jueves, 12 de diciembre de 2013

¿CONSUMISMO FRENTE A LA CRISIS?



El pasado día 29 de noviembre se celebró el llamado Black Friday, el pistoletazo de salida de las rebajas en EEUU, evento que ya se está introduciendo en nuestro país. Desde los gobiernos y los medios de comunicación se nos dice que "el consumo favorece la creación de empleo", pero esta máxima es, en mi opinión, algo perversa, al lanzar a la vorágine consumista a una sociedad en crisis, en la que muchos ciudadanos tienen dificultades para llegar a fin de mes, creándose una sensación de frustración en las millones de familias que carecen de empleo, al sentirse excluidos de este sistema. En estos años de supuesta bonanza, antes de esta crisis, la gente se endeudó hasta límites extremos, comprometiendo toda una vida para pagar el préstamo de primera vivienda, pasando incluso las deudas a sus descendientes, todo ello alentado por los gobiernos de turno, con las consecuencias que todos conocemos una vez pinchada la burbuja inmobiliaria, cuya expresión más dramática son los cientos de desahucios que se producen a diario.


Un mayor consumo (o más bien consumismo, es decir, la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios, a menudo alentada por los gobiernos), dispara un aspecto que no se tiene en cuenta, que es el aumento de nuestra huella ecológica. Ya se ha dicho multitud de veces que si todos los habitantes de la Tierra mantuvieran el nivel de vida de los españoles, harían falta tres planetas para atender nuestras necesidades y eliminar nuestros residuos. Debemos ser conscientes de que este modelo productivo esquilma los recursos naturales y agota las fuentes de energía no renovables, obligando a una huida hacia adelante con la búsqueda desesperada de combustibles fósiles (utilizando métodos como el fracking), con el peligro para el medio ambiente y, por tanto, para la especie humana, que ello conlleva, mientras se está dificultando el desarrollo de las fuentes de energía renovables.


Este aumento del consumo de energía y recursos se verifica también en las calles de nuestras ciudades, con la instalación de la iluminación navideña, cuyo principal objetivo es, además de engalanar la vía pública, el de incitar al consumo en estas fechas. España gasta tres veces más en alumbrado público por habitante que Alemania, algo totalmente insostenible.


No es posible seguir con este modelo de producción-consumo, porque es insolidario con los demás países del Sur y con las generaciones futuras. Se hace necesaria una reducción del consumo irracional y una redistribución equitativa de la riqueza hacia las personas desfavorecidas. Insistir desde los gobiernos en los mismos procedimientos de siempre, en la ecuación “consumo igual a crecimiento y empleo” es ahondar en las diferencias entre ricos y pobres, y significa aumentar aún más la presión sobre el medio ambiente. Es hora de replantearnos nuestra función como consumidores y no contribuir más a este perverso sistema.


Artículo publicado en El Pajarito de hoy:



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