miércoles, 28 de enero de 2015

¿VALLAS PUBLICITARIAS? NO, GRACIAS


Haga un experimento. Transite por cualquier avenida de entrada o salida a una población de nuestra región, o fíjese en los aledaños de cualquiera de las numerosas rotondas decoradas (por decir algo) con extrañas (y normalmente horribles) figuras de hierro y acero que pueblan nuestras ciudades.¿Qué ve? Decenas de paneles publicitarios, en varias alturas, invaden nuestro campo de visión, informándonos de todo tipo de negocios y productos, normalmente de ámbito local, sin que podamos sustraernos a su presencia. En algunos casos, como en las cercanías de la ciudad de Murcia, estos paneles impiden ver la huerta (o lo que queda de ella), el ecosistema humanizado más amenazado de nuestra región, engullido por dúplex y enormes avenidas con tres carriles por sentido.
Esas vallas publicitarias, junto con las decenas de marquesinas y mupis esparcidos por el casco urbano de las ciudades, marcan nuestros hábitos de consumo, incitándonos a comprar en unos comercios en detrimento de otros, a ver unas películas y no otras, sin que tengamos la opción de evadirnos ni de obviar su mensaje. ¿Es eso a lo que aspiramos como consumidores conscientes? Si queremos realizar un verdadero cambio de modelo de consumo, para que sea más responsable y atienda las necesidades reales y no las inducidas por la publicidad, debemos empezar por acometer cambios en estos aspectos.
Esto lo han entendido muy bien en Grenoble, ciudad francesa de 160.000 habitantes (con un área metropolitana de 670.000 personas) al pie de los Alpes y gobernada por un alcalde verde, Eric Piolle, desde abril de 2014. Pues bien, el consistorio ha decidido eliminar todas las vallas publicitarias y mupis, en total 326 paneles y más de 2.000 metros cuadrados de publicidad, atendiendo a razones de tipo tanto ético como estético: "Constatamos que lo que está visible en nuestras calles es una información que no sirve a nuestros ciudadanos: perfumes, coches, cosas que no tienen nada que ver con lo que se hace en nuestra ciudad, que no benefician a nuestro comercio y que, además, agreden, especialmente a los más jóvenes y los niños que carecen de la distancia o madurez necesaria para desmarcarse de esas imágenes publicitarias que, por lo demás, reflejan un modelo de sociedad catastrófico", explica Lucille Lhereux, responsable de espacios públicos de la ciudad. “Hay más sensibilidad hacia la estética de los lugares y cada vez más se la quiere preservar", afirma.
Los detractores de esta medida aducen la pérdida de ingresos que supone la retirada de las vallas publicitarias, pero ante ese argumento se les dice que la situación de déficit es más debida a una deficiente financiación de los ayuntamientos. También se podría argumentar que en la época de crisis galopante como la que atravesamos, la cuestión de las vallas publicitarias es algo secundario, debiendo dedicar los esfuerzos a atender a los más afectados. Pero uno de los pasos a dar para cambiar este modelo de consumo galopante, origen de desigualdades y agravante de los problemas ambientales, primer estadio para cambiar este sistema basado en el axioma “comprar-tirar-comprar”, es modificar nuestra relación con la publicidad, potenciando el comercio de cercanía y los productos locales. al tiempo que recuperamos el espacio y el paisaje para la ciudadanía.

Publicado hoy en La Crónica del Pajarito:

http://www.lacronicadelpajarito.es/blog/federicogcharton/2015/01/vallas-publicitarias-no-gracias


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