lunes, 11 de agosto de 2014

¿QUÉ SIGNIFICA CRISIS ECOLÓGICA?

Todos estamos de acuerdo en que atravesamos un periodo de crisis con múltiples facetas. Crisis económica, provocada por la avaricia del sector bancario en la época de bonanza, durante la que se priorizaron las operaciones especulativas por encima de las que se refieren a la economía real, y se creó y se alimentó la burbuja inmobiliaria hasta que ésta estalló, salpicando a todos. Crisis social, corolario de la crisis económica, al empujar a millones de personas a un estado de exclusión y pobreza, por los miles de desahucios, las bajadas de salarios y la eliminación de un plumazo de los derechos sociales que tantos años y esfuerzos costaron conquistar. Crisis política, al estar asistiendo a los niveles más bajos de democracia desde hace décadas, con partidos mayoritarios que se alternan en el poder, representando sobre todo a los poderes económicos, partidos involucrados en multitud de casos de corrupción, donde hasta las más altas instancias del Estado están inmersas en el robo de dinero público, en el pago de prebendas a cambio de contratos públicos y en la extorsión mafiosa a empresarios, con los casos Urdangarín, Gürtel y Pujol como máximos exponentes.

Pero pocos son los que hablan de otra crisis que es, a mi juicio, "la madre de todas las crisis", porque puede ser fatal para la propia supervivencia de la especie humana en un plazo más corto del que nos pensamos. Me refiero a la crisis ecológica. ¿Cuáles son los efectos esta crisis? Básicamente, el aumento exponencial de las emisiones de gases de efecto invernadero, que provoca el calentamiento global y acelera el cambio climático; la pérdida de biodiversidad, con la desaparición de especies animales y vegetales, algunas de las cuales nunca llegaremos a conocer; el agotamiento de los combustibles fósiles y nucleares; la pérdida de soberanía alimentaria, sobre todo en los países del sur, que pierden la capacidad de decidir qué cultivan y de controlar el destino de sus tierras.

No es casualidad que el comienzo de la crisis ecológica haya coincidido con la primera crisis del petróleo, en 1973. Esa fecha es cuando EE.UU. alcanzó su techo del petróleo (peak oil), pasando a una fase en la que el crudo es más escaso, más caro y de peor calidad, y cuando los demás países productores de petróleo tomaron el control de la situación manipulando el precio del crudo a su antojo. Hasta entonces, y desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (los llamados Treinta Gloriosos), el crecimiento de las sociedades occidentales se había basado en un petróleo barato y en las centrales nucleares, con el uso de combustibles que se creían inagotables. Eso había permitido el llamado Estado del Bienestar, la protección social de la ciudadanía por parte del Estado. Pero a partir de 1973, las cosas cambiaron, y la conciencia de la escasez de recursos dio vía libre a las tesis neoliberales de la escuela de Chicago, primero como un experimento aplicado en la dictadura de Pinochet (1973-1990) y luego en las principales democracias occidentales, en el Reino Unido de Thatcher (1979-1990) y en los EE.UU. de Reagan (1980-1988), para extenderse al resto del mundo, sobre todo a partir de la caída del comunismo en 1989. La década de los '70 es la también fecha de la aparición de los grupos y partidos verdes en Europa y EE.UU., que proponían alternativas al sistema imperante.

Los poderes económicos vieron peligrar su capacidad de crecimiento (es decir, de acaparamiento de recursos), y promovieron a gobiernos que defendieran sus intereses y que permitieran el debilitamiento de las condiciones laborales de los trabajadores. Al mismo tiempo, en la década de los noventa se inicia el fenómeno de la globalización, la interconexión de mercados y la libre circulación de capitales a nivel mundial, con la proliferación de paraísos fiscales para que las grandes compañías eludieran el pago de impuestos en sus respectivos países. La globalización se asocia a la deslocalización, es decir, al traslado de las empresas a países en vías de desarrollo, donde las condiciones laborales son mucho más frágiles, circunstancia que permite rebajar el precio de los productos, aumentando así los beneficios. La globalización se aceleró con el desarrollo de las Nuevas Teconologías e Internet, que permite el trasvase de fondos de un país a otro con sólo pulsar una tecla del ordenador. La huida hacia adelante de Occidente les empuja a la búsqueda desesperada de combustibles fósiles a través de procedimientos como el fracking o la implantación casi forzosa de cultivos transgénicos.  

Pero la maquinaria capitalista necesita dar salida a los productos fabricados en este mercado global, a los que se programa una obsolescencia con fecha de caducidad, y sólo puede funcionar si se estimula el consumo. Apoyado por la publicidad, desde los propios gobiernos se fomenta que los ciudadanos consuman cada vez más, acelerando el agotamiento de recursos (tanto de materias primas como de fuentes de energía). La combinación de una exigencia de consumo por parte de las corporaciones y los gobiernos, con el emprobrecimiento generalizado nos lleva a un callejón sin salida, cuyos máximos damnificados son los países del sur y las capas más vulnerables de las sociedades occidentales.

Muchos de los conflictos armados que se han desarrollado desde la década de los noventa tienen raíces ecológicas; ya no son por conquistas de territorio, sino por el control de las fuentes de energía, para atender las demandas energéticas de las grandes potencias. La Primera Guerra del Golfo, la guerra ruso-chechena, las guerras en los países africanos (Congo, Sierra Leona...) o, más recientemente, las guerras de Irak, Libia, Siria, Ucrania o los actuales bombardeos de Gaza por parte de Israel, tienen como objetivo controlar yacimientos de gas y petróleo o el paso de esos combustibles por los países en conflicto. 

A esta carrera desenfrenada por obtener recursos materiales y energéticos se han sumado últimamente los llamados países emergentes (Brasil, China, Rusia, India, Sudáfrica, etc.), que aspiran a emular a los países occidentales en los niveles de consumo. Juntas, las poblaciones de esos países superan los 3.000 millones de personas, por lo que la presión sobre los ecosistemas se multiplicará en los próximos años. Incluso esos países han creado un banco alternativo al Banco Mundial y al FMI para estimular su crecimiento. Para satisfacer las necesidades de sus habitantes, los países emergentes no dudan en invadir territorios vírgenes como la Amazonía, aumentar la quema de combustibles fósiles, adquirir tierras en continentes como África para cultivar sus propios productos, contaminar ríos y lagos y repetir los pasos dados por los países occidentales, agravando la situación ambiental del planeta.

La crisis ecológica es, como hemos visto, la raíz de todas las demás crisis, que son la punta del iceberg del desmoronamiento del sistema actual. Solucionar esta crisis ecológica debe ser la tarea primordial de cualquier gobierno, atendiendo al bien común (de las poblaciones locales pero también de los países del sur) antes que los intereses de las grandes compañías, todo ello desde un control realmente democrático desde la ciudadanía. Esta solución pasa por la sustitución de los combustibles fósiles por las fuentes renovables de energía (sol, viento), relocalizar la economía, cambiar los hábitos hacia un consumo responsable, sustituir la economía especulativa por una economía real y sostenible y, en definitiva, permitir una relación Ser Humano-Naturaleza que no sea de dominación, sino de co-habitación. Es la única alternativa posible si queremos tener un futuro pacífico en el que estén atendidas nuestras necesidades sin poner en peligro nuestra supervivencia.



viernes, 8 de agosto de 2014

A VUELTAS CON LA CONFLUENCIA

Estamos asistiendo en todo el territorio nacional a una serie de procesos de confluencia de movimientos sociales y políticos (PAH, mareas, EQUO, plataformas, IU, Podemos, asociaciones vecinales, etc.) a imagen de la que se inició en Barcelona con Guanyem Barcelona, con Ada Colau como cara más conocida. Ciudades como Madrid, Córdoba, Logroño, Almería, Málaga, etc., además de CC.AA. como Castilla-La Mancha o Murcia, estamos pasando por la experiencia de intentar que las fuerzas que nos oponemos a la política neoliberal practicada por el PP vayamos en una candidatura conjunta para sortear la penosa ley electoral que impera en España, que favorece el bipartidismo e impide que los partidos minoritarios accedamos a las instituciones, pues no refleja realmente los resultados electorales, sino que los modifica en favor de los de siempre.

Por ahora, en general, los procesos de confluencia se están desarrollando sin prisa pero sin pausa, intentando llegar a los máximos consensos posibles, y sin que ningún colectivo intente arrimar el ascua a su sardina. Desde el 15M, desde la irrupción de partidos horizontales y radicalmente democráticos como EQUO o Podemos y, sobre todo, desde el éxito de éste último en las elecciones europeas, las cosas han cambiado y la ciudadanía más concienciada exige que no sean las cúpulas de los partidos las que tomen las decisiones ni que sean los partidos más establecidos los que fagociten a los demás, sino que sean las personas, independientemente de su pertenencia o no a un partido político, las que sean los sujetos principales en el proceso. En este enlace puedes comprobar el estado de los diferentes procesos (gracias, Iván).

Sin embargo, ya se están viendo movimientos que indican que este camino no es fácil. Desde IU de la Comunidad de Madrid, los sectores más ligados al "aparato" del partido se rebelan ante una posible confluencia. Por otro lado, el partido liderado por Pablo Iglesias se muestra frío ante esa convergencia, espoleado por las buenas expectativas que le dan los sondeos, y lo deja todo a la celebración de su asamblea constituyente de otoño. Por su parte, EQUO se muestra favorable a los procesos de convergencia, tal y como lo expresó Juan López de Uralde en una entrevista reciente, además de que desde las asambleas de los diferentes territorios se da el visto bueno a intentar llegar a ese acuerdo, como en Córdoba, AsturiasCastilla-La Mancha, Madrid, la Región de Murcia, etc. En nuestra región, el proyecto Ganemos la Región de Murcia ha lanzado un llamamiento a todas aquellas personas y colectivos que se quieran sumar a él, y ha convocado una asamblea el próximo 27 de septiembre para seguir afianzando el proyecto y tomar las decisiones oportunas.

Lo que está claro es que en este proceso de confluencia las premisas con las que tod@s estamos de acuerdo (en principio) son que las candidaturas deben elegirse por primarias abiertas a la ciudadanía, que debe ser un proceso transparente, que no se haga desde los despachos y que se elabore un programa electoral de forma colaborativa y abierta. Además de esto, se debería introducir la paridad de género en la lista electoral y, sobre todo, que se abogue por un cambio en el modelo productivo, un Green New Deal a nivel local que apueste por el bien común. Este nuevo modelo debe ser aquel que disminuya las diferencias sociales y cuyo eje transversal sea un modelo económico ecológicamente sostenible, que luche contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, a través del desarrollo de sectores económicos verdes, el reparto del trabajo, la relocalización de la economía, el comercio de cercanía y el fomento del consumo responsable, entre otros.

En EQUO ya tenemos experiencia en confluir con otras fuerzas, como en Primavera Europea, cooperativa política con la que nos presentamos a las elecciones europeas, que agrupa a más de 10 partidos y movimientos (además de EQUO, encontramos a PUM+J, Caballas, CHA, Compromis, Democracia Participativa, PCas o SIEX, entre otros). Como formación en la que las decisiones asamblearias son moneda común y cuya apertura a la ciudadanía es una de las señas de identidad, no nos sentimos extraños en este tipo de confluencias. 

El próximo mes de septiembre, EQUO RM celebrará una asamblea abierta para terminar de perfilar nuestra participación en esta iniciativa ciudadana. Ahora falta que estas iniciativas cristalicen en proyectos ilusionantes para la mayoría de la ciudadanía, y que se constituyan como alternativas creíbles y reales al bipartidismo imperante. Que este proyecto llegue a buen puerto dependerá de la voluntad de tod@s.


martes, 15 de julio de 2014

LA VERDAD (AÚN) INCÓMODA

En 2006, el ex-vicepresidente de EE.UU., Al Gore, presentó el documental Una verdad incómoda, en el que se analizaban los efectos del cambio climático en el planeta Tierra, siendo una de las películas divulgativas sobre este tema que más efecto han tenido en la sociedad, llegando a ganar un Oscar en la edición de 2007.

Han pasado ya 8 años desde entonces, y los gobiernos de los países más desarrollados no se han puesto aún manos a la obra para frenar este fenómeno, a pesar de que se han sucedido unas cuantas cumbres mundiales sobre el clima (Bali 2007, Copenhague 2009, Cancún 2010, Durban 2011, Doha 2012, Varsovia 2013), además de la que se va a celebrar en el próximo mes de septiembre en Nueva York, cumbres que no han pasado de las buenas palabras, como una descarga de la mala conciencia de los dirigentes mundiales, pero sin tomar decisiones definitivas para revertir el efecto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el calentamiento global. 

En su lugar, los gobiernos prefieren repetir mentiras reconfortantes, prometiendo el paraíso en la Tierra y asegurando que si se aplican sus medidas llegaremos a una situación de felicidad y recuperación económica como nunca antes hemos visto. En España esa supuesta recuperación se traduce en el aumento del consumo de electricidad y productos petrolíferos, además de una mayor fabricación en las industrias farmacéuticas y del tabaco. Estos dos datos se deberían interpretar de forma negativa, puesto que los primeros datos significarían un incremento en la emisión de GEI, y los segundos, más enfermedades que se deben tratar con medicamentos o que son generadas por el tabaquismo. Esa supuesta recuperación, además, sólo llega a las grandes empresas y a las grandes fortunas, como puede deducirse del dato de que las empresas del IBEX 35 repartirán dividendos por un total de 23.000 millones de euros este año 2014, y que la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor. Mientras tanto, los estudios económicos del FMI nos dicen que al menos hasta 2019 no bajará el desempleo por debajo del 20 % en España y que los salarios seguirán perdiendo poder adquisitivo en la próxima década. 

Pero la verdad es que tanto las causas del cambio climático como sus consecuencias siguen existiendo. El último informe de referencia sobre cambio climático emitido cada siete años por la ONU revela que la emisión debida a la actividad humana de estos GEI han crecido más rápido entre 2000 y 2010 que en cualquiera de las tres décadas anteriores. En España, la urgencia de la situación ha llevado a un grupo de personas, destacadas activistas en este campo, entre las que están Antonio Turiel, Florent Marcellesi, Jorge Riechmann y Margarita Mediavilla, a redactar un manifiesto, llamado de forma elocuente Última llamada, en el que se reclama una Gran Transformación, un cambio de mentalidad de la sociedad y de los gobiernos para evitar el colapso que supondría seguir por este camino suicida. Puedes adherirte a este manifiesto pinchando aquí

Esperemos que la gente atienda a esta llamada y no siga confiando en los mismos que nos han llevado a esta situación. Tendremos la oportunidad de decírselo en las urnas, votando a otras opciones diferentes a las que han gobernado en los últimos 36 años, el año que viene, en las elecciones autonómicas y municipales de 2015 y, presumiblemente, en noviembre de este año, pues se habla ya de adelanto de las elecciones generales para este otoño. La urgencia de la lucha contra el cambio climático lo requiere.