martes, 22 de enero de 2019

AEROPUERTO Y TURISMO SOSTENIBLE

Están los representantes del PP, del PSOE  y los empresarios de la región que no caben en sí de gozo con la apertura del aeropuerto de Corvera, bautizado como Juan de la Cierva, pionero patrio de la aviación civil (bastante cuestionado, por cierto, por su filiación franquista que podría vulnerar la Ley de Memoria Histórica), obviando que ya contábamos con un aeropuerto, el de San Javier, que cerró el año 2018 con más de 1,2 millones de pasajeros, un 6,4% más que el año anterior. Actúan como si en la Región de Murcia no hubiera existido anteriormente un lugar donde aterrizaran los británicos en busca de sol y playa hasta que el rey Felipe VI descorrió la cortina de la placa conmemorativa que quedará en las instalaciones aeroportuarias recién inauguradas, aunque no apareciera su nombre grabado en ella.
Llevados por la euforia, y como viene siendo habitual entre los dirigentes del PP, nos prometen toda clase de beneficios y riquezas con la apertura del aeropuerto, como si su traslado a sólo 40 kilómetros de San Javier, con el traslado forzoso de sus trabajadores incluido, fuera a suponer una lluvia de millones y la llegada de riadas de turistas deseosos de disfrutar del caldero, las playas y la sangría. Ya en 2011, cuando el aeropuerto estaba en plenas obras, se nos decía que el tráfico aéreo traería 2 millones de pasajeros en 2012 y 5 millones en 2022, en un ejercicio de economía ficción a la que tan aficionados son a la hora de justificar cualquier obra faraónica que se pretenda construir en la Región (sólo hay que recordar las cifras astronómicas que se manejaban a cuenta de los proyectos afortunadamente fallidos, por el alto impacto que habrían ejercido sobre los espacios donde se querían instalar, como el parque Paramount, Marina de Cope o, más recientemente, el macropuerto de El Gorguel).
Nada más inaugurarse las instalaciones aeroportuarias se nos intenta vender la moto de la creación de empleo, con el anuncio de la generación de 5.600 puestos de trabajo sólo en el primer año, así como la llegada de 800.000 turistas más. Pero claro, todo eso estará supeditado a la construcción de infraestructuras (hoteles, centros comerciales, locales comerciales) que incide en reafirmar un modelo turístico insostenible desde el punto de vista ambiental. No parece que gobierno regional tenga como objetivo conseguir un turismo sostenible en la Región de Murcia, entendido como aquel que es compatible con la correcta conservación de los espacios naturales. A pocos días de la celebración de la Feria Internacional de Turismo FITUR, el lema que parece que guía a los responsables de la política turística de la Región es "cuantos más, mejor", con la intención de que 6 millones de turistas nos visiten en este año 2019, aumentando en 300.000 el número de turistas con respecto a 2018.
Pero si no se hace una previsión de la Capacidad de Carga Turística (CCT), definida como el máximo nivel de personas que un espacio físico puede soportar antes de que el recurso ambiental se comience a deteriorar, se corre el riesgo de matar a la gallina de los huevos de oro, como ya se está verificando en destinos como las islas Baleares o Barcelona. La Región de Murcia cuenta con auténticas joyas ambientales, como los parques naturales de Calblanque, Sierra Espuña, Salinas de San Pedro del Pinatar, por citar unos cuantos. Aún podemos disfrutar de lugares no masificados, y el fenómeno de la "turismofobia" aún no ha llegado a estas tierras. Si sólo se busca el beneficio inmediato, el rendimiento económico ligado a grandes infraestructuras, y no se realiza una planificación adecuada para evitar o, al menos, minimizar el impacto social y ambiental de esa supuesta llegada masiva de turistas a la que el gobierno regional aspira, nos podemos encontrar en pocos años con una situación indeseable de turismo masivo.
El aumento del turismo en poco tiempo se relaciona con la reducción drástica de los salarios de los empleados del sector, un aumento de la carga de trabajo y de la economía sumergida, conflictos entre la población local y los turistas. Se calcula que cada millón de turistas que recibe España consume y genera 11 millones de litros de combustible, 300 millones de litros de agua, 2 millones de kilos de alimento, 25 millones de kilos de CO2 y toneladas de residuos, que ensucian playas y valiosos ecosistemas marinos y terrestres. ¿Es eso lo que queremos? Se hace necesaria una reflexión sobre el modelo turístico que debe aplicarse en la Región de Murcia, primando la calidad sobre la cantidad. Aún estamos a tiempo.
Artículo publicado hoy en eldiario.es:

lunes, 31 de diciembre de 2018

LA ESPAÑA DEL NO-DO

El acuerdo del PP y C’s, con el beneplácito de Vox en Andalucía, y las declaraciones ultrareaccionarias de Pablo Casado y Albert Rivera, compitiendo pon el espacio electoral de Santiago Abascal y sus huestes nos retrotraen a esa época infausta donde los derechos brillaban por su ausencia, las mujeres eran un cero a la izquierda y protestar era sinónimo de pisar la cárcel. Nos transportan directamente a la España del NO-DO y en blanco y negro.
La derecha extrema española (la única que hay, en mi opinión, ante la ausencia de una derecha moderada y moderna en nuestro país), representada por esos tres partidos, se ha confabulado para sacar a la luz los peores instintos de ese sector de la sociedad maltratada por la crisis, sustituyendo la propuesta de soluciones que mejoren la vida de la gente por soflamas que apelan a símbolos vacíos de contenido para muchos, como “patria”, “bandera”, “unidad”, “enemigos de España”, como si, con esos conceptos, las familias vulnerables pudieran llegar a final de mes, evitar ser desahuciadas o impedir que se les corte la luz.
Los que tienen nostalgia de la España del NO-DO no quieren que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) español, de los más bajos de Europa, supere los 750 €, ni que las pensiones se actualicen con el IPC. Tampoco aceptan que se tomen medidas para evitar la nueva burbuja inmobiliaria, sobre todo en los precios de los alquileres, haciendo imposible la emancipación de los jóvenes y facilitando las ejecuciones hipotecarias. La España en blanco y negro no hará nada para aumentar el parque de viviendas sociales, de los más bajos de Europa, sino que, al contrario, y como ya se ha comprobado en el ayuntamiento de Madrid en la época de Ana Botella, prefieren venderlas a los fondos buitre haciendo que las arcas públicas pierdan ingresos. 
La España del NO-DO quiere que los ingresos del Estado sean cada vez menores, vendiéndonos una bajada de impuestos que, en realidad, sólo favorece a las clases pudientes y a las grandes empresas, dejando las arcas públicas temblando y poniendo en peligro el pago de las pensiones públicas y los salarios de los empleados públicos. Prefieren que la gente se abra planes de pensiones privados, favoreciendo una vez más a los bancos y dejando que éstos especulen con esos fondos, a menudo invirtiendo en negocios turbios como la venta de armas. 
Pese al envejecimiento de la población, la España del NO-DO quiere impedir la entrada de inmigrantes que puedan equilibrar las cuentas de la Seguridad Social, llevando a nuestro país al colapso por falta de mano de obra. España será en breve el país más envejecido del mundo y, según la OCDE, se estima que el sistema necesitará más de cinco millones de extranjeros hasta 2050. Seguir difundiendo falsedades sobre la inmigración es el modo que tienen PP, C’s y Vox de ganar adeptos, aunque ello suponga una grave desventaja en el futuro.
Tampoco quieren que se deje de favorecer a las empresas energéticas. Frente a la supresión del conocido como impuesto al sol y la vía libre al autoconsumo, la España en blanco y negro es partidaria de que los precios de la energía suban cada vez más (es la factura de la luz más cara de Europa), aumentando el número de familias que atraviesan una situación de pobreza energética (un problema que afecta a 4,6 millones de personas en nuestro país) mientras que las grandes empresas aumentan sus beneficios. 
La derecha ultramontana no moverá un dedo para disminuir nuestras emisiones de CO2, siendo el país de la UE que, junto con Portugal, más ha aumentado las emisiones con respecto a 1990, el año de referencia del Protocolo de Kyoto, un 12,9%, muy lejos del objetivo de reducir las emisiones en un 35% para 2030. No implementará medidas para reducir la contaminación atmosférica de nuestras ciudades, siendo ésta la causante casi 100.000 muertes prematuras por afecciones pulmonares en los últimos 10 años en nuestro país.
El año 2019 que se nos avecina podría ser la vuelta a la España en blanco y negro y la del NO-DO, o podría ser la oportunidad de aplicar políticas que favorezcan a la mayoría. En nuestras manos está.
Artículo publicado hoy en eldiario.es:

domingo, 2 de diciembre de 2018

LA BOMBA DE RELOJERÍA DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Al movimiento ecologista se le suele aplicar el sambenito de agorero, alarmista, y que sólo pretende asustar a la población con sus predicciones negativas de desgracias sin fin. Pero los continuos estudios que van saliendo a la luz no invitan al optimismo.
El último de esos estudios acaba de ser publicado el pasado lunes 19 de noviembre por la revista Nature Climate Change. Según él, la mitad de la población mundial (es decir, más de 4.000 millones de personas) se verá amenazada por catástrofes masivas y simultáneas de aquí al año 2100, principalmente a través de incendios, hambrunas y sequías.
A esta conclusión se ha llegado tras el análisis de 3.300 estudios publicados sobre cambio climático desde 1980. Una de las consecuencias de estos análisis es que, según estos estudios, realizados por un grupo de más de 20 expertos, la economía, la salud, el agua y la alimentación se verán afectadas de 467 maneras diferentes. Las zonas más afectadas serán África, Asia, Sudamérica, Centroamérica y las zonas costeras en general.
¿De qué modo afecta a la humanidad este fenómeno? Incendios, inundaciones, sequías y olas de calor causan la muerte directa de cientos de miles de personas. De modo indirecto, el aumento de las epidemias de enfermedades tropicales (paludismo, malaria, dengue, cólera…) debido al aumento de la temperatura media del planeta y a las grandes precipitaciones también producen una mayor mortalidad. A este respecto son significativos los casos de dengue que se han verificado en la Región de Murcia, en los que las personas afectadas han enfermado del virus sin haber viajado a zonas de transmisión, así como la presencia de mosquitos tigre en 31 de los 45 municipios de la región, insectos propios de otras latitudes y transmisores de enfermedades tropicales. Los riesgos climáticos afectan también a la salud mental. Depresiones y casos de estrés post-traumático son moneda corriente en las personas afectadas por estas catástrofes naturales.
Las actividades económicas también se ven perjudicadas por los avatares climáticos, la agricultura y la ganadería de forma directa, la pesca de forma indirecta por la acidificación de los océanos. Estas pérdidas en la producción conllevan un aumento de los precios de los alimentos, con el consiguiente perjuicio para las familias, acrecentando las hambrunas y el fenómeno asociado, las migraciones, que constituye actualmente una de las mayores preocupaciones a nivel global. Las migraciones por razones climáticas son, de lejos, las más numerosas, con un promedio de 25,4 millones de personas desplazadas por desastres naturales cada año, una cifra que representa más del doble del número de personas desplazadas debido a conflictos y violencia.
Será necesario realizar una adaptación sin precedentes para atenuar los efectos del cambio climático, aunque no sea posible evitarlos, como estamos comprobando. Las continuas inundaciones que sufrimos en nuestro país en lo que va de otoño o el salvaje incendio de California son dos pruebas más de la virulencia de este fenómeno. Se da la paradoja de que los países llamados del “primer mundo”, en el que España está incluida, serán los que mejor se adapten a los cambios necesarios, pero serán los países en desarrollo los que, además de no ser los principales causantes del cambio climático, sufrirán sus efectos devastadores.
Tal vez cuando los gobiernos se den cuenta de que el cambio climático afecta a corto plazo a la economía, se pondrán manos a la obra para aplicar medidas. La falta de agua afecta a la agricultura, las inundaciones arrasan con todas las construcciones instaladas en zonas inundables, con cuantiosas pérdidas humanas y económicas, al igual que con los incendios; la casi segura subida del nivel del mar afectará al turismo de sol y playa, la escasez de nieve tendrá efectos directos en el turismo invernal de las estaciones de esquí, etc. A esto hay que sumar las consecuencias a medio plazo enumeradas más arriba.
¿Cuál es el único modo de revertir la situación? Solo cumpliendo lo acordado en la COP21 en Paris, es decir, mantener el aumento de temperatura del planeta por debajo de los 2 grados, y, si es posible, en 1,5, habrá alguna esperanza de que no nos encaminemos hacia una vía sin retorno. Si no, la bomba de relojería que es el cambio climático amenaza con explotar en cualquier momento.
Artículo aparecido hoy en el diario.es: