A los pocos días de haberse aprobado en el Congreso de los Diputados la conformación del primer gobierno de coalición desde la Segunda República, y comenzando el año 2020, es el momento de repasar los principales retos ambientales a los que se enfrenta nuestro país y el planeta en general, con dos fechas en el horizonte.
Una, 2030, año que fija la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas con la definición de 17 objetivos que incluyen desde el fin de la pobreza, el hambre cero o la igualdad de género, hasta aspectos educativos, sanitarios y económicos, además de conservacionistas de los ecosistemas marinos y terrestres. La otra fecha que hay que tener en mente es la de 2050, año para el que la Comisión Europea pretende haber conseguido la transición ecológica de la economía en toda la UE, en consonancia con el Acuerdo de París de 2015.
¿Cuáles son los principales retos a los que nos enfrentamos? Desde luego, el primero de todos es el cambio climático, realidad que ya estamos sufriendo, como se demuestra con la cadena de fenómenos que asola el planeta -inundaciones, sequías, tifones, olas de calor y frío, etc.-, y cuyo mayor exponente actual son los incendios que están acabando con los espacios naturales, vidas y haciendas de Australia. La temperatura media de los últimos diez años (2010-2019) ha resultado ser la más alta registrada hasta la fecha. Basten unos pocos ejemplos en nuestro país.
Hace unos días conocimos el último estudio sobre los efectos del cambio climático en Sierra Nevada. El aumento de las temperaturas y el descenso de las precipitaciones en el presente siglo no sólo harán desparecer la nieve natural en ese macizo, afectando a la industria del esquí, sino que pondrá en peligro el abastecimiento de agua en las provincias de Granada y Almería. Los glaciares pirenaicos tienen la muerte anunciada en pocas décadas, y la España semiárida va aumentando de año en año, siendo ahora un 6% más extensa que hace 50 años. Sólo con la reducción a cero de las emisiones de gases de efecto invernadero se podrá luchar contra este fenómeno.
La pérdida de la biodiversidad, relacionada directamente con el cambio climático, pero también con la destrucción de hábitats, es otro de los desafíos que debemos abordar. Muchos científicos están de acuerdo en que nos aproximamos a la sexta extinción, provocada por la acción antrópica, no en vano nos encontramos en el llamado Antropoceno, marcado por los efectos de las actividades humanas en los ecosistemas.
El 75% de los ambientes terrestres y el 66% de los ecosistemas marinos han sido severamente modificados, y la mayoría de ellos continúa sufriendo un proceso de degradación, de hasta un 4% por década, calculándose en un millón las especies que están en peligro de extinción, la mayoría de ellas insectos.
España, a pesar de contar con la mayor biodiversidad de la UE, no puede ni debe bajar la guardia, ya que entre el 40% y el 60% de las especies están catalogadas con alguna categoría de amenaza de extinción.
La Fundación Global Nature menciona entre los factores causantes de este problema el cambio del uso del suelo, el abandono rural y la intensificación de la agricultura, siendo ésta última el mayor motor de pérdida de biodiversidad en la UE y en el planeta.
Otros problemas con los que nos enfrentamos son las migraciones, muchas de ellas que se pueden calificar de climáticas o ambientales. Según el Banco Mundial, unos 100 millones de personas han sido desplazadas por cuestiones relacionadas con el clima (sequías, pérdida de cosechas, falta de alimentos y agua, principalmente), ya sea dentro de sus propios países, con la migración desde las zonas rurales a las ciudades, o bien de unos países a otros.
Hiperpoblación y España vaciada
Este problema afectaría también a nuestro país. La sequía y los aumentos de temperatura tendrán al sureste español como principal damnificado, contemplándose la futura inviabilidad de los cultivos, y ya hay voces que vaticinan movimientos de población desde zonas hiperpobladas y más afectadas por el cambio climático (con Murcia como una región que previsiblemente aumentará de población, según el INE, en 100.000 personas de aquí a 2033) hacia la España vaciada, como una solución para revertir el despoblamiento de las zonas de interior y la corrección de los desequilibrios demográficos.
Con estos tres retos ambientales (cambio climático, pérdida de biodiversidad y migraciones climáticas), además de otros como la disminución de la contaminación en todas sus versiones, el Gobierno tiene mucho trabajo por delante si queremos asegurar un futuro viable para las generaciones venideras; saliendo del cortoplacismo que ha caracterizado a los ejecutivos precedentes y debiendo poner el cambio en el modelo productivo, la recuperación de los ecosistemas degradados (como nuestro querido Mar Menor) y la transición ecológica de la economía en el centro de las políticas.
Artículo aparecido el 12 de enero de 2020 en eldiario.es:
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