martes, 23 de febrero de 2016

SALVEMOS EL MAR MENOR

Cuando vemos alguna fotografía antigua de La Manga del Mar Menor desde el aire, con ese aspecto virgen, con la sucesión de dunas y playas kilométricas y su flora asociada, sólo modificado por actividades humanas sostenibles como la extracción de sal o las técnicas de pesca artesanal de origen árabe como las encañizadas o el uso de las embarcaciones de vela latina, coronada con la silueta imponente, vislumbrada al fondo, del faro de Cabo de Palos, y la comparamos con otra imagen del mismo lugar realizada hace unos pocos años, convertida ya en una selva de hormigón y asfalto, no podemos más que lamentar lo que este espacio singular que es la laguna litoral del Mar Menor pudo ser y no fue. El desarrollo urbanístico desorganizado, buscando más la rentabilidad económica a corto plazo que el cuidado de los valores ambientales, ha ido matando la gallina de los huevos de oro. La falta de planificación ha sido la norma, dejando en manos privadas una tarea que debió ser realizada y supervisada por los poderes públicos, aunque éstos, y en gran medida los ayuntamientos, han sido los principales responsables del crecimiento desmesurado de la ocupación urbanística del litoral marmenorense.
Pero no sólo la urbanización salvaje iniciada a principios de los años ’60 y desarrollada a lo largo de más de 50 años, destinada al turismo, en La Manga, pero también en los municipios que circundan la laguna, han maltratado al Mar Menor. También la aplicación de técnicas agrícolas intensivas, con el uso masivo de pesticidas y fertilizantes sintéticos en el Campo de Cartagena, cuyos vertidos contaminan el agua al alcanzar la laguna a través de la rambla del Albujón, así como la modificación de la dinámica natural y el ecosistema del Mar Menor por los sucesivos dragados y la construcción de espigones, puertos y canales artificiales de comunicación con el mar Mediterráneo, la han ido condenando paulatina pero inexorablemente a su práctica destrucción. Desde hace décadas, la comunidad científica, así como los grupos ecologistas, han ido alertando de este deterioro, pero la desidia por parte de las instituciones regionales y el hacer oídos sordos a sus sabias recomendaciones han ido agravando la situación del Mar Menor, hasta llegar a su estado actual, diagnosticado por los máximos especialistas como de “enfermo en estado crítico”.
Pero algunos hechos recientes permiten albergar ciertas esperanzas. La aprobación del borrador de documento “Estrategia de Gestión Integrada de Zonas Costeras para el Sistema Socio-ecológico del Mar Menor (SSEMM)”, en el que se realiza un diagnóstico de las características de este territorio, se plantea un modelo de gestión del ámbito público de actuación y se enumeran los principales problemas observados, proponiéndose medidas para la gestión integrada del Mar Menor, es un primer paso para abordar de forma definitiva la solución a la problemática de la laguna. También la creación, a iniciativa de Podemos en la Asamblea Regional (con el apoyo del resto de la oposición y el rechazo, cómo no, del PP), de una Oficina Técnica del Mar Menor, cuyo cometido es el de canalizar e impulsar las actuaciones de integración y conservación de la laguna, es otro de los signos que nos indican que se está yendo por buen camino. Esperemos que, como decía la ponente de la moción, la diputada de Podemos María Giménez, esta iniciativa "no se quede sólo en colocar un cartel en una puerta”.
Pero tal vez lo más significativo sea la movilización de la sociedad civil a través de la Plataforma “Pacto por el Mar Menor”, formada por personas individuales procedentes de diversos ámbitos quienes, movidas por la indignación y el compromiso, pretenden influir en las diversas administraciones (regional y locales) para revertir la situación de extremo deterioro de la laguna litoral más singular del arco mediterráneo. El pasado domingo 21, con el lema “Salvemos el Mar Menor”, un millar de personas nos manifestamos a lo largo de la rambla del Albujón, cauce de entrada de contaminantes a la laguna procedentes de la agricultura intensiva, para exigir un Mar Menor cuyos aspectos ecológicos, culturales y económicos sean valorados en su justa medida por las instituciones. La plataforma reivindica la aprobación del Plan de Gestión de Espacios Protegidos del Mar Menor y de la Franja Litoral Mediterránea de la Región de Murcia, la puesta en acción de medidas para corregir la situación de los humedales, de la rambla del Albujón, y de las redes de saneamiento, al tiempo que pide que se aborde un nuevo enfoque en la agricultura y el turismo que se desarrolla en las inmediaciones de la laguna, para que la sostenibilidad sea la norma, como un medio eficaz de asegurar su futuro. Este ecosistema singular lo merece.
Artículo publicado hoy en La Crónica del Pajarito:

1 comentario:

  1. Mientras los políticos murcianos veranean en la Torre de la Horadada el Mar Menor agoniza. Da pena ver las playas. Sólo los turistas se bañan. Necesitamos un plan de futuro, ni vertidos, ni tantos clubs náuticos, ni motos acuáticas ensuciando el agua.

    ResponderEliminar