lunes, 7 de marzo de 2022

HACIA LA INDEPENDENCIA ENERGÉTICA

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha puesto en evidencia, una vez más, la alta dependencia de la UE del gas ruso. Si la Europa de los 27 es el principal importador de gas del mundo (el consumo anual ronda los 500.000 millones de metros cúbicos), el 45 por ciento de ese gas proviene de las reservas rusas. A su vez, el 85 por ciento de las exportaciones de gas de Rusia van a parar a los países de la UE. Mientras que Alemania depende en gran medida del combustible ruso, ya que la mitad del gas y del petróleo que consume proviene del gigante euroasiático, en España, sin embargo, sólo el 8'6 por ciento del gas que consumimos proviene de Rusia. El resto lo hace de Argelia -23 por ciento-, Estados Unidos -21'3 por ciento- y Omán o Egipto -11'9 por ciento-.                                    

Esta situación ha empujado a la UE, a través de la AIE (Agencia Internacional de la Energía), a plantearse una serie de medidas para disminuir la dependencia europea del gas ruso. Éstas se han traducido en 10 medidas, que van desde algunas a tomar por los estados, como no firmar ningún nuevo contrato de suministro de gas natural con Rusia, sustituyéndolo por otros países como Estados Unidos, Azerbaiyán, Catar y Argelia, acelerar el despliegue de nuevos proyectos eólicos y solares, a la vez que se potencie la generación de electricidad mediante la bioenergía y la nuclear o aplicar impuestos a corto plazo por los beneficios imprevistos de las eléctricas, hasta otras medidas aplicables por las instituciones locales, como acelerar las mejoras de eficiencia energética en los edificios y en la industria, así como diversificar y descarbonizar las fuentes de generación de electricidad. Por último, se prevén recomendaciones a la ciudadanía, como pedir a los consumidores el cambio de calderas de gas por bombas de calor y que reduzcan en un grado centígrado el termostato de sus calefacciones. Con todo ello, se propone un ahorro en un 30 por ciento de las importaciones de gas natural proveniente de Rusia.

De estas medidas, la más criticable es la consideración de la energía nuclear y el gas natural como energías “verdes” para hacer frente a la crisis energética, previendo potenciarlos facilitando la concesión de subvenciones europeas destinadas a las energías renovables,. Las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) por la combustión del gas y la no despreciable cantidad de las mismas por el uso de la energía nuclear (principalmente por la extracción, tratamiento y transporte del principal combustible nuclear, el uranio enriquecido), hacen que la consideración de estas fuentes de energía “sucia” como “verde” parezca una broma de mal gusto.

La reducción del consumo de energía debe ser otro aspecto a tener en cuenta. La UE tiene previsto, para ello, una serie de medidas, aprobadas el pasado mes de julio, dentro del programa “Cumplir con el Pacto Verde”, consistentes en reducir el consumo de energía primaria (es decir, todas las fuentes de energía naturales en su forma original e inalterada) en un 39 por ciento de aquí al 2030. Esto supone la obligación de los Estados miembros de lograr ahorros anuales de energía en el consumo final del orden del 1'5 por ciento. ¿Seremos capaces de ello? Veremos.

Pero un asunto que debe ser resuelto de forma inmediata es la modificación del sistema de subasta de la energía, aquella por la cual los consumidores pagamos la energía al precio de la fuente más cara, que es precisamente el gas natural, lo que encarece desmesuradamente el precio de lo que pagamos en la factura, inflada de forma artificial, y que sólo beneficia a las grandes compañías eléctricas.

Es preciso ir disminuyendo nuestras dependencia de los combustibles fósiles, acelerando la implementación del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, que define los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, de penetración de energías renovables y de eficiencia energética en nuestro país, así como poner en marcha la Hoja de Ruta del Autoconsumo, presentada en diciembre de 2021. La crisis energética que arrastramos desde hace meses, agravada de forma dramática por la invasión de Ucrania, puede y debe ser la motivación para emprender de una vez por todas la ansiada transición ecológica de la economía, para disminuir nuestra dependencia energética de terceros países al tiempo que se lucha contra ese enemigo que, debido a la grave situación bélica que estamos viviendo, ha pasado a un segundo plano, el cambio climático. 

Articulo publicado hoy en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/independencia-energetica_132_8806757.html

viernes, 25 de febrero de 2022

DEPORTE CONTRA DERECHOS HUMANOS

Este 2022 se caracteriza por la celebración de varios eventos deportivos de resonancia mundial en países donde los Derechos Humanos se vulneran diariamente. Nada más comenzar el año tuvo lugar el rally Dakar, 15 días de travesía por los desiertos de Arabia Saudí, donde decenas de equipos de motos, coches y camiones disputaron esta carrera, con la participación de 81 pilotos y copilotos españoles, siendo éstos protagonistas de todos los medios de comunicación en ese periodo. También en el mes de enero se disputó la Supercopa de España en el país alauita, desplazando a ese país una competición genuinamente española, no solo para este año, sino que está previsto que se celebre hasta el próximo 2024, barajándose alargarlo seis años más.

Actualmente, y hasta el día 20 de febrero, se están celebrando los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín donde, además de realizarse las competiciones de esquí en pistas artificiales, con el uso de 200 millones de litros de agua para generar la nieve a través de 350 cañones y 51 bombas de alta presión, en medio de un paisaje pelado, por la falta de nieve natural, consecuencia del cambio climático, las competiciones de los diferentes deportes se llevarán a cabo sin público, con el argumento del mantenimiento de la seguridad sanitaria por la Covid-19. Pero a nadie se le escapa que el gobierno chino no pasa por su mejor momento desde el punto de vista diplomático por la represión a la minoría musulmana uigur de la región de Xinjiang y las detenciones masivas de miembros de esa etnia en los 'campos de reeducación', así como la situación en Hong Kong, con la represión de las protestas a través de detenciones, cierres de medios, encarcelamientos de disidentes y exilios, además del silenciamiento de cualquier movimiento político opositor.

La otra gran cita deportiva internacional que se va a celebrar en este año 2022 es el Mundial de Fútbol en Qatar, entre los meses de noviembre y diciembre, para evitar las temperaturas extremas de más de 50ºC del verano, elección no exenta de polémica, con casos de corrupción incluidos y el reino de Qatar metido en los negocios futbolísticos españoles en 2010, año de la designación de país árabe como sede del Mundial.

Mientras que los medios de comunicación de nuestro país se limitan a glosar las virtudes físicas de los deportistas españoles que han participado o participarán en estos eventos y a barajar las posibilidades de ganar tal o cual competición, casi todos ellos pasan por alto la vulneración de los Derechos Humanos en los países citados, en un ejercicio de cinismo. Así, todo el mundo conoce la situación de las mujeres en los países de la península arábiga, discriminadas por las leyes y los jueces, y donde la homosexualidad se castiga con penas de cárcel y el adulterio conlleva incluso penas de flagelación, tal y como ha denunciado Amnistía Internacional. Además, es sabido el abuso laboral en Qatar a los migrantes que han trabajado en la construcción del estadio de fútbol, con meses sin cobrar, situaciones de racismo por parte de la clase social dominante y una tasa de siniestralidad brutal, con más de 10.000 trabajadores fallecidos durante las obras, según la organización Fundación Internacional para la Democracia.

Y es que cuando lo que domina en el deporte es el mercantilismo, la consecución de éxitos deportivos patrios y la obtención de beneficios económicos, se deja en segundo plano el respeto de los Derechos Humanos, olvidando que el deporte es transmisor de valores sociales supuestamente elevados, como el respeto a los demás y la cooperación. Sin embargo, con la mercantilización del deporte, sobre todo cuando se trata de la alta competición, priman el individualismo y la competitividad, aspectos propios del capitalismo en el que estamos inmersos, además de cierto componente “patriotero”.

Es responsabilidad de los medios de comunicación el ser conscientes de la situación de los países en los que se vulneran los Derechos Humanos y no hacer seguidismo ciego a lo que las grandes empresas del ámbito deportivo deciden, ya que influyen en la sociedad, sobre todo al sector más joven, que pueden llegar a desarrollar una insensibilidad hacia esas situaciones, dificultando un cambio real.

Artículo publicado el 9 de febrero en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/murcia/murcia-y-aparte/deporte-derechos-humanos_132_8728945.html


miércoles, 5 de enero de 2022

¿NUCLEARES? NO, GRACIAS

El año 2022 que acabamos de inaugurar se inicia con una noticia que sería más bien propia del día 28 de diciembre: La Comisión Europea reconoce la energía nuclear como verde al menos hasta 2045, y el gas hasta 2030, como un medio para descarbonizar la producción energética y cumplir el objetivo de reducir a cero las emisiones en 2050, fijado en el Pacto Verde de la UE. El alto precio de la energía que está sufriendo Europa este otoño es una de las razones que han empujado a la Comisión Europea a tomar esta polémica decisión. 

Esta propuesta ha entusiasmado a los defensores de la energía nuclear. Uno de los principales defensores de tan disparatada postura es el francés Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior, nada extraño, teniendo en cuenta que Francia cuenta con 58 centrales nucleares, el segundo país del mundo en número de ellas, sólo por detrás de EE.UU., que proveen el 75% de la energía total del país galo. 

Tampoco es casualidad que Francia apoye esta decisión, justo después de que la compañía eléctrica EDF, propietaria de muchas de estas centrales, que está participada en un 84% por el estado francés, se desplomara un 15% en la Bolsa de París, al tener que cerrarse preventivamente uno de sus reactores al detectarse una fisura en unas tuberías, y que el presidente Macron anunciara en noviembre pasado la construcción de nuevos reactores. 

La ventaja que se le atribuye a la energía nuclear de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se ve parcialmente desmentida por la realidad, ya que su uso no garantiza una menor tasa de emisiones. A pesar de que Francia basa su generación de electricidad en la energía nuclear, la cantidad de CO2 emitida a la atmósfera supera a países como España, que sólo cuenta con 7 reactores. Así, en 2020, Francia emitió 280.000 toneladas de CO2 frente a las 215.000 toneladas de España, a pesar de que le energía nuclear sólo representa el 20% del total en nuestro país, por debajo, eso sí, de Alemania (636.000 T.), Reino Unido (314.000 T.) o Italia (300.000 T.). 

El cambio de rumbo de la Comisión Europea en relación a la consideración de la energía nuclear como “energía verde” parece olvidar, por un lado, los riesgo intrínsecos a esta fuente de energía, con los desastres de Chernobyl en 1986 y Fukushima en 2011 en el recuerdo, además de la necesaria gestión de los residuos nucleares, peligrosas sustancias que mantienen su letal radiactividad durante milenios. Por otro lado, parece una broma de mal gusto calificar de “verde” una fuente de energía que fue, precisamente, el detonante del movimiento ecologista en Europa, con el lema “Nucleares, no gracias” que coreaban los pioneros ecologistas alemanes en los 70, y que fue el germen de los partidos políticos verdes en Alemania, Francia o España, en los años 80. También hay que recordar que el movimiento ecologista en la Región de Murcia tuvo su origen en el rechazo a la construcción de una central nuclear en Cabo Cope a comienzos de los años 70. 

Si lo que se pretende es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, por ende, luchar contra el cambio climático, se debería incidir en otros aspectos, como señalan muchos expertos: la protección de la biodiversidad y la conservación de la naturaleza; la transformación de la movilidad hacia un modelo que potencie el transporte colectivo frente al privado, especialmente el tren; el diseño urbanístico que reduzca la necesidad de desplazamientos; el cese de la deforestación y el aumento de la restauración ambiental, con la reforestación como acción principal; la potenciación de la energía solar y eólica, con el autoconsumo como prioridad frente a las grandes centrales que depredan el territorio; la modificación del sistema de subasta de la energía, de tal modo que no se pague el total a precio de la fuente de energía más cara, el gas, entre otras medidas. 

La calificación de “energía verde” para la energía nuclear y el gas va en contra del sentido común, solo beneficia a las grandes empresas propietarias de las centrales, y es el modo de que nada cambie en nuestro estilo de vida, posponiendo el problema unos 20 años para que sea la siguiente generación la que aborde el problema en serio.

Articulo publicado el 3 de enero de 2022 en eldiario.es: