jueves, 21 de marzo de 2013

POR EL DERECHO AL ACCESO AL AGUA

Mañana se celebra el Día Mundial del Agua, instaurado en 1992 durante la Conferencia Internacional de la ONU de Río de Janeiro. Un gesto tan cotidiano para nosotr@s como es abrir un grifo para que automáticamente surja el agua potable supone una utopía para unas 900 millones de personas en todo el mundo, de los cuales un 40% vive en el África subsahariana. Se estima que hacen falta de 2 a 4 litros de agua por persona y día para atender las necesidades hídricas de la población. Sin embargo hay datos estremecedores sobre la desigualdad de acceso a este bien preciado: con lo que gasta un español medio en una sola ducha se podría abastecer a tres familias etíopes. 

¿Qué ha cambiado en el mundo con respecto al agua en estos 21 años? En primer lugar, en el planeta somos 1.500 millones de seres humanos más que en 1992. Ya en 1991, Alexander King (1909-2007), co-fundador del Club de Roma y Bertrand Schneider, en su obra conjunta La Primera Revolución Global, un informe del Club de Roma, nos advertían de los problemas que acarrearía la dificultad de acceso al agua, relacionándola con el crecimiento económico, el crecimiento de las ciudades, especialmente en las zonas áridas y con el aumento de la contaminación de los acuíferos. En 2010, un informe del Foro Económico Mundial afirmó que se preveía el aumento de la demanda de agua en los años venideros; los análisis indican que el mundo sigue enfrentando a un déficit de 40% entre la demanda pronosticada para 2030 y el suministro disponible según las proyecciones para ese año.  Este problema se ve acentuado por los conflictos armados, como lo certifica el Comité Internacional de Cruz Roja en un informe reciente. En África  se suma el hecho de que las multinacionales de los países ricos están adquiriendo tierras para su propio provecho, muchas de las cuales están en lugares donde abunda el agua, como las situadas en las cuencas de los ríos Nilo y Níger, dificultando el acceso al agua a los lugareños. En Sudamérica, son sobre todo las compañías multinacionales mineras las que hacen uso del agua de forma perniciosa, contaminando acuíferos en Argentina, Chile, Colombia o Perú.

El 28 de julio de 2010, la Asamblea General de las NN.UU. reconoció el acceso al agua potable como un derecho humano básico y urgió a garantizar que las personas que carecen del líquido vital puedan ejercer ese derecho. El texto –propuesto por Bolivia y copatrocinado por otros 33 Estados miembros de la ONU– recuerda que más de 2.600 millones de personas viven sin instalaciones sanitarias adecuadas, lo que contribuye a la muerte anual de 1,5 millones de niños por enfermedades relacionadas con la falta de salubridad. Otros datos escalofriantes nos recuerdan que más del 80% del agua usada en el planeta por el ser humano no recibe un tratamiento de depuración posterior, y que el 60% de los acuíferos transfronterizos no son gestionados de forma conjunta entre los diferentes países que comparten ese bien común.

Pero no solamente es en los países en vías de desarrollo donde la gestión del agua se ve alterada para el beneficio de unos pocos. Sin ir más lejos, la privatización de la gestión de los servicios de abastecimiento y saneamiento del agua potable en España, que alcanza ya el 50% (concedida en un 90% de los casos a dos empresas -AGBAR y FCC-) es una huida hacia adelante de los ayuntamientos para obtener dinero de forma rápida sin pararse a pensar en las consecuencias que trae consigo esa privatización. Esas consecuencias son, principalmente de tipo social (despido de trabajadores, deterioro de la calidad del suministro, incremento de la factura) y de tipo ambiental (menor ahorro en el consumo por menor número de campañas de concienciación, construcción de embalses). Pero lo más flagrante es la conculcación del derecho humano que supone el acceso al agua por parte de cualquier ciudadano por el hecho de serlo. La situación de crisis por la que atravesamos ha llevado a muchas familias a no poder hacer frente al pago de la factura del agua, por lo que han sufrido cortes de suministro, con las consecuencias para la salubridad y el consumo que ello conlleva. Es una situación totalmente intolerable. 

El acceso al agua es un derecho humano que la corriente neoliberal imperante está empeñada en restringir. Incluso el director de la multinacional Nestlé ha propuesto que la gestión del agua sea totalmente privada, negando el acceso público a este bien, y tachando la postura de defender el acceso público al agua de "extremista". Para ellos, el agua es un valor mercantil más, susceptible de sufrir los vaivenes de los mercados, como ya lo son los alimentos. El ansia especulativa de obtener beneficios a corto plazo por parte de los sectores ultraliberales lleva a atentar directamente contra los derechos de la población, como en este caso, contra el derecho de acceder al agua potable reconocido por la ONU. 

Contra esto, FIRMA POR EL RESPETO DE ESTE DERECHO a través de la web:

http://www.right2water.eu/es/node/5







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