martes, 28 de enero de 2020

2020: RETOS AMBIENTALES

A los pocos días de haberse aprobado en el Congreso de los Diputados la conformación del primer gobierno de coalición desde la Segunda República, y comenzando el año 2020, es el momento de repasar los principales retos ambientales a los que se enfrenta nuestro país y el planeta en general, con dos fechas en el horizonte.
Una, 2030, año que fija la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas con la definición de 17 objetivos que incluyen desde el fin de la pobreza, el hambre cero o la igualdad de género, hasta aspectos educativos, sanitarios y económicos, además de conservacionistas de los ecosistemas marinos y terrestres. La otra fecha que hay que tener en mente es la de 2050, año para el que la Comisión Europea pretende haber conseguido la transición ecológica de la economía en toda la UE, en consonancia con el Acuerdo de París de 2015.
Hace unos días conocimos el último estudio sobre los efectos del cambio climático en Sierra Nevada. El aumento de las temperaturas y el descenso de las precipitaciones en el presente siglo no sólo harán desparecer la nieve natural en ese macizo, afectando a la industria del esquí, sino que pondrá en peligro el abastecimiento de agua en las provincias de Granada y Almería. Los glaciares pirenaicos tienen la muerte anunciada en pocas décadas, y la España semiárida va aumentando de año en año, siendo ahora un 6% más extensa que hace 50 años. Sólo con la reducción a cero de las emisiones de gases de efecto invernadero se podrá luchar contra este fenómeno.
La pérdida de la biodiversidad, relacionada directamente con el cambio climático, pero también con la destrucción de hábitats, es otro de los desafíos que debemos abordar. Muchos científicos están de acuerdo en que nos aproximamos a la sexta extinción, provocada por la acción antrópica, no en vano nos encontramos en el llamado Antropoceno, marcado por los efectos de las actividades humanas en los ecosistemas.
El 75% de los ambientes terrestres y el 66% de los ecosistemas marinos han sido severamente modificados, y la mayoría de ellos continúa sufriendo un proceso de degradación, de hasta un 4% por década, calculándose en un millón las especies que están en peligro de extinción, la mayoría de ellas insectos.
España, a pesar de contar con la mayor biodiversidad de la UE, no puede ni debe bajar la guardia, ya que entre el 40% y el 60% de las especies están catalogadas con alguna categoría de amenaza de extinción.
La Fundación Global Nature menciona entre los factores causantes de este problema el cambio del uso del suelo, el abandono rural y la intensificación de la agricultura, siendo ésta última el mayor motor de pérdida de biodiversidad en la UE y en el planeta.
Otros problemas con los que nos enfrentamos son las migraciones, muchas de ellas que se pueden calificar de climáticas o ambientales. Según el Banco Mundial, unos 100 millones de personas han sido desplazadas por cuestiones relacionadas con el clima (sequías, pérdida de cosechas, falta de alimentos y agua, principalmente), ya sea dentro de sus propios países, con la migración desde las zonas rurales a las ciudades, o bien de unos países a otros.

Hiperpoblación y España vaciada

Este problema afectaría también a nuestro país. La sequía y los aumentos de temperatura tendrán al sureste español como principal damnificado, contemplándose la futura inviabilidad de los cultivos, y ya hay voces que vaticinan movimientos de población desde zonas hiperpobladas y más afectadas por el cambio climático (con Murcia como una región que previsiblemente aumentará de población, según el INE, en 100.000 personas de aquí a 2033) hacia la España vaciada, como una solución para revertir el despoblamiento de las zonas de interior y la corrección de los desequilibrios demográficos.
Con estos tres retos ambientales (cambio climático, pérdida de biodiversidad y migraciones climáticas), además de otros como la disminución de la contaminación en todas sus versiones, el Gobierno tiene mucho trabajo por delante si queremos asegurar un futuro viable para las generaciones venideras; saliendo del cortoplacismo que ha caracterizado a los ejecutivos precedentes y debiendo poner el cambio en el modelo productivo, la recuperación de los ecosistemas degradados (como nuestro querido Mar Menor) y la transición ecológica de la economía en el centro de las políticas.
Artículo aparecido el 12 de enero de 2020 en eldiario.es:

sábado, 23 de noviembre de 2019

ANTICIPÉMONOS AL COLAPSO

Foto: EFE
Que la izquierda española, tras meses de bloqueo mutuo, y después de vernos abocados a unas terceras elecciones en pocos meses, que han dado como resultado, entre otras cosas, el ascenso de la ultraderecha, se ponga de acuerdo en 24 horas, es una buena noticia, siempre y cuando ese breve documento firmado, en el que aparecen 10 puntos a desarrollar, no quede en papel mojado, y que convenzan a la mayoría de la cámara baja para que se llegue a formar Gobierno.
Sin embargo, nada más empezar a leer el documento, aparece la primera declaración de intenciones que entra en contradicción con los postulados de la Ecología Política: “Punto 1.- Consolidar el crecimiento y la creación de empleo”. Es un dogma del sistema actual considerar que el crecimiento económico, definido como capacidad productiva de un país y de su renta dentro de un periodo de tiempo concreto, medido con el Producto Interior Bruto (PIB), es el único medio de progreso de una sociedad. Se repite continuamente en los medios de comunicación, hasta el punto que está grabado en el subconsciente de la mayoría, que lo aceptan como si de la verdad absoluta se tratara.


lunes, 18 de noviembre de 2019

CRÓNICA DE LA MUERTE DEL MAR MENOR

Peces muertos en la orilla del Mar Menor/EA
Mucho se ha escrito en los últimos días sobre la catástrofe ambiental en el Mar Menor desde que el pasado sábado miles de peces, crustáceos y moluscos, más de tres toneladas de cadáveres que fueron retirados del mar por los operarios, intentaban desesperadamente encontrar el oxígeno que faltaba en el agua, sin éxito.
Hemos leído en diferentes medios de comunicación las causas más probables, explicaciones dadas por profesores de Ecología de la UMU, que aluden al afloramiento de aguas del fondo de la laguna, anóxicas (sin oxígeno) y probablemente con sustancias tóxicas, liberadas debido a los vientos de levante, que han provocado esa muerte masiva. Esta situación ha sido la gota que ha colmado el vaso de décadas de vertidos de residuos procedentes del turismo y la agricultura, cargados éstos últimos de nitratos que han eutrofizado (palabreja que designa el enriquecimiento en nutrientes de un ecosistema acuático) el agua, aumentando la biomasa de fitoplancton (plantas microscópicas acuáticas) y demás materia orgánica que creó la famosa “sopa verde” aparecida en 2016, y cuyo corolario más dramático ha sido el suceso del   que muchos residentes fueron testigos horrorizados el pasado fin de semana.