viernes, 28 de abril de 2023

UNA VISIÓN MIOPE


Fotografía de archivo de una mujer durante una manifestación en la que
muestra dos tubos de ensayo con agua del mar Menor analizada en
fosfatosy nitratos. EFE/Marcial Guillén

La voracidad de la agroindustria, apoyada por los gobiernos del PP y Vox, está poniendo en peligro dos de las joyas ambientales de nuestro país: el Parque Nacional de Doñana y el Mar Menor. La consecución de beneficios rápidos con la superproducción de frutas y hortalizas debido a la obtención de varias cosechas al año, fuera de los ciclos naturales de las plantas, la mayoría destinada a la exportación, sustentada por mano de obra barata, precaria y, a menudo, migrante, produce efectos colaterales indeseables, tanto sociales como ambientales. La desecación de Doñana y la contaminación del Mar Menor son los más visibles.

Aunque estos dos humedales son los más mediáticos, el Fondo Mundial para la Naturaleza señala otros dos puntos negros en nuestra península: las Tablas de Daimiel (en Castilla La Mancha) y el acuífero de Arenales en Castilla y León. En el primer caso, se calcula que más de 50.000 hectáreas se cultivan con agua extraída ilegalmente, siendo 25.000 las hectáreas regadas de forma ilegal en las inmediaciones del acuífero de Arenales. Pero no son los únicos. La Albufera de Valencia, el delta del Ebro o la Albufera de Mallorca son también espacios amenazados por la presión turística, la agricultura intensiva y el cambio climático.

El pasado 2 de febrero se celebró el Día Mundial de los Humedales. Se estima que el 35% de los humedales del planeta se han perdido desde 1970, siendo la situación dramática en España, donde entre el 60 y el 70% de estos ecosistemas han desaparecido. Por eso es incomprensible a la par que indignante que los gobiernos del PP de la Región de Murcia y de Andalucía, apoyados por Vox, prefieran apoyar a una minoría, el sector agroindustrial, frente al interés general, con la conservación del patrimonio natural de todos.

A pesar de las advertencias de la Comisión Europea, los regantes del entorno de Doñana siguen exigiendo que se legalicen cientos de hectáreas ilegales de regadío, petición que recogen la derecha y la ultraderecha. Con un tono victimista, pasan de contravenir la ley a ser los “perjudicados”, en un giro surrealista de la situación. Otro tanto ocurre en la Región de Murcia, donde tanto el presidente López Miras como Vox pugnan por llevarse los votos de los agricultores, negando la responsabilidad de la actividad agrícola en la degradación del Mar Menor y tirando balones fuera, achacándole exclusivamente al gobierno central la situación de la laguna costera, a pesar de sus 28 años de gobierno en la Región.

A la expansión de los regadíos se suma la sequía, consecuencia directa de la emergencia climática por la que atravesamos, con un 21% menos de precipitaciones de lo esperado en esta época del año y un 27% del territorio español en estado de alerta por la escasez de agua. Pero esto no desalienta a los regantes quienes, ciegos y sordos ante los datos objetivos, siguen demandando agua, a pesar de que los embalses de uso consuntivo (es decir, aquellos cuyo fin es el consumo humano y la agricultura) se encuentran hoy al 42,4%, según los datos del último informe semanal del Boletín Hidrológico, publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica.

El último informe del IPCC, publicado el 20 de abril, alerta sobre la posible evolución del cambio climático, con probables aumentos del nivel del mar, escasez de agua y alimentos para la mitad de la población mundial, al tiempo que, una vez más, subraya la urgencia de emprender acciones más ambiciosas para hacer frente a este reto. Pero los gobiernos autonómicos, sobre todo los gobernados por la derecha y ultraderecha (Andalucía, Región de Murcia y Castilla y León) siguen negando la mayor. Esperemos que la sociedad abra los ojos, y dé la espalda a los que, desde una visión miope, sólo defienden los intereses de unos pocos en detrimento de la mayoría.

Artículo publicado en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/vision-miope_132_10144936.html


martes, 21 de marzo de 2023

UNA JUVENTUD LUCHADORA


Greenpeace alerta de "burbuja" en el sector
energético del carbón de China 
EFE


En la década de los 70, cuando los que ya tenemos unos años no éramos más que unos niños, imaginábamos el siglo XXI como una época de esplendor, con las enfermedades vencidas por los avances tecnológicos, y en la que los conflictos entre las naciones serían algo del pasado. Soñábamos con países lejanos, que veíamos en la televisión y en los libros ilustrados, como lugares inalcanzables con paisajes vírgenes de ensueño. Recién ocurrida la conquista de la Luna, como culminación de otros hitos, como el ascenso a las montañas más altas y la bajada a las simas marinas más profundas, pensábamos que no podríamos más que mejorar las condiciones en nuestro planeta. Hasta en las artes se respiraba cierto optimismo, reflejándose en músicas de inspiración espacial de sonidos imposibles y alucinatorios.

Mientras tanto, al comienzo de esa década, un grupo de economistas, científicos y ex-políticos, reunidos bajo el nombre del Club de Roma, nos advertían en la obra conjunta 'Los límites del crecimiento' del riesgo de colapso de la civilización por los efectos colaterales del crecimiento económico ilimitado. Justo después ocurrió la primera gran crisis económica, en 1973, a la que siguió el ascenso del neoliberalismo, que se puso en práctica en los años 70 y 80 en los EE.UU. de Reagan, el Reino Unido de Thatcher y en el Chile de Pinochet, entre otros, con la denominada por la periodista Naomi Klein 'doctrina del shock'. Poco a poco, a medida que nos íbamos acercando a este siglo XXI, la juventud nos dábamos cuenta de que ese mundo idealizado estaba aún lejos.

A partir del año 2000, las grandes corporaciones energéticas, tecnológicas y financieras mundiales han ido dictando cada vez más a los gobiernos las políticas que deben poner en práctica con un único objetivo, aumentar exponencialmente sus beneficios, a costa del empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras, de la degradación del medio ambiente y de la pérdida de la biodiversidad. Esta circunstancia ha traído consigo, además, el fenómeno más amenazador para el futuro, la crisis climática, verificada con el incremento, año tras año, de la temperatura media del planeta y la mayor frecuencia de fenómenos extremos como olas de calor, olas de frío, inundaciones e incendios, con graves consecuencias para la salud y la economía.

Ahora, cerca de cumplirse el primer cuarto de este siglo, a pesar de las advertencias de científicos y activistas, y tras 27 cumbres del clima auspiciadas por la ONU, no parece que las cosas vayan a mejorar a corto plazo. Como muestra, solo hay que poner sobre la mesa los últimos datos. En el año 2022 se verifica que la Tierra ha vuelto a superar en 1°C la temperatura media preindustrial por octavo año consecutivo, y que el pasado año fue el quinto más cálido a escala global, con temperaturas elevadas nunca vistas en algunas zonas, y el segundo en Europa, que también tuvo su verano más caluroso de la historia. En España, el 2022 ha sido el más cálido desde que se tienen registros, con una temperatura media 0,7ºC por encima de la temperatura de 2020, anterior récord. El Observatorio de Sostenibilidad, en su informe Evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero en España 1990-2022, es tajante: en 2022 las emisiones de gases de invernadero aumentaron un 5,7% respecto al año anterior.

A nivel internacional, las señales no vaticinan nada bueno. El presidente Biden ha pasado de ser abanderado de la lucha contra el cambio climático, recién inaugurada su presidencia, a anunciar el llamado Proyecto Willow, la extracción de 600 millones de barriles de petróleo en los próximos 30 años en una área protegida de Alaska, que producirá cerca de 250 millones de toneladas métricas de CO2 a la atmósfera. Por su parte, China, el segundo país del mundo que más CO2 emite tras EE.UU., ha intensificado la producción de carbón, con la autorización de construir 168 nuevas centrales de térmicas de carbón en 82 emplazamientos distintos, según un reciente informe del CREA (Centre for Research on Energy and Clear Air), con una capacidad de producción de 106 GW, que equivale aproximadamente al 71% de toda la capacidad de Europa (Reino Unido incluido) para producir carbón en un año.

Con este panorama, la juventud actual se enfrenta a un futuro menos halagüeño que hace 40 años, con perspectiva de trabajos precarios, nulo acceso a la vivienda asequible, altas tasas de suicidio y poca capacidad de ser tenidos en cuenta por sus mayores a la hora de tomar decisiones. Así, es difícil soñar con un mundo futuro al que llegar con ilusión. Sin embargo, un amplio sector de la juventud de hoy se rebela claramente contra esta situación, luchando desde organizaciones que reclaman a la generación de sus padres y madres que hagamos algo para asegurarles un futuro digno, como Juventud por el Clima, Extinction Rebellion, asociaciones de jóvenes feministas, y otras. Esta nueva generación lucha también para recuperar esa ilusión que los niños, niñas y jóvenes de hace 30 y 40 años teníamos. No les defraudemos.  

Artículo publicado en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/juventud-luchadora_132_10048025.html


lunes, 20 de febrero de 2023

EL VALOR DE LOS RÍOS

Foto: CHS

A pesar de faltar aún casi 100 días para las elecciones autonómicas y municipales, los partidos políticos ya están inmersos en la campaña electoral, con intervenciones en mítines y declaraciones públicas que se irán acentuando a medida que nos aproximemos al 28 de mayo.

Entre ellos está el PP de la Región de Murcia, con López Miras a la cabeza, cuyo discurso se limita al único tema que le da votos, el tema del agua, con el tono victimista al que nos tiene acostumbrados, calificando de “ataque a los murcianos” el recorte del trasvase Tajo-Segura, a pesar de la disminución de los caudales prevista en los próximos años debida al cambio climático. Pero los datos catastróficos que definen la situación de la Región son obviados por el Gobierno regional, conscientes de que no pueden (o no quieren) ofrecer soluciones que mejoren la vida de los murcianos y murcianas y que su sola mención le restaría votos.

Así, nuestra Región lidera el ranking en abandono escolar temprano, junto a Andalucía. Somos la comunidad con la tasa de mujeres víctimas de violencia de género más alta del país, con 28,5 denunciantes de maltrato por cada 10.000 murcianas. La tasa de pobreza alcanza el 34%, sólo superados por Andalucía y Extremadura. El 40,6% de la infancia de la Región de Murcia está en riesgo de pobreza y exclusión, el tercer porcentaje más alto por comunidades autónomas junto a Extremadura, solo inferior al de Canarias (47,4%) y Andalucía (43%), según la Plataforma de Infancia. La Región de Murcia lidera el consumo de psicofármacos, casi un 50% más que la media nacional. Y así podríamos seguir…

Sin embargo, el Gobierno regional solamente se refiere al tema del agua, con una insistencia tal que ha convencido a mucha gente de que es la solución a todos los problemas de la Región de Murcia, siendo este asunto una de las principales preocupaciones de los encuestados, según la última encuesta del CEMOP, que incluso titula 'El agua en el punto de mira' el barómetro de invierno 2023. Para el 14,8% de los encuestados el agua es el principal problema de la región, por encima de la subida de precios (6,7%), la sanidad (6,6%) o la situación del Mar Menor (4,4%). Es curioso que, en el otoño de 2021, el Mar Menor era la máxima preocupación para el 22,5% de los murcianos y murcianas, mientras que el agua sólo preocupaba al 3,3%.

Por su parte, la ultraderecha, la versión acentuada del PP, y posible socio de los populares en un hipotético gobierno, afirmó en el reciente mitin celebrado en Murcia que el agua debe llegar “como sea, con trasvases, embalses e interconexión entre cuencas”. Tanto el PP como Vox vuelven a caer en el mismo error, el de considerar a los ríos como meras tuberías, y a los ecosistemas fluviales como sistemas al servicio de las empresas, aunque ello suponga su muerte, tal y como está sucediendo con el Mar Menor.

Mientras que el Gobierno regional insiste en ignorar la situación de los ríos españoles, agravada por el paulatino aumento de la temperatura media del planeta, otras organizaciones luchan por recuperar los espacios fluviales, como el Centro Ibérico de Restauración Fluvial (CIREF) cuyo fin es el de revertir la actual tendencia de degradación a la que se están viendo sometidos estos ecosistemas. denunciando el actual modelo de gestión del agua que pone en el «mercado» la práctica totalidad de los caudales que circulan por los ríos, desecando sus cauces y generando graves daños en los ecosistemas. Además, desde la UE se ha realizado el proyecto AMBER (Adaptive Management of Barriers in European Rivers), un catálogo de las barreras artificiales (presas, azudes, embalses, canales) que segmentan los ríos europeos, afectando a la biodiversidad y al correcto funcionamiento de los ecosistemas fluviales. Complementando esta iniciativa, se han creado los llamados #Dambusters (caza-presas), colectivo que pretende eliminar, en conjunción con las Confederaciones Hidrográficas, esas barreras, para acercar lo más posible los ríos a su estado inicial.

El Gobierno regional va en dirección opuesta a las directrices de la Unión Europea, marcadas por la Directiva Marco Europea del Agua, cuyos objetivos son la protección y mejora de las masas de agua superficiales y subterráneas y de sus ecosistemas asociados, la reducción progresiva de la contaminación, el garantizar el suministro suficiente de agua superficial o subterránea en buen estado y el paliar los efectos de sequías e inundaciones. Concebir los ríos como simples tuberías sin vida destinados a miles de hectáreas de regadío es hipotecar nuestro futuro y atentar contra el bien común que constituyen los ecosistemas fluviales.

Artículo publicado hoy en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/rios_132_9966982.html