lunes, 2 de julio de 2012

LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN, UNA ALTERNATIVA AL CAPITALISMO

Según muchos economistas (Jose Luis Sampedro, Santiago Niño, Serge Latouche, Viçens Navarro, Juan Torres, etc.), el capitalismo está llegando a un estado terminal, llevado a él porque los objetivos del sistema capitalista, la búsqueda incesante del beneficio monetario y el crecimiento como dogma, han venido acompañados de la concentración y el abuso de poder, la destrucción ecológica, la competencia como arma y el deterioro de la democracia, en la que las decisiones de los gobiernos se toman en los despachos del FMI, de las grandes multinacionales o de los bancos. La sustitución de la economía real por la economía financiera, basada en la creación de burbujas especulativas, como la de las empresas "punto com" de principios del siglo XXI o la burbuja inmobiliaria de 2003-2009, ha traído consigo el agotamiento del modelo productivo capitalista tal y como lo conocemos actualmente.

No dejamos de leer comentarios y opiniones, en diversos foros en internet y en medios de comunicación, de multitud de personas (anónimas y no tanto) y formaciones políticas que, de una forma más o menos virulenta, abogan por el fin del capitalismo, pero sin definir qué sistema alternativo podría sustituirlo. Unos porque su reivindicación acaba ahí, sin ofrecer nada a cambio, y otros porque, tal vez teniendo claro cuál sería esa alternativa, no se atreven a difundirla públicamente, bien por ser modelos ya fracasado en el pasado, o bien porque podrían implicar restricciones en las libertades, con el rechazo que ello conllevaría.

Sin embargo, hay una corriente económica alternativa que surgió en el año 2010 de la mano del austriaco Christian Felber (1972), miembro fundador del movimiento ATTAC y profesor de economía. Se trata de la Economía del Bien Común que, según sus propias palabras, "es un modelo económico que supera la dicotomía entre capitalismo y comunismo para maximizar el bienestar de nuestra sociedad". Este sistema parte de la premisa de que la economía, las empresas y cualquier actividad humana debe tener como único fin la búsqueda del bien común, concepto que ha sido ampliamente debatido desde la antigüedad, desde Aristóteles (Política) y Cicerón (De legibus) pasando por Leibniz y Rousseau (El contrato social) hasta llegar a nuestros días con economistas como John Rawls (1921-2002) o la recientemente fallecida Elinor Ostrom (1933-2012), merecedora del premio Nobel de Economía 2009 por "su análisis de la gobernanza económica, especialmente de los recursos compartidos". 

La competencia, la búsqueda de beneficio a cualquier precio (incluidos los despidos masivos de trabajadores), la adquisición hostil de empresas competidoras, el crecimiento desmesurado, son los dogmas que imperan en las empresas para triunfar, dogmas que son enseñados en las facultades de economía y que han demostrado ser valores perjudiciales para la sociedad en su conjunto, pues su aplicación ha supuesto diferencias cada vez mayores entre ricos y pobres, la degradación ecológica del planeta, la discriminación de la mujer, el deterioro de las condiciones laborales, etc., lejos de las bondades que previó Adam Smith en su obra La riqueza de las naciones (1776). 

Felber propone, al contrario, que los valores que deben regir en las empresas deben ser la cooperación, la confianza, la solidaridad, la dignidad, la sostenibilidad ecológica y la participación democrática. Sin abandonar la economía de mercado, de entre los objetivos de las empresas se incluye el alcanzar el superávit, pero éste debe utilizarse para fines diferentes de lo que se espera según los cánones del capitalismo, como son destinarlas a inversiones propias, en ayudar a empresas asociadas y en el reparto entre los trabajadores, y nunca para pagar dividendos entre los propietarios que no trabajen en la empresa, ni en la adquisición de empresas competidoras, ni en acciones perjudiciales para el medio ambiente, ni en inversiones financieras, ni en aportaciones a partidos políticos, estando el crecimiento ilimitado fuera de sus objetivos. Los salarios se limitarían tanto por encima como por abajo, no superando el salario más elevado en ningún caso un número determinado de veces el más bajo, y siempre tras una decisión democrática de los trabajadores de la empresa. Habría una reducción gradual en el número de horas trabajadas semanalmente (reparto del trabajo).

¿Cómo se puede conseguir esto, y quiénes son los que valorarían el éxito de las empresas, basándose en estos valores y no en los tradicionales balances financieros de ganancias y pérdidas? Felber propone que las empresas se acogerían a un balance del bien común, un sistema de medida de la aportación de las empresas al bien común, en el que se medirían de forma objetiva valores como la dignidad y la solidaridad (condiciones de trabajo, gestión ética), la sostenibilidad (grado de impacto ambiental de productos y servicios, comportamiento ecológico de los trabajadores), la justicia social (concepción social de los productos y servicios, reparto justo de la renta) y participación democrática (democracia interna y transparencia). Las empresas recibirían una puntuación, según la cual podrían disfrutar de ventajas a medida que subieran en su calificación (reducción del IVA, ayudas directas, créditos bancarios en mejores condiciones, etc.). Unos consultores (l@s propi@s empresari@s que se acogen a esta modalidad, de forma voluntaria) elaborarían los balances, mientras un@s auditores/as extern@s comprobarían la validez de éstos, siendo l@s consumidores/as, en última instancia, en base a la puntuación obtenida, l@s que decidirían qué empresas aportan más al bien común y cuáles menos.

¿Quién puede participar? Según este modelo, participan tanto particulares, como empresas e incluso municipios, que pueden realizar también un balance del bien común. En España, el municipio de Muro d'Alcoi anunció que iba a aplicar este balance a su ayuntamiento. 

El modelo económico del bien común es una propuesta valiente que engloba tanto los aspectos ambientales de la economía (economía verde) como los aspectos sociales. Puede ser una alternativa al capitalismo actual, con la condición de que todos los agentes económicos implicados (empresas, trabajadores, bancos éticos y/o públicos, consumidores, instituciones públicas) participen de forma activa y busquen como objetivo que toda la sociedad y el medio ambiente salgan beneficiados, no sólo unos pocos, como parece que es el modelo imperante en la actualidad.

En este vídeo, el propio Christian Felber nos cuenta los fundamentos de la Economía del Bien Común:

http://www.youtube.com/watch?v=U4tL4eS--XM


No hay comentarios:

Publicar un comentario