Uno de los errores de los economistas neoclásicos que deciden los designios de los países occidentales es creer que el sistema económico es la suma de procesos sencillos y que mediante un proceso lineal se llegará a una consecuencia a partir de premisas simples. Siguiendo este planteamiento, el FMI pretende aplicar las mismas recetas a todos los países y los gobernantes repiten el mantra de "recortar gastos para generar crecimiento y empleo". Este modo de pensar del siglo XIX fue apuntalado con la escuela de Chicago, origen del neoliberalismo, con Milton Friedman a la cabeza. También la pretensión de los economistas de introducir sesudos cálculos matemáticos para corroborar sus teorías, dándole así un barniz "científico" a sus predicciones, ha sido un mal que hemos sufrido los ciudadanos en las últimas décadas, sobre todo por los errores en esas predicciones.
La realidad ha demostrado que las cosas han sucedido de un modo muy diferente a como se había previsto. En los años '60, en pleno optimismo consumista, nadie previó la crisis energética que asolaría el planeta a partir de 1973. En 2007, ni el FMI ni el Banco Mundial se imaginaban lo que nos venía encima y no detectaron los elementos que subyacían a la crisis. En España, en 2008 Zapatero pensaba que "el sistema financiero español es el más sólido del mundo" y que "pronto se llegaría al crecimiento del 3%". ¿Y qué decir de Rajoy, que iba a crear empleo en cuanto gobernara?
Los analistas más sensatos dicen que el sistema económico es un sistema complejo y que, como tal, en él hay fuertes interacciones entre las partes implicadas, fenómenos de retroalimentación y de adaptación a los cambios. Como ejemplos de sistemas complejos cabe citar el cerebro, el ecosistema, la bolsa de valores o el sistema inmunitario. Sin embargo, el paradigma dominante no plantea el sistema económico como algo complejo, sino que aplica unas pocas recetas que, según ellos, son válidas para todos los países.
Roberto Bermejo, ingeniero industrial, doctor en Economía y profesor del Departamento de Economía Aplicada I de la UPV, una de las autoridades en Economía Sostenible, nos desvela esa realidad en su libro Manual para una economía sostenible (Libros de la Catarata 2011). Bermejo compara dos sistemas complejos, los sistemas naturales, autorregulables y sostenibles, con el sistema socioeconómico dominante, en varios aspectos, que se resumen en esta tabla:
El sistema socioeconómico dominante está basado en la creencia en el crecimiento continuo, en el sistema monetario como medida de todas las cosas, sin tener en cuenta los límites finitos del planeta. En palabras de Bermejo, "la economía neoclásica debe dar paso a otra que cumpla con los principios de sostenibilidad, lo cual supone la necesidad de una revolución epistemológica, y no sólo para la escuela neoclásica, sino también para las escuelas herederas de los economistas clásicos, como la keynesiana o la marxista".
Fuente: Elaboración propia a partir del capítulo 6 de "Manual para una economía sostenible" |
Es preciso revisar los conceptos de riqueza, desarrollo, producción, etc., e incorporar la ecología al pensamiento económico, "sustituyendo a la renta per capita como instrumento de medición de la riqueza por otros aspectos como el grado de satisfacción de las necesidades, una alta cohesión social, un alto grado de democracia, la conservación del medio ambiente, el disponer de agua y alimentos sanos y la ausencia de contaminación", como dice Bermejo. Es hora de que se apliquen los principios que rigen a los sistemas naturales al sistema económico, es decir, que éste utilice fuentes renovables de energía, que cierre el ciclo de materiales, minimizando los residuos, que sustituya a la competencia en favor de la cooperación, que no se base en el consumo y que, en definitiva, tenga en cuenta los límites físicos del planeta.
Las escuelas marxistas ya hace tiempo que se pusieron las pilas medioambientales. Solo tienes que teclear "sostenibilidad marxismo" y tienes casi diez millones de documentos para hojear.
ResponderEliminarSi me lo permites, te recomendaria la lectura de John Bellamy Foster, de la que te adelanto:
http://www.mientrastanto.org/sites/default/files/Lo%20que%20todo%20ambientalista%20necesita%20saber%20sobre%20el%20capitalismo.pdf
(Por lo menos dale un vistazo al parrafo VII.)
A mi me parece que lo que falta es que los ecologistas, superando algunos prejuicios, os pongais las pilas marxistas.
El socialismo será ecologista o no será.
El ecologismo será socialista o no será.
El problema de la economía marxista es que es "crecentista", es decir, que, como la economía capitalista, cree en el crecimiento económico ilimitado. La diferencia entre ambas es quién detenta el control de los medios de producción (el capital o la clase trabajadora). La prueba ha sido los años de comunismo en el bloque del este (URSS y sus satélites), la China actual, y en un plano más cercano, el apoyo a la minería del carbón en España por parte de la izquierda tradicional.
ResponderEliminarEn la práctica, el marxismo es tan perjudicial para el medio ambiente como el capitalismo, a pesar del barniz ecologista con el que se reviste en la teoría. En la práctica, como digo, es otra cosa (apoyo a la pesca del atún rojo o a la tauromaquia, además del citado apoyo al carbón).