Sin embargo, la aparición del ser humano ha acelerado estos cambios, sobre todo en los últimos 200 años. Desde la Revolución Industrial, el número de habitantes en el mundo se ha multiplicado por diez, pasando de poco más de 700 millones de habitantes en el siglo XVIII a los más de 7.000 millones actuales. Ese aumento tan brutal de población ha traído como consecuencia una presión muy fuerte sobre los ecosistemas, traducida en la destrucción de hábitats y la extinción de especies a una tasa jamás conocida anteriormente, debido principalmente a la deforestación, la contaminación del aire y de las aguas y la emisión de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático, que es el verdadero reto al que debemos hacer frente de forma inmediata para evitar el colapso del planeta. El deshielo paulatino de los hielos del Ártico o la frecuencia y virulencia de inundaciones, sequías y demás fenómenos meteorológicos son el signo inequívoco de que el cambio climático es una realidad.
Pero el impacto del ser humano no es homogéneo a lo largo y ancho del planeta. Los habitantes del llamado “primer mundo” tenemos la mayor parte de la responsabilidad de la situación actual, pues nuestra huella ecológica es mucho más acentuada. Si todos los habitantes de la Tierra consumieran recursos y produjeran desechos al mismo ritmo que lo hacemos los habitantes de la Región de Murcia, necesitaríamos tres planetas para atender nuestras necesidades. Actualmente la totalidad de la Humanidad ha sobrepasado la capacidad de carga del planeta, pues ya se consume un 50% más de lo que la Tierra es capaz de generar.
A nivel local, la presión antrópica sobre los ecosistemas es más que patente. En la Región de Murcia, sólo el 8% de su superficie está calificada como espacio natural protegido, frente a la media española del 12,41%. Los últimos espacios vírgenes de nuestra costa están siendo seriamente amenazados por proyectos residenciales (Marina de Cope) o industriales (macropuerto de El Gorguel). El gobierno regional tiene previsto autorizar actividades extractivas de gran impacto ambiental como el fracking o la minería, sobre todo en el noroeste murciano. Las decisiones políticas de nuestros gobernantes son una huida hacia adelante, pues no son conscientes de que en un planeta finito el crecimiento económico no puede ser ilimitado.
Como ciudadanos, podemos hacer mucho para revertir esta situación, tanto a nivel individual, adquiriendo hábitos de conducta responsable (consumo de productos locales, uso del transporte público y la bicicleta, reciclaje, ahorro energético...) como colectivamente, presionando a los gobernantes para que cambien sus políticas o apoyando a asociaciones vecinales, colectivos sociales y grupos ecologistas que luchan por un cambio de modelo.
En el Día Mundial de la Tierra, es preciso cambiar nuestra percepción de que “la Tierra nos pertenece” a que “nosotros pertenecemos a la Tierra”, y poner las condiciones para legar a las generaciones futuras un planeta vivo y habitable. Es nuestra responsabilidad.
Artículo aparecido hoy en el diario La Verdad de Murcia.
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