martes, 26 de agosto de 2025

OTRO MODELO TURÍSTICO ES POSIBLE


Nuestro país está condenado a morir de éxito en relación al turismo. Cada año que pasa se baten récords de afluencia de turistas en España. Si en 2024 se alcanzó la cifra de 94 millones de visitantes extranjeros, sobre todo británicos, alemanes y franceses, está previsto que en 2025 se alcancen los 98 millones. A la Región de Murcia llegaron más de 1,1 millones de turistas en 2024, y en el primer cuatrimestre de este año, más de 320.000 visitantes internacionales eligieron la Región entre enero y abril, lo que supone un incremento del 19,8% respecto al mismo período de 2024.

Esta avalancha de turistas tiene su cara, la lluvia de millones que caen en nuestro país, sobre todo en las zonas costeras. El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) prevé que en 2025 el sector de viajes y turismo en España podría alcanzar un nuevo máximo histórico, con una contribución estimada de 260.500 millones de euros al PIB, lo que equivaldría a casi el 16% de la economía nacional. 

Pero estas cifras esconden una cruz, tanto en aspectos sociales como ambientales. Desde el punto de vista social, destaca la precariedad laboral, con empleos temporales y de baja cualificación, con largas jornadas y bajos salarios. Según un estudio realizado por la Universidad de Alicante en 2022, un 40,6% de los trabajadores de hostelería se encuentran por debajo del umbral de los 1.200 euros brutos mensuales y, a menudo, son puestos sobrecualificados, es decir, que el nivel de formación de las personas empleadas es más elevado que el requerido para esos puestos. 

Otro problema social asociado al turismo de masas es la gentrificación, es decir, el desplazamiento de las comunidades locales por el auge de los alquileres turísticos y el aumento de los precios de las viviendas, cuyo exponente máximo lo encontramos en Baleares, donde ni siquiera las personas que acuden a trabajar pueden costearse una vivienda, ya que éstas están destinadas principalmente al turismo extranjero de alto poder adquisitivo. Pero esto ocurre en otras regiones españolas, como Andalucía, Canarias, Cataluña, Cantabria o Comunidad Valenciana. El alto precio de los hoteles, que ha aumentado un 40% con respecto a antes de la pandemia, es otro factor negativo del turismo.

Desde el punto de vista ambiental, la degradación de los ecosistemas costeros es el principal problema detectado. Así, un 36,5% de la línea de playa está urbanizada en España, y más de un tercio de los ecosistemas colindantes han sido destruidos por el actual modelo de producción y consumo. El turismo de masas produce un aumento del consumo de agua, de la generación de residuos y de la emisión de gases de efecto invernadero procedentes tanto de la propia actividad turística como de los vuelos internacionales. Ese aumento del tráfico aéreo propicia la ampliación de aeropuertos, como las proyectadas en los de El Prat, en Barcelona, o en el de Málaga, con graves impactos ambientales en el entorno.

Todos estos problemas tienen su reflejo en la percepción que tiene la sociedad española del turismo de masas. Así, según un estudio realizado este mismo mes de julio por la SEO/Birdlife, casi nueve de cada diez españoles creen que el turismo masivo impacta negativamente en el medio ambiente, y más de la mitad, concretamente el 58%, considera que lo hace de forma importante. Además, son cada vez más frecuentes las manifestaciones de las poblaciones locales para protestar por este modelo turístico depredador, como en Canarias, Cataluña y Baleares. 

Pero, ¿qué soluciones podrían aplicarse al problema del impacto negativo en el territorio y en las condiciones laborales precarias? Desde las instituciones, se deberían destinar más fondos a la planificación y menos a la promoción del turismo, para mejorar la gestión. La eliminación de los pisos turísticos ilegales es otra herramienta de que disponen los gobiernos autonómicos y locales para limitar la afluencia de turistas. La desestacionalización del turismo es otra medida adecuada para no concentrar la actividad en los meses estivales. El mantenimiento del control local del turismo, para no dejarlo en manos de inversores y franquicias internacionales y la sustitución del número de pernoctaciones por otros indicadores como el Índice de Progreso Social (IPS) ligado al turismo, aplicado en Costa Rica desde 2016. Este índice evalúa cómo el éxito económico se traduce en beneficios sociales y ambientales para las comunidades locales, no solo en ingresos meramente monetarios. 

En la Región de Murcia se acaba de constituir el Consejo Asesor de Turismo, que agrupa a las principales asociaciones de hosteleros y representantes de la administración regional, con el objetivo de implementar “un nuevo modelo de colaboración público-privada que aspira a consolidar el turismo como un motor prioritario regional, buscando impulsar un modelo turístico sostenible, generador de empleo y riqueza”. Sin embargo, bajo mi punto de vista, faltarían en este Consejo Asesor organizaciones vecinales y ambientalistas que vigilasen que, efectivamente, se persigue un modelo sostenible ambientalmente y justo socialmente y no solo la obtención de beneficios.

En esta época estival es el momento de replantearse el modelo actual de turismo masivo para transformarlo en un modelo que no atente contra los derechos laborales y contra el medio ambiente. No hacerlo nos condena a matar la gallina de los huevos de oro y a destruir una industria que debe adaptarse al siglo XXI, con el cambio climático como telón de fondo, que también influirá en el futuro del turismo mundial. 

Artículo publicado en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/modelo-turistico-posible_132_12505198.html


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