viernes, 29 de julio de 2016

ALGUNAS CONSIDERACIONES PARA UN GOBIERNO DE CAMBIO


Tras la vorágine de la campaña electoral (¿acaso se ha dejado de estar en campaña desde diciembre pasado?), los análisis de las causas de los resultados del 26J y el inicio de las conversaciones entre los distintos partidos salidos de las urnas para formar gobierno, que ocupará varias semanas, parece que se ha ralentizado el ritmo político en nuestro país.
Este ritmo más pausado es proclive a la reflexión, a la búsqueda de soluciones a la grave crisis ecológica, social y política en la que estamos inmersos. Esas soluciones deben dar respuesta a varios retos que tenemos ante nosotros, algunos de los cuales parecen no estar sobre la mesa a la hora de negociar las distintas opciones de gobierno. ¿Cuáles son esos retos? Los hay que son evidentes y reales, pues son los más cercanos a la vida cotidiana de la gente: el paro (sobre todo el juvenil y el de larga duración), la violencia de género, las pensiones del futuro, la corrupción (que detrae fondos públicos de todos), el acceso a la vivienda, la educación, la sanidad… Otros asuntos, que algunos insisten en poner de relieve, inciden menos en la vida de la amplia mayoría de la sociedad, como la posible independencia de Cataluña o las vicisitudes de Venezuela.
“El PIB sólo refleja el aspecto monetario de la economía, pero no el grado de bienestar de la sociedad, el estado de salud de los ecosistemas ni las condiciones de los trabajadores”
Pero hay un tercer grupo de retos que están ausentes del debate político. Los partidos (salvo excepciones) los obvian, tal vez porque no producen rédito electoral o porque, en el fondo, no les conceden la importancia debida, a pesar de que nos condicionarán, si no lo hacen ya, la vida a una gran mayoría. Me refiero a la energía y nuestra dependencia de los combustibles fósiles, a los problemas relacionados con el agua y al cambio climático, aspectos que influyen en los otros, principalmente sobre el empleo. Está claro que estos asuntos exceden el ámbito nacional, y que es necesario una actuación conjunta de los países europeos (e incluso a nivel mundial) para salir de la espiral que nos llevará irremisiblemente al colapso en unas pocas décadas. Pero desde el futuro gobierno español, sea del signo que sea, se pueden y se deben implementar medidas para abordar los cambios necesarios en estos ámbitos.
España depende en un 82% de la importación de fuentes de energía, petróleo y gas natural, que nos cuestan más de 45.000 millones de euros al año. El carbón, causante del 13% de las emisiones de CO2 en España, sigue estando subvencionado, mientras que el cierre inmediato de la totalidad del parque nuclear español no supondría riesgo alguno para la garantía de suministro eléctrico, según los expertos, debido a que tenemos una sobrecapacidad energética del 40% en el momento de máxima demanda. La solución pasa por legislar de una vez por todas para permitir el autoconsumo energético, derogando las penalizaciones que el gobierno de Rajoy impuso en 2015, y por darle un impulso definitivo a las energías renovables, el sector industrial más maltratado por el PP.
El cambio climático y el agua están íntimamente ligados. Debido al avance del primero, la escasez del segundo es cada vez más acuciante. El aumento de la temperatura media del planeta, especialmente en algunas zonas como la cuenca mediterránea, las sequías y su contrapartida, las inundaciones, afectarán a la seguridad alimentaria y la producción agrícola, sobre todo de aquellos cultivos que demandan grandes cantidades de agua, como los nuevos regadíos que dependen en España de los trasvases. Un ejemplo de las consecuencias del cambio climático lo estamos sufriendo en la zona del Mar Menor, con la transformación dramática de la laguna debido a los vertidos de residuos salobres de los pozos emitidos durante décadas, que han degradado, tal vez de forma irreversible, este ecosistema.
Otro paradigma que los partidos políticos en liza deben revisar de cara a la formación de gobierno es el dogma del crecimiento. Parece que todos aceptan sin ambages que el crecimiento económico es la panacea a todos los males y que nos sacará de la crisis. Pero está demostrado que, además de que el planeta no aguantará los daños colaterales del crecimiento (emisiones de CO2, pérdida de biodiversidad, contaminación, etc.), el aumento del PIB sólo refleja el aspecto monetario de la economía, pero no el grado de bienestar de la sociedad, el estado de salud de los ecosistemas ni las condiciones socio-laborales de los trabajadores.
En este período de transición entre el gobierno en funciones y la formación del nuevo equipo, es hora de que todos estos temas entren en la mesa de negociaciones para que, por fin, se aborde definitivamente un cambio de modelo económico que tenga en cuenta los límites biofísicos del planeta.
Artículo publicado en La Crónica del Pajarito:

jueves, 16 de junio de 2016

EL PAISAJE SONORO, INDICADOR DE LA SALUD DE LOS ECOSISTEMAS


Recientemente ha aparecido en los medios una noticia que ha pasado desapercibida entre la vorágine de la campaña electoral, las últimas declaraciones de los líderes políticos (porque todos son hombres) y las insufribles tertulias sobre los resultados futbolísticos de “la roja”. El músico y ecologista norteamericano Bernie Krause se ha dedicado durante décadas a grabar los sonidos de la naturaleza, a lo largo y ancho del planeta. Su catalogo incluye miles de horas de grabación de sonidos procedentes de más de 15.000 especies animales terrestres y marinos (sonidos a los que llama biofonías), pero también de sonidos producidos por la parte no biológica de los ecosistemas (las geofonías) y sonidos no musicales producidos por el ser humano (las antrofonías, más comúnmente conocidas como ruido). Estos tres factores, combinados entre sí, forman lo que se llama el paisaje sonoro.
“La extinción de especies en las ciudades ya se comprueba con la reducción de las poblaciones de gorriones, de algunas rapaces o la desaparición de las abejas”
Pues bien, se ha hecho público un fenómeno que ya sabemos por los estudios científicos, pero es la primera vez que esto se pone de relieve a través del sonido (aunque más bien deberíamos decir de su ausencia): la desaparición a marchas forzadas de miles de especies, debido principalmente al cambio climático, a la explotación de los recursos naturales y a la destrucción de hábitats. Krause grabó de forma periódica el paisaje sonoro del Parque de Sugarloaf Ridge, en California, entre 2004 y 2014. La audición de esas grabaciones nos informa de un hecho espeluznante. En esos 10 años, se ha pasado de una mezcla cacofónica de sonidos de aves, sobre todo (aunque también de otros grupos que contribuyen de un modo menos evidente al paisaje sonoro, como anfibios, reptiles o insectos, entre otros) a la casi totalausencia de sonidos, reflejándose la extinción de especies de un modo dramático, a través del silencio. De hecho, el propio Krause reconoce que el 50% de los sonidos naturales captados y registrados por él desde los años 60, o bien han desaparecido, o bien han sido radicalmente modificados por la acción humana. Los estudios científicos predicen que en 2050, la cuarta parte de las especies habrán desaparecido, muchas de ellas sin que ni siquiera las hayamos descubierto.
A nivel más cercano, es evidente que el paisaje sonoro de nuestras ciudades y campos se ha visto modificado de modo palpable. Las amenazas que sufren el lobo ibérico, el oso pardo, el águila imperial o el urogallo, por citar algunos de los más espectaculares, transforman el paisaje sonoro de los ecosistemas naturales. Aunque estas especies constituyen la punta del iceberg. Se calcula que más de 150 especies animales están en riesgo de desaparición en nuestro país. Las ciudades también sufren el impacto sonoro de la extinción. La transformación de paisajes silvestres, eliminando árboles viejos con oquedades, suprimiendo la vegetación de ribera de los ríos, la contaminación atmosférica y la lumínica, la fumigación de parques y jardines, la excesiva siega del césped de los jardines, la urbanización salvaje sin orden ni planificación, el diseño de plazas desprovistas de arbolado, son factores que contribuyen a reducir la biodiversidad urbana, como ya se comprueba con la reducción de las poblaciones de gorriones, de algunas especies de rapaces o la desaparición de las abejas.
De seguir así, dentro de poco, en nuestras ciudades habrá desaparecido el sonido de las aves, y solamente tendremos que sufrir el ruido del tráfico motorizado y de las obras. Como el propio Bernie Krause afirma, “si se dice que una imagen vale más que mil palabras, un paisaje sonoro vale más que mil imágenes”. El paisaje sonoro es la plasmación sensorial del estado de salud de los ecosistemas. Cuanto mayor sea la variedad y riqueza del abanico de sonidos naturales que nos rodea, mayor será la evidencia del buen estado de conservación de la naturaleza. No dejemos que los paisajes sonoros se empobrezcan.
Articulo publicado en La Cronica del Pajarito:


domingo, 29 de mayo de 2016

LA "LIBERTAD EDUCATIVA", ESA FALACIA NEOLIBERAL


Mariano Rajoy, en su reciente visita a la Comunidad Valenciana, y aprovechando la manifestación organizada por la llamada Mesa por la Educación en Libertad, integrada por las escuelas católicas, el foro valenciano de la familia, el sindicato USO (¿qué hace este sindicato en este grupo?) y el propio PP de la Comunidad Valenciana, a favor de la escuela concertada, calificó de “ataque a la libertad educativa” la iniciativa del gobierno valenciano, formado por PSOE y Compromís, de potenciar la educación pública en detrimento de la privada concertada, revirtiendo la política educativa del anterior gobierno popular que, en 20 años, ha dejado 834 aulas menos en la pública y 95 más en la concertada.
Nuestros gestores educativos miden todos sus pasos y adoptan todas sus decisiones en función del tan recurrido informe PISA, que tantos quebraderos de cabeza da a los ministros de Educación españoles de turno. Tienen como único objetivo mejorar los resultados de estas pruebas diagnósticas, a pesar del aluvión de críticas recibidas por los especialistas en cuanto a su idoneidad y su utilidad para incidir en la mayor capacitación del alumnado (aspecto bastante cuestionable, porque, al final, tal y como ocurre con los tests de inteligencia, las pruebas PISA miden la capacidad de hacer los propios tests, centrándose en las tareas más repetitivas y sin abordar otras competencias, como la capacidad reflexiva o la relacional, tan importantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero ese es otro debate).
“Nos encontramos ante un círculo vicioso de segregación social que aboca a una importante merma de la equidad y la igualdad de oportunidades”
Con el excusa de los sucesivos informes PISA, el PP ha lanzado su particular ley educativa, la LOMCE, que incluye pruebas externas, rankings de centros y la aplicación de la ideología neoliberal en la educación, reduciendo la igualdad de oportunidades, sin tener en cuenta las particularidades socioeconómicas de cada centro y degradando la educación pública con la masificación en las aulas, el aumento de la carga de trabajo del profesorado y la reducción de las plantillas, en beneficio de los centros concertados.
Pues bien, Rajoy parece obviar que en el país que tanto se cita como el modelo a seguir, Finlandia, el 98% de los centros escolares son públicos, no existiendo el concepto de “centro concertado”, como en España, es decir, aquellos centros privados que reciben fondos públicos, pero que siguen su particular criterio empresarial y/o doctrinario en su proyecto.
Si este tipo de centros aplicaran los mismos criterios que los centros públicos, como la integración al mismo nivel que la pública de alumnado inmigrante o con dificultades de lenguaje y necesidades especiales, habría menos que objetar, pero los centros educativos concertados encuentran la manera de seleccionar a su alumnado, casi siempre según sus características socioeconómicas, mediante el pago de cuotas “voluntarias” por una serie de servicios. Con ello nos encontramos ante un círculo vicioso de segregación social, camuflado bajo el argumento de la “libertad de elección de centros por parte de las familias” que, de seguir permitiéndose, aboca a una importante merma de la equidad y la igualdad de oportunidades en nuestro sistema educativo.
Hay que desmentir la idea de que los centros privados ofrecen una mayor calidad de enseñanza. Numerosos estudios demuestran que la calidad es similar o incluso superior en los centros públicos, una vez descontados los factores socioeconómicos. Tampoco los resultados de los estudios realizados respaldan una hipotética mejor formación en valores en los centros concertados con respecto a los centros públicos.
Se debe desterrar, por tanto, la falsa idea de la mejor calidad de la enseñanza concertada, que únicamente persigue objetivos económicos, tratando a su alumnado más como clientes que como educandos. La Administración Pública debe velar con mayor énfasis por la igualdad plena en el acceso a todos los centros sostenidos con fondos públicos, revisando a la baja o incluso retirando las subvenciones a aquellos colegios que incumplan las cláusulas legales que les son de aplicación (que son casi todos). La tendencia debe ser, a medio plazo, la desaparición de los conciertos educativos, mediante la potenciación de la educación 100% pública, de calidad, integradora, inclusiva, laica y totalmente gratuita.
Artículo publicado el viernes 27 de mayo en La Crónica del Pajarito: