únicamente daría lugar a un 6% de reducción de las emisiones de carbono, según la Agencia Internacional de la Energía. 

Ajenos a la situación precaria a la que se enfrentan millones de españoles, el PP ha votado sistemáticamente en contra de todas las medidas que puedan aliviar esa circunstancia, como el aumento del SMI, la reforma laboral que ha permitido el aumento de la contratación indefinida, los ERTE, las ayudas a las familias o la gratuidad en el transporte público, entre otras medidas anticrisis. A pesar de presentarse como “defensores de España”, lo cierto es que no defienden los intereses de la mayoría de los españoles, sino solamente el del 5% más rico.

¿Y qué decir de las grandes empresas? Tanto los bancos como las empresas energéticas, aunque defienden legítimamente los intereses de sus accionistas, olvidan que en 2011 se rescató con 60.000 millones de euros de todos y todas a los bancos, esos mismos bancos que, en 2021, en esta situación de crisis, consiguieron unos beneficios de 20.000 millones, el mayor beneficio en la última década. También las grandes energéticas españolas han aumentado sus beneficios; las energéticas del Ibex 35 cuadriplicaron su beneficio en 2021 con respecto al año anterior y este año han mejorado las cifras en los seis primeros meses con respecto al mismo periodo de 2021. Además, en España, el número de millonarios se incrementó el año pasado en un 4,4%, hasta alcanzar las 246.500 personas. Son 10.400 más que en 2020, que vieron incrementada su riqueza en un 5,3%.

Mientras la mayoría de la población sufre la subida de los precios, la inflación, la precariedad, y somos testigos directos de las consecuencias de la emergencia climática, con olas de calor, incendios, granizadas violentas, inundaciones, hay un pequeño sector privilegiado que se pregunta “¿Crisis? ¿Qué crisis?”, como aquel consejero madrileño que no veía pobres por las calles o la estrella del fútbol francés y su entrenador que se reían ante la sugerencia de usar el tren en vez de los jets privados. Lo peor es la ceguera de la derecha política española y su postura de defender esos privilegios. 

La crisis ecológica, económica y social por la que atravesamos requiere de decisiones valientes y de un cambio de paradigma si no queremos estrellarnos contra el muro del colapso de aquí a unas pocas décadas, y esas decisiones se deberán tomar a pesar de la actitud negacionista de ese pequeño sector privilegiado. 

Artículo aparecido en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/crisis-crisis_132_9304736.html

UNAS MEDIDAS NECESARIAS

Las medidas para paliar la crisis energética que ha aprobado el gobierno ha desencadenado toda una serie de respuestas hiperbólicas y bulos por parte de la derecha, y no digamos de la ultraderecha, que directamente niega la existencia del cambio climático. Desde protestas porque, según ellos, si se apagan los escaparates aumentará la inseguridad ciudadana, especialmente para las mujeres, o que si se cierran las puertas de los comercios si se tiene conectado el aire acondicionado o la calefacción en invierno disminuirán las ventas, hasta plantes como el de la presidenta de la Comunidad de Madrid quien, a los pocos minutos de que el gobierno anunciara estas medidas, ya sacó un tuit en el que rechazaba aplicarlas porque provocaría “oscuridad, pobreza y tristeza”, llegando su consejero de Educación y portavoz del gobierno madrileño, Enrique Ossorio (el mismo que no ve pobres en la calle) a llamar a la desobediencia alentando a los comercios a apagar sus escaparates sólo durante 10 segundos, con lo que, según, él, no se incumpliría la ley. 


El paroxismo a estas protestas se alcanza cuando tanto el gobierno de Madrid como sus imitadores, los gobiernos de López Miras, Mañueco y Moreno Bonilla han anunciado recursos al TC para frenar la aplicación de estas medidas o, al menos, que sus servicios jurídicos buscarían opciones para evitar aplicarlo. Feijóo, como buen gallego, no aclara si el PP nacional recurrirá o no, en el más puro estilo Rajoy.


Además de ser falsas, como la mayoría de los desastres anunciados por la derecha cuando este gobierno aprueba medidas, ya sea la reforma laboral, ya sean las medidas anti-Covid o los ERTE, estas decisiones van en la linea de lo que se hace en toda Europa, espoleadas por la guerra de Ucrania y la más que probable recesión de este otoño por el corte en el suministro de gas por parte de Rusia a los países europeos, Alemania a la cabeza, advertida por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Van der Layen, perteneciente al Partido Popular Europeo, por cierto. La oposición, como siempre, obvia que esta decisión no es algo que el gobierno haya tomado de forma aislada, sino que se siguen las consignas de Europa para hacer frente a esta emergencia energética.


Si en España hay quien se queja de estas medidas, en el resto de Europa irán mucho más allá. Así, en Alemania se va a cortar el agua caliente en oficinas, colegios y gimnasios a partir de mediados de septiembre, se cerrarán las piscinas climatizadas y se reducirá el alumbrado público al 70% de su potencia a partir de las 11 de la noche, se apagará el alumbrado de los monumentos, además de limitarse la temperatura de la calefacción a 17ºC en invierno. En Francia, además de anunciar la potenciación de las energías renovables el pasado 27 de julio, mediante la aprobación de leyes que acelerarán la puesta en marcha de plantas solares y de plantas eólicas “offshore”, se ha aprobado el apagado de la publicidad luminosa entre la 01.00 h y las 06.00 h, el cierre de las puertas de los comercios climatizados bajo multas de 750 €, y se baraja la reducción de la velocidad máxima a 110 km/h en autopistas y a 80 km/h en carreteras convencionales este otoño. Irlanda, Italia, Países Bajos, Grecia, etc., todos los países de la UE han aprobado este tipo de medidas.


La situación de posible recesión a partir de este otoño por el corte en el suministro de gas ruso puede constituir un ensayo general ante la situación de escasez de recursos naturales que, según nos dicen los científicos, nos espera de aquí a unas pocas décadas. El pico del petróleo (momento en que se alcanzó el máximo de producción de petróleo convencional) ocurrió en 2005. El pico del gas se alcanzará en algún momento entre 2020 y 2030. A partir de ahora, y sin tener en cuenta la guerra de Ucrania, ya se prevé un descenso en la disponibilidad de esas materias primas, además de otras como metales raros (litio, níquel, grafito, manganeso y cobalto, entre otros) necesarios para las tecnologías más avanzadas, que nos deben hacer cambiar de hábitos a la ciudadanía y de políticas energéticas, de movilidad y de producción a la mayoría de los países, empezando por los países occidentales. 


Ya va siendo hora de que determinados partidos políticos dejen de usar estos temas de extrema gravedad para hacer una oposición sin un ápice de sentido de estado, a base de ocurrencias, y empiecen a pensar en una situación que nos afectará a toda la ciudadanía de un modo directo en unos pocos meses y que, seguramente, les tocará gestionar en un futuro cercano.


Artículo aparecido en el diario.es:


https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/medidas-necesarias_132_9229838.html